REVISTA N° 15 | AÑO 2016 / 2
DICCIONARIO
LA TRANSFERENCIA PARADÓJICA
MARTINE VERMEYLEN, ELISABETH DARCHIS
La transferencia paradójica es la forma que adopta la comunicación paradójica en la cura psicoanalítica individual o grupal (pareja o familia). Generalmente, se expresa a través de una reacción terapéutica negativa en un contexto de descalificaciones y de órdenes o conminaciones paradojales. La transferencia paradójica se percibe a través de las vivencias contra-transferenciales que produce en el analista, dando lugar a un sentimiento de impotencia, incapacidad o irritación frente a la ineficacia de sus intervenciones. Tornándose en el depositario de aquello que no pudo ser elaborado, el analista puede sentir estupefacción, perplejidad, impotencia para pensar y fantasear, despersonalización, sentimiento de manipulación o de tener que actuar de manera poco conforme con su encuadre habitual.
Historia del concepto
Luego de los trabajos de Bateson y de Watzlawick acerca de los efectos patógenos de ciertos tipos de comunicación, Paul-Claude Racamier fue el primer psicoanalista francés que retomó esas investigaciones sobre la paradoja, para aplicarlas a la psiquiatría en 1973.
Didier Anzieu prosiguió con ese desafío en psicoanálisis, intentando delimitar los problemas de la comunicación paradojal en la cura misma (Anzieu, Le transfert paradoxal, 1975), mientras que Racamier se limitaba a descubrir, en 1973, lo paradójico en el humor de un psicoanálisis de la vida cotidiana. Es una forma sutil de descalificación del Yo, y como tal, es un arma que únicamente el humor sabe al mismo tiempo enarbolar y desactivar, planteaba Racamier (Entre humour et folie, 1973). Racamier extenderá el registro de lo paradójico a un tipo de organización defensiva, mental y relacional: la paradojalidad. Esta última prevalece en los esquizofrénicos, generalizándose y erotizándose de manera específica.
En 1975, Anzieu insiste en el sello de la descalificación y el descrédito que reviven dolorosamente algunos pacientes (que no son en realidad neuróticos, sino más bien fronterizos) en el seno de la transferencia paradójica. Describe la vuelta activa sobre el analista de lo vivido por los pacientes, en un sentimiento tenazmente actuado de estancamiento recíproco. Anzieu mostrará cómo los investigadores de Palo Alto habían subestimado en su abordaje el papel del aparato psíquico, de los procesos primarios y secundarios, así como el de las pulsiones.
Otros psicoanalistas de grupo, de familia y de pareja desarrollarán las nociones de paradojalidad y de transferencia paradójica en sus trabajos, tal es el caso de Decherf y de Caillot. Estos autores estudian las dobles exigencias y las descalificaciones en las familias llamadas de “transacción paradójica”, que atacan al objeto al desmentir su estatuto de sujeto. Muestran también que en ciertas parejas, la paradojalidad tiende a hacer durar el vínculo al mismo tiempo que se desmiente su valor. Esas familias y esas parejas mezclan un sufrimiento en vivir juntos con una imposibilidad de separarse debido a una ausencia de individuación y a la proyección de un cuerpo común indiferenciado. En la posición narcisista-paradójica, ilustrada por la frase célebre “Vivir juntos nos mata, separarnos es mortal” (Caillot y Decherf, 1982), queda poco lugar para la mentalización. El actuar prevalece sobre el pensamiento y la simbolización. Los autores estudiarán esta posición sin salida que «obliga al grupo familiar a una oscilación permanente revivida en la transferencia narcisista paradójica familiar entre el fantasma de desmembramiento familiar y el de una familia unida ideal o de cuerpo común ideal» (Caillot y Decherf, 1982, p.148).
Para comprender la transferencia paradójica
Antes de describir los mecanismos de la transferencia paradójica, retomaremos aspectos de la transferencia. Freud habló de ella como de un fragmento de repetición del pasado olvidado, que puede reproducirse en ocasión y en el lugar de la transferencia con todas las resistencias inconscientes que pueden producir actuaciones (La dinámica de la transferencia, 1912). Toda transferencia está constituida simultáneamente por elementos positivos y negativos. En el diccionario del psicoanálisis de Chemama, la transferencia está definida como un vínculo afectivo intenso que se instaura de manera automática y actual entre el paciente y el analista, impulsada comandada por un objeto inconsciente, y atestiguando acerca testigo de la organización subjetiva del paciente.
Anzieu situará la transferencia paradójica dentro de sumida a una transferencia cargada de proyecciones a partir de una posición paranoide del paciente cuando el paciente desarrolla reacciones agresivas a partir de un superyó exigente. Atrapado por de una exigencia paradójica, el paciente se encuentra bloqueado entre sus ganas de seguir con el análisis de su superyó (lo que puede aliviarlo), y su imposibilidad para soportar el encuadre de la sesión.
Para comprender la transferencia paradójica, debemos rever también la noción de paradoja. La paradoja se crea a partir de dos enunciados antagónicos que operan sucesivamente sin formación de compromiso posible como es el caso de un conflicto psíquico que genera una lógica de la ambivalencia.
La situación paradójica produce por el contrario una lógica de ambigüedad por el hecho de que se sitúa en niveles de abstracción diferentes.
La paradojalidad es “una formación psíquica que liga indisociablemente entre ellas y remite una con otra a dos proposiciones, u órdenes, irreconciliables y sin embargo que no se oponen entre sí” (Racamier, 1978). Para la víctima de una orden paradójica, tres salidas son posibles:
− enojarse diciendo que está siendo objeto de burla;
− permanecer pasivo en una posición de repliegue; − criticar la incoherencia de la situación.
Esta última constituye una salida constructiva pero difícil de realizar. El autor de una orden paradójica, que se encuentra en una posición de superioridad, replicará al destinatario, según cada salida:
− culpabilizando al que se enoja a través de una negación;
− sancionando al que permaneció pasivo;
− usando su poder para hacer fracasar toda crítica.
Tal situación desencadena pulsiones de odio y de muerte en aquel que se encuentra atrapado por esa doble exigencia o “doble bind” (Bateson y otros), o “doble anudamiento” según la traducción de Racamier. Ya que efectivamente se trata aquí de anudar el pensamiento y la interrelación, dentro de efectos aniquiladores (ver los trabajos de Searles en 1959, tr. fr. En 1977, L’effort pour rendre l’autre fou [El esfuerzo por volver loco al otro]. Estas situaciones son vividas a menudo dentro de los vínculos familiares, conyugales y en las situaciones de dominación. Un ejemplo célebre construido por Watzlawick es la historia de una madre que ofrece dos corbatas a su hijo: una verde y una azul. La madre se expresará a través de diferentes conminaciones:
− el primer día, el joven tiene puesta la corbata verde. La primera conminación toma siempre una forma gramatical negativa: “O sea que ¿no te gusta la corbata azul que te di?”.
− El segundo día, el joven tiene puesta la azul para desmentir la primera conminación. La segunda conminación se opone a la primera pero pertenece a otro sistema de acción o de pensamiento, a un nivel de abstracción más elevado: “¿Ya no te gusta la corbata verde?”.
− El tercer día, el joven tratará de satisfacer a su madre poniéndose las dos corbatas al mismo tiempo. La tercera conminación prohíbe a la víctima salir de la doble exigencia a través de la huida, la apatía o la crítica que son entonces amonestadas: “Pobre hijo mío, ¡estás perdiendo la cabeza!”.
− La cuarta conminación está en el hecho que la responsabilidad de la conducta paradojal es atribuida a la víctima quien, en efecto, manifiesta una reacción paradojal en esa situación: “¡Vas a terminar por volverme loco!”.
Melanie Klein puso en evidencia el núcleo psicótico que existe en todo sujeto. Anzieu nos permite descubrir en la situación paradójica el núcleo narcisista infantil. El Yo-piel está perturbado en su constitución e impide así el desarrollo del Yo, al mismo tiempo que el Superyó no puede evolucionar hasta el nivel edípico de la ambivalencia. Dicho Superyó queda confundido con el Ideal del Yo, en el cual se desliza una pulsión de muerte. Si la omnipotencia y la insuficiencia del Yo no logran regular al aparato psíquico, los principios de placer-displacer y de realidad no logran imponerse. El riesgo es entonces que el aparato psíquico caiga bajo el principio de la reducción de las tensiones en el nivel más bajo, sin empuje hacia la vida, la alegría o la creación.
Cuando los padres niegan la realidad de una experiencia de su hijo, la paradoja obliga al niño a permutar lo verdadero y lo falso. Nos encontramos frente a una subversión de la lógica que se acerca a la perversión-narcisista y no ya a una organización neurótica que vehiculiza ambivalencia y conflicto a través de una lógica de las contradicciones. Los déficits narcisistas vehiculizados por una lógica de la paradoja y de los antagonistas tocan el cuerpo a través de sensaciones y percepciones hasta producir pensamientos pervertidos. Si el razonamiento puede servir de arma al sujeto humano para establecer su poder sobre el otro, esto tiene consecuencias en el nivel social. El razonamiento paradójico concierne las relaciones entre los sujetos, entre las generaciones y entre los grupos sociales. Una reacción pedagógica negativa puede aparecer y desembocar en el hecho de desaprender lo que fue aprendido a causa de la ambigüedad y de la confusión vehiculizadas en la comunicación.
Transferencia y contra-transferencia paradójica en lacura
«En la situación de transferencia paradójica, el analista cae en la trampa tendida por el paciente, del mismo modo en que éste fue ubicado durante su infancia en una situación análoga» (Eiguer, 1996, p.25). El paciente revive en la sesión una contradicción de la misma naturaleza que la que padeció sin llegar a superarla. Proyecta entonces en el analista el odio desplegado en el pasado y que no pudo expresarse.
En la terapia, el analista puede ser captado por una contraidentificación proyectiva y es importante para él poder desbaratar esas trampas que vuelven a jugarse en el proceso. Este descubrimiento en donde lo que está en juego es vital, sumerge la cura en un dilema. Una suerte de alianza terapéutica negativa va a solicitar del analista un esfuerzo de lucidez para analizar su propia contra-transferencia. El psicoanalista deberá introducir modificaciones en el encuadre como es el caso de la técnica del frente a frente o concesiones en los horarios u honorarios para desmentir la vivencia persecutoria proyectada sobre él por el paciente, y permitir así la continuación del trabajo. El trabajo buscará levantar progresivamente la prohibición de meta-comunicar dentro de la cual el paciente se encuentra entrampado.
En su artículo de 1975, Anzieu analizó el pasaje de la comunicación paradójica en la transferencia que va a transformarse en reacción terapéutica negativa en el momento del análisis del proceso transferencial. La paradoja del psicoanalista es que el paciente hace fracasar a aquel que quien se supone está estar allí para poder curarlo. El dispositivo psicoanalítico debe permitir la liberación de la agresividad reprimida en la neurosis pero exacerba la auto-destrucción en ciertos pacientes cuya estructura se encuentra dominada por el narcisismo.
Al principio, dichos pacientes efectúan un trabajo fecundo pero no llegan a aprovechar sus progresos a causa de la reacción terapéutica negativa. A medida que la cura se prolonga, aceleran el proceso de negación de sí mismo. Ubicados frente a esa paradoja, el analista debe poder aceptar sin odio y sin vergüenza su contra-transferencia negativa en reacción a la transferencia paradójica. Esta última se torna un indicador privilegiado de lo que se anuda en la cura.
Anzieu plantea la siguiente pregunta: ¿de qué sirve analizar la transferencia paradójica? “Esto permite, no avanzar, sino retroceder hasta las posiciones esquizoides y paranoides de las cuales todos sabemos cuán difícil es acercarse a ellas y poder analizarlas”.
Recomienda al psicoanalista articular los procesos secundarios con los procesos primarios. En efecto, la interpretación del proceso primario sin el análisis del pensamiento secundario en el cual la pulsión encontró dónde organizarse resulta vana. Es la diferencia que resalta con los investigadores de Palo Alto que se centraron en el análisis del proceso secundario de la comunicación paradójica sin tener en cuenta la pulsión inconsciente que está obrando allí. Poniendo el acento sobre el cumplimiento del deseo inconsciente, un respeto excesivo de la teoría freudiana puede en esos casos velar el movimiento pulsional, transformándolo en una amenaza de destrucción. En 1923 Sigmund Freud hablaba de reacción terapéutica negativa atribuyéndola ya al Superyó. Descubría también que el enfermo no puede soportar ni la satisfacción que su psicoanalista se ve llevado a expresarle, ni los progresos que la cura le permitió efectuar. Descubre que la enfermedad servía para alivianar los sentimientos inconscientes de culpabilidad del paciente y a satisfacer la necesidad de castigo de su Superyó; curarse sería exponerse al peligro de tener que confrontarse con los reproches del Superyó. En 1937, sugiere, en Análisis terminable e interminable, que la reacción terapéutica negativa constituye el principal obstáculo para la resolución benéfica de un psicoanálisis. Los sucesores de Freud han ampliado esta definición, entre los cuales Horney (1936), Joffe y Sandler (1965) y Rosenfeld (1968). Este último considera a la reacción terapéutica negativa como una suerte de transferencia arcaica en la cual el Yo se halla escasamente diferenciado del resto del aparato psíquico y en el cual entra en juego una pulsión muy primitiva: la envidia destructora del pecho fecundo. Bion ha hablado también de ataques contra el trabajo psicoanalítico en tanto éste establece ligazones.
Apoyándose sobre estas observaciones, Anzieu subraya la toma en consideración de la paradoja actuada. Esta constituiría la estructura paradójica de la reacción terapéutica negativa. Habrá que tenerla en cuenta para transformar la paradoja actuada en paradoja pensada y verbalizada. El psicoanalista debe desmontar en esa paradoja la envidia destructiva como proceso primario al mismo tiempo que el dilema como proceso secundario. En el manejo de las curas analíticas con parejas y familias, la transferencia paradojal surge a veces de manera sutil y puede sorprender a los terapeutas no prevenidos. El encuadre debe ser mantenido, no como un dispositivo rígido y fetichizado, sino como que apuntala la referencia a un pacto simbólico que permita el intercambio. Esta es la condición que permitirá al proceso interpretativo generar algo nuevo y restablecer la circulación fantasmática familiar e individual bloqueada en la transacción paradójica.
Citemos también a Roussillon (2004) que trabajó sobre la transferencia paradójica y desprendió de allí un contrato narcisista de apego a partir de los trabajos de P. Aulagnier. Desarrolló también el concepto de apego a lo negativo en la posición masoquista de la víctima de una conminación paradojal que persiste en el tiempo. La encontramos generalmente en la estructura del perverso-narcisista. Grinspon (2008) habla incluso de una adicción al contexto del vínculo tiránico en la víctima del perverso que se torna un objeto irremplazable para éste.
Resolución de la transferencia paradójica
A nivel de la transferencia sobre el analista, el acceso al trabajo de reflexividad es indispensable para la subjetivación de aquello que no se encuentra todavía subjetivado. Para que este trabajo de apropiación subjetiva pueda hacerse, el analista no puede ser un simple eco especular para el sujeto. Una confrontación con la diferencia y con la alteridad es indispensable, al mismo tiempo que se conserva un fondo de similitud para evitar todo clivaje. Según Grinspon (2009), es la capacidad de rêverie del analista la que permite evitar el retorno de lo escindido y de lo no subjetivado que desembocará en una situación analizante. La inclusión de la subjetividad del analista y su disponibilidad narcisista permite el apuntalamiento mutuo de los narcisismos. Un potencial alucinatorio es descargado sobre el analista y se encuentra en la búsqueda de éste. La adaptación del analista permitirá la construcción de un continuum co-alucinatorio que va a acceder a la subjetivación de lo escindido y la figurabilidad.
La experiencia paradójica no tiene solamente consecuencias negativas, puesto que forma parte de la vida y de los aprendizajes. Aumenta la tolerancia a la ambigüedad gracias al humor. Acercamientos inesperados como en la creación, la libertad con respecto a las ideas recibidas permite una cierta fluidez en el vaivén del fenómeno transicional entre la realidad externa y la realidad interna. La paradoja fundadora sigue siendo la que consiste en articular pulsiones de vida y de muerte, lo que siempre debe recomenzar, en particular en el trabajo de análisis de la transferencia paradójica.