REVISTA N° 9 | AÑO 2011 / 1

El Concepto de «vínculo»

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El concepto de “vínculo” 

 

La construcción de la identidad no solo depende de los procesos más tardíos de identificación entre sujeto y objeto. El sentimiento de identidad se origina primariamente en una percepción pre-psíquica confusa en la cual el SI MISMO no está bien diferenciado del «NO SI MISMO» de la envoltura de la matriz originaria. Las diferentes formas de esas percepciones originarias mal delimitadas constituyen el fondo del «NOSOTROS» (o del «ON» en francés), del cual va a desprenderse, parcialmente, el vínculo.

Palabras clave: percepción pre-psíquica, envoltura, huella, nosotros.


Le concept de “lien″

 

La construction identitaire ne se limite pas aux tardifs processus d’identification de sujet à objet, et le sentiment de l’identité tire son origine primaire d’une perception confuse prepsychique où SOI n’est que mal distingué du “Non-SOI″ de l’enveloppe matricielle. Les avatars de ces perceptions originaires mal délimitées sont à la base du “NOUS″ ou du “ON″, dont se détachera partiellement le “lien″.

Mots-clé: perception prépsychique, enveloppe, trace, Nous.


The concept of “link”

The construction of the identity is not limited to the late processes of identification between subject and object. The identity feeling get out its primary beginning of a prepsychic and indistinct perception with what the ONESELF is not well distinguished from the «NO ONESELF» of the matrixal envelope. The avatars of these original undelimited perceptions are the fundations of the «US» from whom the link will partially detach itself.

Keywords: prepsychic perception, envelope, trace, us.


ARTÍCULO

El concepto de “vínculo″

JEAN GEORGE LEMAIRE[1], MICHELLE DUBOST[2]

El “vínculo” no forma parte de los conceptos psicoanalíticos originales y es con frecuencia utilizado por el conjunto de clínicos del campo psicoanalítico, no solo por aquellos del campo familiar sino también por aquellos que no ejercen más que en el encuadre de la cura individual. No es entonces por azar que tantos de nuestros brillantes colegas escriban sobre este tema numerosos textos, más y más argumentados. Parece además que bajo una pluma precisa se designa la evolución del contenido semántico de este concepto.

Por ejemplo Bernard Brusset – después Green – tendía a considerar al vínculo como una categoría parte de la “relación de objeto” y sin embargo más recientemente se aleja de esta propuesta, de esta primera concepción extraída del psicoanálisis individual y de la relación Yo – Objeto, pilar de la metapsicología freudiana.

El concepto de «vínculo» no les era necesario y no había entrado en los nobles diccionarios de los fundadores de la corriente del pensamiento psicoanalítico, hasta que este concepto fue muy convocado desde la corriente que nosotros representamos, la de los psicoanalistas que trabajan con familias y parejas. Y el uso frecuente que nosotros hacemos «retumba» hoy sobre las concepciones del análisis individual, como la sombra del objeto sobre el “Yo”…

Para intermediar en la evolución de este concepto nosotros desbordamos la concepción tradicional, individual o individualista del psicoanálisis: la noción de relación de objeto no nos es más del todo suficiente. Algunos de nosotros «observamos directamente» las relaciones persona a persona, pero no nos quedamos allí y eso nos lleva a ayudar a los partenaires a realizar o a compartir el auto análisis de sus “relaciones de objetos” .

Pero principalmente si nosotros hablamos aún de «Objeto» en nuestra disciplina específica, es pensando en un «objeto grupal». Como integrantes del conjunto del movimiento del psicoanálisis grupal contemporáneo, nos concierne este concepto y mucho más que a los analistas de los grupos artificiales, puesto que nuestro trabajo nos obliga a preocuparnos por el sentido y el origen del «Nosotros», término universalmente empleado sin definición por nuestros consultantes que nombran allí cualquier cosa que tenga que ver con el Objeto grupal.

Los consultantes con quienes nosotros trabajamos, ya sean niños pequeños, adolescentes, adultos, grupos de padres, ponen en evidencia la construcción progresiva, indecisa y precipitada de su acceso a una identidad personal que nombran como «Yo, Mi», o que  llaman     «Nosotros» y sobre          todo «On…»,       ellos confunden frecuentemente estas dos formas principales de su identidad y del narcisismo allí ligado. Y eso sin hablar aquí del “Alter Ego”, Superyo, Ideal del Yo, «Yo-basurero» u objeto malo, y seguramente también portapalabra de un Nosotros social frecuentemente confundido con el Nosotros de los orígenes.

Así un vínculo, o sobretodo una multitud de vínculos están entrelazados al seno de toda pareja y de toda familia. Cada Yo sostiene con ese vínculo una relación de ambivalencia intensa y arcaica. Es esta dimensión «arcaica» lo que merece nuestra reflexión y nuestros esfuerzos de imaginación para representarnos sus orígenes y por ello una parte de su sentido.

Claro y brevemente: antes de acceder al lenguaje de la primera persona del singular y al sentimiento de una identidad individual, el ser humano permanece largo tiempo tributario de una percepción primaria vaga de lo que es “Sí mismo” y de lo que es “No yo-Envoltura de Sí”. Así lo testimonian los estudios del desarrollo neurosensorial del feto y del niño por los que se comprende que se construye lentamente una vaga percepción de existir desde el seno, como envoltura portadora. De un Sí mismo y del Mundo confundidos en su origen se esboza poco a poco un Sí que intenta distinguirse de su envoltura. Sin embargo no se distingue en principio más que de esta envoltura y en función con ella, todo en él permanece interno y la percepción de existir no puede adquirirla sin la participación de esta envoltura. Más tarde el desarrollo psíquico se hará por distinción parcial del «Soy» de su envoltura, la que devendrá en «Nosotros» o sobretodo una clase de «On» mal definida.

En el vocabulario más reciente del psicoanálisis contemporáneo, las nociones de espacio transicional, envoltura, o Yo-piel expresan lo que nosotros entendemos y sentimos en el corazón de nuestra clínica transfero-contratransferencial: de un caos inicial o de esta especie de confusión global surge una 1era percepción neuro-sensorial que vendrá poco a poco a constituir la percepción de un espacio transicional entre un Yo en desarrollo y la envoltura de ese Yo. Un «Nosotros» precede así al Yo ulterior. Contrariamente a ciertas concepciones tradicionales, la identidad o su sentimiento no se construyen en principio sobre las identificaciones de persona a persona. Esta llegará más tarde con el perfil de una representación de Sí. Antes nuestro trabajo psíquico nos conduce a una especie de «ON» que está primero, índice de nuestras capacidades perceptivas primarias.

Bien entendido los trazos de este espacio transicional entre «yo» y «no-yo» persisten definitivamente: sobre el plano psíquico y no sólo el perceptivo sensorial, ellos serán la base de lo que cada ser accediendo a la representación tomará de un «On», antes de acceder finalmente a la noción ya mejor definida de un «Nosotros».

Y el “vínculo″ está en efecto en el avatar (transformación) de esta evolución, avatar distante de una percepción sensorial originaria, avatar seguido del espacio transicional que preformará un «nosotros» primario. 

He aquí porqué es en el encuadre de las terapias psicoanalíticas que profundizan en la pareja y  en familia que se puede comprender  verdaderamente la noción de “vínculo” y de «Nosotros». Y es por esto que, largamente descripta, nuestra práctica psicoanalítica con parejas y familias les permite hoy introducir en el pensamiento y en el movimiento psicoanalítico mismo.

Los sentimientos de identidad han sido concebidos principalmente como consecutivos a los procesos de identificación de “sujeto” a “objeto”, llamando “objeto” en sentido similar a la persona. Tal era punto de partida de un psicoanálisis sacado del encuadre del divánsillón. Nosotros aportamos otra perspectiva, la cual no suprime la primera y sus modos de identificaciones, pero toma la construcción identitaria como anterior a estos procesos psíquicos: es un “ambiente”, percibido sensorialmente, que permite la construcción de un primer espacio psíquico transicional, en el origen del vínculo primario, matriz del Yo…

Como la envoltura sensorial, que luego será psíquica, precede al vínculo, hará función de matriz. Algunos lo viven dolorosamente, a veces como lugar de encierro. En el mejor de los casos, este avatar, este cambio de los procesos arcaicos se abrirá (expandirá) bajo la forma del sentimiento amoroso y mismo del amor, fenómeno indescriptible, que entre otros, atenuará esta distinción “Sujeto – Objeto” y del mismo modo “Yo – Nosotros”.

Trad. del francés al castellano: Lic. Irma Morosini

 


Bibliografía

Dubost M. (2004), Le thérapies familiales en institutions, Revue Dialogue, n° 166.

Lemaire J.G. (1989), Famille, Amour, Folie, Paris, Paidos Le Centurion.

Lemaire J.G (1979-1994), Le Couple, sa vie, sa mort, Paris, Payot.

Lemaire J.G. et coll. (2007), L’Inconscient dans la famille, Paris, Dunod.


[1] Pédo-psychiatre, Psychanalyste SPP, thérapeute de couple et de famille et président honoraire de Psyfa, Professeur honoraire de Psychologie (Université Paris-Descartes), ex-Directeur de la Revue Dialogue-recherche sur le couple et la famille.

[2] Psychologue, Psychanalyste, thérapeute de couple et de famille Psyfa, ex-chargée de cours à l’Université Paris-Descartes et à l’Université Paris-Ouest Nanterre.


Revista Internacional de Psicoanálisis de Familia y Pareja

AIPPF

ISSN 2105-1038