REVISTA N° 9 | AÑO 2011 / 1
Resumen
Pensar en el vínculo desde el psicoanálisis
El concepto de vínculo en psicoanálisis ha sido tratado por numerosos psicoanalistas. Freud, en 1895, en su “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” propone que la inauguración del aparato psíquico se da a partir de la reinvestidura de la vivencia de satisfacción, entendiendo que ésta pudo ser concretada a partir de un otro auxiliador que reconoció la demanda de la necesidad de alimento del bebé, aportándole el plus de placer. Este primer vínculo inicia la vida psíquica del recién nacido. La relación con los otros externos, como partícipes necesarios en la vida de todo sujeto, será tema a lo largo de su obra. Otros autores ampliaron con sus investigaciones los fundamentos inconscientes del vínculo en la pareja, familia, grupo e instituciones. Bion, Bleger, Aulagnier, Anzieu, Kaës, Bernard, entre muchos otros plantearon la importancia de lo filogenético y lo ontogenético en la construcción de los vínculos actuales y de las futuras generaciones. Las formaciones primitivas, previas a la individuación, estarían depositadas en todos los vínculos y funcionarían, además, promoviendo el encuentro del sujeto con los otros.
La dinámica generada entre sujetos, en donde el objeto se halla animado por la presencia, propone un desafío especial para el abordaje psicoanalítico, en donde la mirada se centrará en esa estructura dinámica.
Palabras clave: vínculo primario, filogenia, construcción intermediaria, relación de objeto y vínculo.
Résumé
Penser au lien depuis la psychanalyse
Le concept de lien en psychanalyse a été traité par de nombreux psychanalystes. Freud, dans son “Projet d’une Psychologie pour Neurologues″, de 1895, propose que l’inauguration de l’appareil psychique s’effectue à partir de la réinvestiture de l’expérience de satisfaction, considérant que celle-ci ait pu se concrétiser à partir d’un autre auxiliateur qui a reconnu la demande de la nécessité de nourriture du bébé, lui apportant un plus de plaisir. Ce premier lien marque le point de départ de la vie psychique du nouveau né. La relation avec les autres externes, comme principes nécessaires dans la vie de tout sujet, sera un thème tout au long de son œuvre.
D’autres auteurs ont développé avec leurs recherches les fondements inconscients du lien dans le couple, la famille, le groupe et les institutions. Bion, Bleger, Aulagnier, Anzieu, Kaës, Bernard, parmi d’autres ont exposé l’importance du phylogénétique et de l’ontogénétique dans la construction des liens actuels et dans les futures générations. Les formations primitives, préalables à l’individuation, seraient déposées dans tous les liens et fonctionneraient d’autre part en promouvant la rencontre du sujet avec les autres. La dynamique produite entre les sujets, où l’objet se voit animé par la présence, propose un défi particulier pour l’abordage psychanalytique, où l’objectif se concentrera dans cette structure dynamique.
Mots-clé: lien primaire, phylogénie, construction intermédiaire, relation d’objet et de lien.
Summary
To think about the link from the Psychoanalysis
The concept of bond in psychoanalysis has been discussed by many psychoanalists. Freud, en 1895, in his “Project of a Psychology for Neurologists” proposes that the inauguration of the psychic apparatus starts from the reinvestiture of the satisfaction´s experience, understanding that it could have been expressed concretely from an “other” that helped and recognized the demand of nurishment needs from the baby, giving him the addition of pleasure. This first bond gives birth to the psychic life of the newborn. The relationship with the external “others”, as neccesary participants in all subject´s life, will be a theme all along his work.
Another authors have extended – with their investigations – the unconscious basis of bonds in couple, family, groups and institutions. Bion, Bleger, Aulagnier, Anzieu, Kaës, Bernard, among others, stated the importance of the phylogenetic and the ontogenetic in the construction of present bonds and of future generations.
Primitive formations, previous to individuation, would be placed in all bonds and would function, besides, promoting the encounter between the subject with “the others”.
The dinamics generated between subjects, where the object is animated for presence, proposes an special challenge for the psychoanalitic approach, where the view will be centered on that dinamic structure.
Keywords: primary bond, philogeny, intermediate construction, objetc relations and bond.
ARTÍCULO
Pensar en el vínculo desde el psicoanálisis
SOFÍA ARCARDINI DE BOCCARDO[*], ISABEL VALLA DE DOMÉNECH[**], SILVIA MUZLERA[***]
Son muchos los autores que han incursionado en el tema del vínculo desde el psicoanálisis, pero también son muchos los conceptos que se manejan sobre este tema. Todos son aportes que han ido abriendo caminos para que se pueda pensar e intentar agruparlos bajo una unidad de criterio.
Ya Freud, en su artículo de 1895, “Proyecto de una Psicología para neurólogos” plantea la inauguración del psiquismo, como la reinvestidura de la primera experiencia de satisfacción. La demanda por la necesidad para la supervivencia recibe la respuesta de un otro auxiliador que aporta al bebé lo necesario, acompañado por un plus de placer. Ese otro, que es portador de los mensajes filogenéticos, responderá con el alimento, puesto que ningún ser humano podría sobrevivir si su madre o sustituto no fuera en su auxilio.
Esto nos sirve para recordar que el bebé puede convertirse en sujeto sólo con la presencia del otro, desde el origen. Si bien, desde ese germen de psiquismo no hay aún registro de que quién lo alimenta es un ser diferente, exterior a él, quien va en su auxilio tiene los recursos mentales necesarios para aportar a ese cachorro, los elementos necesarios para la supervivencia. La madre no sólo ofrece su pecho como proveedor de alimento sino toda la ternura que de ella emerge y que posibilita la investidura de ese hijo. La provisión de alimento y de amor, son registrados en el psiquismo en formación, de manera tal que posibilita el pasaje de la necesidad al deseo, de la pulsión de autoconservación a la pulsión sexual.
Ante todos estos planteos de Freud nos surge una pregunta ¿Qué es lo que lleva al ser humano a construir vínculos? En un intento de dar respuesta a esta pregunta nos remontamos a Bion, pionero dentro del psicoanálisis con sus “Experiencias en Grupo”, quien nos dice que el individuo no puede evitar ser miembro de un grupo porque es un animal de grupo. Para Bion (1974) el funcionamiento grupal está activo en cada uno, aún cuando su manifestación pueda observarse y evidenciarse en los grupos. Esta afirmación genera, posteriormente, todo un desarrollo en autores tales como Pichón-Rivière, Kaës y Bernard quienes usan los conceptos de grupos internos o de grupalidad interna, en distintas acepciones
Este enfoque de lo grupal desde la filogenia, lo podemos pensar con Freud en Tótem y tabú (1912), Psicología de las masas, y en El malestar en la cultura (1929).
En varios de los llamados “escritos sociales” Freud plantea, si bien no una pulsión gregaria o social, sí lo grupal dentro del psiquismo, como una disposición heredada filogenéticamente. Investigando las organizaciones sociales totémicas, observa que los lazos de parentesco están determinados no por los lazos consanguíneos, sino por los lazos totémicos. En este sentido el parentesco y la determinación del grupo familiar están marcados por la pertenencia al mismo tótem. La familia totémica está organizada a su vez por las leyes que rigen la exogamia y el horror al incesto.
El totemismo es un sistema religioso y un sistema social. En tanto sistema religioso ordena la relación entre el hombre y el tótem (cuidado y temido). En tanto sistema social regula la relación de los sujetos entre sí y con otras tribus. Todos los miembros son descendientes del tótem. Los miembros del clan totémico tienen un estricto mandamiento social: se consideran hermanos y tienen la obligación de ayudarse y protegerse entre sí. En este sentido los lazos totémicos son más fuertes que los de familia consanguínea.
En tanto el tótem es transmitido por la madre, el único vínculo consanguíneo reconocido es el de madre-hijo, pero queda subsumido en el parentesco social totémico.
La organización familiar “padre-madre-hijos” es una formación social posterior que aparece con el reconocimiento por parte del ser humano del papel del hombre en la procreación. De este modo se desarrolla la monogamia como forma de propiedad del hombre sobre la mujer gestante que asegura la descendencia. Sin embargo la impronta gregaria de la hermandad totémica queda filogenéticamente heredada en cada ser humano.
Inclusive antes de la sociedad totémica, el parricidio cometido en la horda primitiva es posible gracias al grupo de hermanos que adquiere el poder de eliminar el jefe solamente por el reconocimiento del poder que otorga el grupo; un hombre sólo no podría haber cometido el asesinato primordial.
Por lo tanto, el pasaje de la naturaleza a la cultura, es un acto esencialmente grupal y no familiar. Es un acto que destituye un sistema hegemónico patriarcal autoritario para pasar a un sistema totémico matriarcal. La pulsión sexual de satisfacción directa, por el sistema exogámico, sólo era realizable fuera del clan totémico. La pulsión sexual de meta inhibida caracterizaba la relación madre-hijos y la relación entre hermanos. Cuando, con la evolución, aparece el enamoramiento de un objeto elegido, la monogamia, la pareja y la familia consanguínea, la masa pierde su hegemonía y la cultura queda siempre, en malestar, reclamando a la sexualidad de pareja, la pulsión que perdió.
Tal vez por todo esto es que tenemos pre-edípicamente la disposición a buscar entre nuestros pares, la hermandad totémica ancestral.
Siguiendo con Bion (1974), la cualidad gregaria del ser humano, se manifiesta espontáneamente en los grupos, dentro de niveles que considera que apenas podrían llamarse mentales y a los que denomina Supuestos Básicos y cuya matriz permanece en un funcionamiento protomental, en donde lo físico y lo psíquico permanecen indiferenciados. Esto convive con otra forma de funcionamiento mental más evolucionado que corresponde al Grupo de Trabajo. En el hombre coexisten, entonces la infancia de la especie, que se manifiesta en formas de cooperación primitivas que no tienen en cuenta la realidad y a las que no les interesa el aprendizaje, con un pensamiento más evolucionado, científico. La discriminación de diferentes formas de funcionamientos, lograda a partir de la observación de los grupos, le sirve a Bion como punto de partida para sus teorizaciones acerca de diferentes estados mentales que existen en simultaneidad en la personalidad.
Primeros vínculos
Según Eiguer (1984), en la noción de vínculo en Bion tanto aquello que ocurre en el interior de un individuo, como aquello que se da a nivel interpersonal, a ambos niveles los refiere al vínculo primitivo madre-lactante. Para Bion el niño, a través de una identificación proyectiva de comunicación, intenta que la madre se identifique con sus sentimientos. Si ella experimenta lo que el bebé trata de transmitirle, pudiendo encontrar un sentido al llamado de su hijo, el vínculo se realiza a plenitud. Esto marca un encuentro entre dos psiquismo con el propósito del lactante de depositar en su madre sus afectos por identificación proyectiva y que la madre recibe a partir de un proceso de identificación introyectiva. El punto de partida del niño es pulsional, tiene hambre, está en estado de desamparo, necesita impresionar a la mente materna. La madre se convierte en continente de estas ansiedades, recibe libidinalmente a su bebé y pone a disposición de éste sus palabras, sus pensamientos.
Acerca de cómo los funcionamientos más primitivos posibilitan la creación de vínculos, es una idea que con sus variaciones es sostenida por varios autores. Según Bleger en cada sujeto coexisten restos de vínculos simbióticos especialmente de los vínculos originales. Estas formaciones primitivas, anteriores a los procesos de individuación que actúan como continentes para el yo, corresponden al núcleo glischocárico, y que son los que según el autor mencionado, se depositan en todo vínculo. En consonancia con estas ideas Marcos Bernard (2001; 2006) plantea que la primera representación en el aparato psíquico es la de un vínculo. Nos dice que “la alucinación del pecho es la primera representación de un vínculo”.
Anzieu (1987) dice que el pecho es un vocablo corrientemente usado por los psicoanalistas para designar una realidad vivida por el niño, donde se mezclan diferentes vivencias: un pecho nutricio, la piel caliente y dulce al contacto que actúa como receptáculo activo y estimulante. El pecho materno, global y sincrético es el primer objeto mental, pero al poner el acento en la fantasía según Anzieu (1987), se descuidan las cualidades propias de la experiencia corporal, como también descuida lo que une a estas partes entre si en un todo unificador: la piel. Anzieu opina que el psicoanálisis ha tenido un desarrollo como teoría de los contenidos inconscientes. Pero un contenido no puede existir sin un continente, por eso se propone completar las fantasías relativas a los contenidos psíquicos con el de fantasías referidas a los continentes. Esto lo ha llevado a sus desarrollos sobre el Yo Piel. Desde este punto de vista intenta comprender las formas contemporáneas de patología como
Según Anzieu (1987), el infans adquiere la percepción de la piel como superficie en las experiencias de su cuerpo con el cuerpo de la madre y dentro del cuadro de una relación aseguradora de apego con ella. El Yo Piel es una figuración de la que el niño se sirve en las fases precoces de su desarrollo para representarse a si mismo como que contiene contenidos psíquicos a partir de su experiencia de superficie con su cuerpo. La piel como saco que contiene, marca un límite con el afuera, a la vez que actúa como barrera protectora de las agresiones. También es un medio primario de comunicación.
Anzieu aclara que “envoltura” es una noción abstracta que expresa el punto de vista de un observador minucioso pero exterior. No obstante afirma que el bebé tiene una representación concreta de esta envoltura proporcionada por la realización de una experiencia sensorial que se ve infiltrada de fantasía. Son las fantasías cutáneas las que proporcionan a su yo naciente de una figuración imaginaria, propias de un funcionamiento originario, de naturaleza pictogramática (según Piera Aulagnier), más arcaica que los funcionamientos primarios del psiquismo.
El Yo piel es una estructura intermediaria del aparato psíquico, Intermedia cronológicamente entre la madre y el bebé, intermedia estructuralmente entre la inclusión mutua de los psiquismos en la organización fusional primitiva y la diferenciación de las instancias psíquicas correspondientes a la segunda tópica freudiana. El Yo piel es un interfaz.
Se construye una interfaz, en forma de piel común, en donde en ambos extremos están la madre y el bebé respectivamente. El entorno maternante que rodea al bebé con una envoltura de mensajes deja un espacio a la envoltura interna, la superficie del cuerpo del bebé. Si la hoja externa se adhiere demasiado, el yo del niño es ahogado e invadido por los yo del entorno, si es demasiado laxa el yo carece de consistencia.
Antes de la constitución de la fantasía de una piel común, el psiquismo del recién nacido está dominado por una fantasía intrauterina que niega el nacimiento y que expresa el deseo propio del narcisismo primario de un retorno al seno materno, fantasía de inclusión recíproca, de fusión narcisista primaria. Las envolturas autísticas traducen la fijación a la fantasía intrauterina y el fracaso del acceso a la fantasía de piel común. El bebé escapa de un funcionamiento abierto y se retira dentro de un sistema cerrado. En cambio la interfaz transforma el funcionamiento psíquico en sistema cada vez más abierto, que concluye con la desaparición de esta piel común y el reconocimiento de que cada uno tiene su propia piel y su propio yo. El niño adquiere un Yo- piel propio con una envoltura psíquica continente de los propios contenidos psíquicos. Se produce además una interiorización del entorno maternante que se convierte en el mundo interior de los pensamientos, de las imágenes y de los afectos.
Aulagnier (1975) dice que a lo originario del bebé le responde lo secundario que gobierna la conducta de la madre. Describe el primer encuentro boca-pecho y la relación entre ambos como un momento de indiferenciación representado en un pictograma, protoforma que permitirá el desarrollo posterior de la fantasía.
Marcos Bernard (2006) considera que el surgimiento del psiquismo coincide con el de la fantasìa. La membrana piel que envolvía al nonato ha sido reeemplazada por la del vínculo simbiótico con la madre que restablece la primitiva fusión. Coincide con Anzieu (1995), en que existe un registro de esos primeros momentos por parte del niño que P. Aulagnier (1975) describe como pictograma. Consta de un solo elemento, pecho fusionado a la boca del niño, a diferencia de lo que puede percibir un observador externo que ve a dos. En consonancia con Aulagnier, Anzieu se preocupa por el mundo prerepresentacional, el de los significantes formales, constitutivo no tanto de los contenidos psíquicos inconscientes, sino de los continentes psíquicos que son representaciones del espacio, de los estados de los cuerpos en general.
En estos primeros momentos de la estructuración de la psique, Piera Aulagnier afirma que el discurso de la madre actúa como portavoz, como representante de un orden exterior que ella enuncia en su discurso. Le ofrece al niño una realidad modelada por su propia psique, que respeta las exigencia de la represión. El niño recibe un material marcado por el principio de realidad y por el discurso. Entra en juego una escena extrafamiliar. “El contrato narcisista tiene como signatarios al niño y al grupo. La catectización del niño por parte del grupo anticipa la del grupo por parte del niño”. El niño se convierte en el portador del lugar de un conjunto, pero que permite la continuidad del conjunto al convertirse en portador de un discurso que incluye ideales, valores. Para que esto se de el conjunto debe investir narcisísticamente a cada nuevo integrante el que deberá retomar ese discurso. Se pone así de manifiesto la funciòn identificante del contraro narcisista.
Además agrega: «La primera representación que la psique se forma de sí misma como actividad representante se realizará a través de la puesta en relación de los efectos originados en su doble encuentro con el cuerpo y con las producciones de la psique materna» (Aulagnier, 1975). Esto está íntimamente relacionado con el planteo de trabajo psíquico, descripto por Freud como la exigencia al psiquismo a consecuencia de la relación con el cuerpo: las pulsiones, originadas en el soma llegan a la psiquis, siendo un concepto límite entre lo psíquico y lo somático.
Ese “pecho nutricio” es introyectado por el infans y con él, tal como lo destaca Kaës, “se introyectan el representante del narcisismo primario, del sentido y del vínculo, de la represión y de la renuncia” (Kaës, 1998).
Pero esta psiquis primaria, poco delimitada e individualizada, se va construyendo marcada por la apertura al otro, abriendo la posibilidad de una comunicación que Bleger la fundamenta como un resto de indiscriminación del Yo – no Yo de la madre y de la familia. Este concepto lo destaca Ruffiot para explicar sus observaciones clínicas del grupo-familia en análisis.
A esta altura, podríamos suponer que el psiquismo infantil se va construyendo, partiendo del trabajo psíquico que impone la pulsión, enriquecido por las experiencias aportadas por la madre, en el momento inicial pero, también el padre y la cultura. Los aportes parentales son representantes, también, de mensajes de las generaciones anteriores que han modelado el psiquismo de los padres.
Apertura a “los vínculos”
Todo lo planteado lo sintetiza Kaës con su concepto de “estado del vínculo”, al que define como: «son esquemas, previos o adquiridos, de todo vínculo. El estado del vínculo o vínculo originario o protovínculo describe la condición permanente y previa a toda posibilidad de vínculo: el trasfondo simbiótico o escindido que sostiene la identidad básica de todo vínculo» (Kaës, 1998). Sería el punto de encuentro entre los filogenético, lo ontogenético y lo transgeneracional.
Este origen común de los sujetos es lo que posibilita la apertura al vínculo: la demanda para la supervivencia, el auxilio del otro (madre o sustituto) y el plus de placer, la introyección de los primeros objetos, la construcción de las relaciones de objeto que con su potencial libidinal investirán objetos externos, abren el circuito de apertura al vínculo. Es aquí donde se puede ver el fenómeno transferencial, desde el inicio de la vincularidad.
Dice Marcos Bernard (2001): «la transferencia es entonces el gran articulador entre las relaciones de objeto y los vínculos de que el sujeto participa. Estos vínculos, […] tienen en las relaciones de objeto de sus actores, si no el único, por lo menos un organizador indispensable».
Esta articulación del sujeto con el objeto externo toma consistencia vincular por la animación del objeto, o sea, como lo expresa Kaës, “el otro en el objeto”. Ese otro, hace que se jueguen investiduras de una y otra parte, construyendo lo que para Bernad es el “efecto combinación, [o sea] lo que en el vínculo hay de irreductible a la suma de sus componentes. Marca un efecto de creación […] Esa creación estaría dada en los puntos de anudamiento entre el espacio intrapsíquico de uno con el/los otro/s. El lugar de confluencia promueve la constitución de estructuras, formaciones y procesos psíquicos, característicos de los conjuntos intersubjetivos. Esta “correlación de subjetividades” (Kaës, 1998), se configura por una dinámica entre el sujeto y el objeto. Este último, con la presencia, se halla animado. Se juega la circulación del deseo del sujeto y del otro en el objeto dotado, además, por las características particulares impuestas por la presencia. Ese otro, es también sujeto que mira al primero como objeto que incluye al otro. Esta alternancia y/o simultaneidad, hacen del vínculo una estructura dinámica.
Se comprende, con esto, que el análisis vincular requiere de una metapsicología específica, tal como lo plantea Kaës.
El vínculo, construcción intermediaria, está sometida y modelizada por los sujetos y por la cultural, quien establece lo prescripto y lo proscripto a través de lo jurídico, religioso, cultural y económico. Pero, fundamentalmente, implica el deseo de los sujetos de construir un vínculo estable y duradero. Para que esto se concrete hace falta la movilización de formaciones intersubjetivas: alianzas, pactos y contratos. Estas formaciones, son necesarias para la conformación vincular, dotándola de características particulares que permiten decir que cada vínculo, además de ser instituido es instituyente. Lo sociocultural marca su impronta y la construcción intersubjetiva regresa a la cultura promoviendo cambios.
Así como el estado de vínculo está marcado por la fusión inicial bocapecho, a través del cual se inicia la transmisión del narcisismo de los padres y la historia generacional de cada uno de ellos, el nuevo encuentro será, también, continuador de los mensajes heredados para las generaciones venideras.
Bibliografía
Anzieu D. (1987), El Yo Piel, Madrid, Biblioteca Nueva.
Anzieu D. y otros (1995), Las envolturas psíquicas, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
Aulagnier P. (1975), La violencia de la interpetación. Del pictograma al enunciado, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2001.
Bernard M. (2006), El trabajo psicoanalítico con pequeños grupos, Buenos Aires, Lugar editorial.
Bernard M. (2001), Vínculo y relación de objeto; Trabajo presentado en el II Congreso Argentino de psicoanálisis de Familia y Pareja. Buenos Aires, Mayo de 2001.
Bion W.R. (1974), Experiencias en Grupo, Buenos Aires, Editorial Paidós.
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Freud S. (1912), Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos, O.C., tomo XIII, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1994.
Freud S. (1929), El malestar en la cultura, O.C., tomo XXI, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1994.
Kaës R. (1995), El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teoría psicoanalítica del grupo, Buenos Aires, Amorrortu editores.
Kaës R. (1998), Sufrimiento y Psicopatología de los vínculos instituidos, en Sufrimiento y Psicopatología de los vínculos institucionales, Buenos Aires, Paidós.
[*] Licencia en Psicología, Miembro Titular de la Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo de Mendoza (Argentina), Miembro del Departamento de Familia de la APPFG, Docente en el Curso de Postgrado «ENFOQUE PSICOANALÍTICO DE LOS ABORDAJES GRUPALES», de la Facultad de Psicología de la Universidad del Aconcagua, Miembro de la AIPPF, Miembro del Colegio de Representantes de la AIPPF. sofdeboc@hotmail.com
[**] Licenciada en Psicología, Miembro titular de la Asociación de Psicoanálisis de
Pareja, Familia y Grupo de Mendoza (Argentina), Miembro Adherente de la Sociedad, Psicoanalítica de Mendoza, Directora del Area Científica de la Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo de Mendoza, Miembro de la Asociación Internacional de Psicoanálisisde Pareja y Familia. isabellavalla@yahoo.com.ar
[***]Licenciada en Psicología, Miembro titular de la Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo de Mendoza, Especialista en Psicología Grupal, Docente Titular de la asignatura «Enfoque técnico de los abordajes grupales», Facultad de Psicología, Universidad del Aconcagua. Mendoza, Directora del Curso de Posgrado «Psicología de los grupos. Enfoque psicoanalítico de los abordajes grupales», Facultad de Psicología, Universidad del Aconcagua, Mendoza. smuzlera@uolsinectis.com.ar