REVISTA N° 8 | AÑO 2010 / 2

HISTORIA DE UN SUFRIMIENTO

HISTOIRE D’UNE SOUFFRANCE

La souffrance expérimentée au cours d’une génération peut circuler dans le temps lorsque son élaboration n’a pas été possible.

Le contrat narcissique garantit la structuration du sujet mais, dans des circonstances déterminées, la transmission peut transporter des contenus déstructurant. Il peut arriver que des contenus qui résultent des expériences traumatiques qui n’ont pas pu être élaborées demeurent clivés et seront donc l’objet de transmission transgénérationnelle.

Pour ce couple qui fait une consultation, l’imposition des significations, marquées par le narcissisme de la famille de Luis, est soutenue par le silence de María, entrejeu rendu possible par les alliances inconscientes. Dans cette histoire de famille, on peut apprécier comment chaque génération contribue, en maintenant le mandat transmis, à perpétrer une violence transgénérationnelle qui fait impact dans la descendance.

Mots-clé : transmission transgénérationnelle, narcissisme familial, contrat narcissique, alliances inconscientes.


SUFFERING STORY

The suffering lived in a generation may circulate through the time when elaboration has not been possible.

The narcissistic contract guarantees the subject´s structuring but, in certain circumstances, transmission may transport destructuring contents. This may occur when contents that result from traumatic experiences that could not be elaborated, result cleavaged and will be object of transgenerational transmission.

As to the couple that is consulting, the imposition of the meanings, marked by Luis´s family narcissism, are supported by María´s silentness, interplaying enabled by unconscious alliance. In this family´s history, it can be appreciated how each generation, as sustaining the transmitted mandate, contributes to perpretate a transgenerationtal violence that makes impact in descendance.

Keywords: transgenerational transmission, family narcissism, narcissistic contract, unconscious alliances.



ARTÍCULO

HISTORIA DE UN SUFRIMIENTO

SOFIA ARCARDINI DE BOCCARDO[1], ISABEL VALLA DE DOMENECH[2]

A veces, puede suceder, que en un sufrimiento estén condensados muchos sufrimientos y que en el presente intenten elaborarse historias del pasado que se presentan como cristalizadas.

En este trabajo nos proponemos compartir la experiencia clínica con una pareja. Es la historia de un sufrimiento que ha recorrido un largo camino.

El término sufrimiento significa “padecimiento, dolor, pena”[4]. La acepción etimológica de sufrir, según la Real Academia Española, proviene del término latino suffere, que significa “sostener”. Veremos cómo en esta historia el “padecimiento, dolor y pena” se han “sostenido” en el tiempo a lo largo de muchas generaciones.

El relato que traen los pacientes se inicia antes de la llegada de los españoles a América cuando el Imperio Inca era una civilización pujante y, como todo Imperio, tenía formas de sostener su poder. Muestran cómo un grupo humano, que formaba una comunidad, tomó la decisión de enfrentar a la autoridad y buscar su autonomía. El costo fue muy doloroso: fueron expulsados de sus tierras y obligados a recorrer miles de kilómetros para encontrar un espacio en tierras del sur. Es un relato de destierros y de duelos no elaborados. Ante el énfasis puesto en lo histórico desde el relato de la pareja, nos preguntamos si esta adherencia al pasado es defensiva ante la imposibilidad de una construcción de un encuentro en el presente o bien implica la insistencia de aquello que no pudo ser elaborado. Si bien estos hechos pertenecen a la historia familiar de Luis, algo de María se actualizó en el vínculo, que permitió la circulación intergeneracional.

Apoyadas en los aportes de quienes han desarrollado investigaciones sobre temas psicoanalíticos vinculares, intentamos pensar acerca de esta historia de sucesivas generaciones que sostienen una modalidad vincular entre sus miembros, que obstaculiza darle un lugar al pasado, les impide transitar el presente y lanzarse al futuro en la búsqueda de un territorio y un tiempo propios

Una mirada desde la teoría

Puede haber diversas maneras de abordar estos temas desde el ámbito de la teoría. Sabemos además que según el instrumento que se utiliza serán las conclusiones que se obtienen. Por lo tanto, nuestro aporte sólo es parcial y según el particular ángulo desde el que observamos a este conjunto vincular.

Desde nuestro vértice, en la constitución de una pareja cada sujeto alberga dentro de sí toda una historia o varias historias: la de él, la de su familia y la de la cultura. Así, cada uno aporta su bagaje y será a partir de esa amalgama que se conformará el nuevo vínculo, dando lugar a un precipitado diferente de los elementos que originariamente colaboraron en su construcción, a lo que se agrega la influencia del contexto cultural.

En su trabajo “El Narcisismo familiar, sus orígenes y su destino”, Eiguer (2007) se refiere a la importancia del narcisismo individual para construir el “nosotros”, y así “esfumar los límites personales y favorecer la intersubjetividad”. Esto permite que los contenidos narcisitas de los progenitores puedan circular en una cadena generacional, traspasando uno tras otro los eslabones y realizar los deseos de sus padres. La realización de estos deseos por parte del hijo, es parte del contrato narcisista (Aulagnier, 1975). La narcisización del pequeño está desde antes de su llegada al mundo a cambio de la cual se comprometerá a ser continuador de una misión. Es así como, a partir de esto, cada sujeto está ligado al conjunto intersubjetivo que lo espera.

La pareja, la familia, están condicionadas por la herencia ancestral, por las representaciones estructurantes o desestructurantes que se transmiten inter o transgeneracionalmente. La pareja, fundadora del futuro grupo familiar, se conformará mediante el intercambio inconsciente de los contenidos del mundo interno de cada uno. La regresión que produce el enamoramiento, impregnado de narcisismo, necesario para la circulación inicial de la subjetividad, irá construyendo los espacios comunes en los que se desarrollará el vínculo, sostenido por el conjunto de pactos y acuerdos inconscientes, sobre los que se apuntalan los aspectos manifiestos.

Dice Kaës (2009) en su libro “La Alianzas Inconscientes”: “Como toda institución, la familia se funda sobre las alianzas incoscientes entre los sujetos. La realidad psíquica que se forma y la identidad familiar que de ella resulta reposan sobre un conjunto de alianzas, pactos y contratos diversos y variables, no solamente en sus formas, sus contenidos o funciones, sino también en la cualidad y la cantidad de miembros que ellas ligan. Sobre este último punto, la familia liga las familias, las parejas parentales, las generaciones, los hijos, las hijas, los hermanos y hermanas, las madres y los padres a sus bebés, a sus niños, a sus adolescentes, a sus propios padres y a los vínculos de parentesco (…)” (p. 99).

El contrato narcisista garantiza tanto la estructuración del sujeto como de los grupos familiares y culturales a los que pertenece. Pero, algunas fallas en el contrato como pactos renegativos de silenciar ciertos contenidos, pueden determinar que en esa transmisión se transporten contenidos desestructurantes, no elaborados en generaciones anteriores.  Respecto a esto, dice Tisseron (1995): “Cuando en una generación, después de un traumatismo que puede ser un duelo, pero también puede ser cualquier tipo de experiencia traumatizante, no se hace el trabajo de elaboración psíquica resulta, en consecuencia, un clivaje que va a constituir para las generaciones ulteriores una verdadera prehistoria de su historia personal…” (p. 18).

Los sufrimientos vividos por los antecesores familiares, que no pudieron ser elaborados, continúan su camino en la descendencia.

A. Packciarz y R. Losso (2007) destacan que esta transmisión se efectúa más allá de las palabras cuyos contenidos se transmiten “en bruto”, casi inmodificados al haber faltado el espacio intersubjetivo que permitiría que los contenidos recibidos fueran, al ser simbolizados, transformados en propios por los sujetos. El abordaje de las vivencias dolorosas que aquejan a la pareja desde diferentes vértices, facilita elaborar aquello que ha permanecido inabordable a lo largo del tiempo.

Luis y María: su historia o ¿personajes de una historia?

Luis y María, ambos profesionales de 43 años, consultan porque necesitan “reubicarse”   dicen, además de  no poder “disfrutar de las pequeñas cosas”.

En el momento en que dan sus datos de identidad, “algo impacta” en la terapeuta: es el apellido de él que delata una conexión con los pueblos originarios de América, y que está asociado además, a cierta jerarquía en la estructura social de esas comunidades. Desde un comienzo, en  esta presentación, se delinea algo que  se impone para ser escuchado en relación con la identidad, la que está  dotada de cierta grandiosidad según una jerarquía impuesta por el pasado. Lo que se destaca es la fuerza del pasado de Luis, en cambio, María queda opacada, en penumbra.

Al explayarse sobre los motivos de su demanda de ayuda dicen: –  Luis: Siempre estamos muy preocupados por hacer. Hacer las cosas bien, perfectas y no tenemos mucho registro del sentir.

  • María: No sólo bien y perfectas. (…) Necesita dedicarse a cosas difíciles, que nadie las haga. Es como que siempre quiere estar más arriba. Yo (…) soy perfeccionista con la casa, llevo y traigo a los niños… A veces me siento como un “burro de carga”.

………………………………………………………………………………………………..

  • María: El padre de Luis le recuerda siempre, que él está para grandes cosas….

A la sesión siguiente, espontáneamente, traen el genograma familiar de Luis, redactado a través de distintas generaciones. Allí están documentados datos de la historia de esta familia desde el año 1619 a lo que agregan algunos relatos de tiempos anteriores, que han sido transmitidos oralmente. Allí se renueva la pregunta que nos hicimos ¿por qué necesitan apoyarse en la historia contada por otros para referirse a su propia historia?

En la presentación, esta pareja utiliza el término “reubicarse” lo que significa, según el diccionario, “Situarse o instalarse en determinado espacio o lugar”. Concepto muy significativo para presentar su problemática. El uso del término, expresa el reclamo por un tiempo y un lugar actual, presente; un cambio de ubicación.

Podríamos pensar que en esta pareja el hacer se convierte en querer sostener un orden perfecto. En esto María acuerda con su cónyuge: ella también es “perfeccionista”. Sin embargo el relato da cuenta que al hacer las cosas de este modo se convierten en portadores de “cargas” que quedan pesadamente depositadas sobre ellos, privándolos de movimiento propio. Según Nicolás Abraham (1987), cuando nos encontramos con representaciones tanto excesivas o faltantes, ya sea a nivel verbal, afectivo, corporal o del comportamiento, puede ocurrir que el conjunto original que contribuye a la construcción de un símbolo, esté fragmentado. Este déficit de simbolización se puede manifestar, como en este caso, en el que el hacer[5] está cargado de un exceso, desvinculado de  otros componentes, tales como el sentir propio, que estaría  en déficit. Es una forma de mostrar y ocultar al mismo tiempo, pudiendo ser el resultado de acontecimientos ocurridos en generaciones anteriores.  Luis es descendiente de pueblos aborígenes. Según él relata, la comunidad a la cual está vinculado su apellido, ocupó una vasta región del territorio de lo que hoy es un país vecino. Él mismo se encarga de aclarar que fueron pueblos originarios del Imperio Inca. El impacto que produjo en la terapeuta la presentación, empieza a ligarse  allí, con un decir, con toda una historia.

– Luis: (…) Mis antepasados (…) ¡fueron Incas! Hubo una guerra interna, antes de la llegada de los españoles (…). Mis ancestros (en Perú) perdieron (la batalla) y fueron desterrados. Cuando llegaron al nuevo territorio venían en nombre del Inca (en nombre del Imperio) allí estaban los  (pueblos) súbditos incas,). Todos los descendientes (incas) han luchado para conservar las tierras que les pertenecieron y ahora están usurpadas. Quieren que yo me haga cargo de esto y yo no quiero… (Luis se refiere a los litigios legales, la mayoría sin posibilidades de solución, respecto a los territorios que ocuparon cuando llegaron, luego del exilio)

Esto conduce a pensar: “¿de qué tierras usurpadas están hablando? Si fueron “desterrados” ¿serán las del territorio que ocuparon ellos luego del destierro o las que dejaron en Perú cuando el Inca expulsó a toda una comunidad?[6] El reclamo consciente está centrado en los territorios de la nación vecina. En  la narración va emergiendo cómo su abuelo y luego su padre, han continuado “peleando” para recuperar los terrenos que, alguna vez “ocuparon” sus ancestros (luego de ser desterrados), pelea que ahora Luis “debe” continuar. Apoyados en esta historia, que muestra la necesidad de recuperar un territorio propio, es quizás una manera de representar la necesidad de Luis y Maria de adueñarse de su propia vida y comenzar a escribir su propia historia.

Así como en el genograma no constan los datos anteriores a 1619, que no tienen palabras, tampoco están consignados una serie de hechos familiares  dolorosos y vergonzantes de la historia que deberían permanecer ocultos (“de eso no se habla”) y que casualmente,  hablan también de lugares usurpados y “destierros”. Uno de los más significativos es que Pedro (padre de Luis) fue inscripto como hijo de sus abuelos por lo cual, su madre figuró como hermana. El padre biológico habría sido expulsado de la familia. Por consiguiente, quienes figuran como progenitores del padre de Luis en realidad,  son sus abuelos. La posibilidad de mantener el apellido se dio a partir de que su abuelo biológico fue “desterrado” de la familia permitiendo que la descendencia portara el de la madre. Como solución a esto, el abuelo pasa a ocupar el lugar de ese padre sin espacio. Así se evidencia la repetición del origen: con la expulsión ancestral por parte del Inca, la comunidad queda sin su espacio y el pueblo pierde su nominación (el nombre del pueblo era el apellido de esta familia). Luis sólo conoce este hecho por familiares lejanos, nunca fue reconocida esta realidad.

A. Eiguer (2007) dice que cuando hay falencias en el reconocimiento del niño por el padre, pueden aparecer distintas manifestaciones: robos, mentiras. En este caso, vemos que hay un acto de trasgresión: al padre le roban la posibilidad de reconocer a su hijo biológico y se silencia el rol de la madre. Habría una prohibición de la exogamia. Esto nos lleva a pensar… ¿cuál es el robo del que Luis debe resarcir al conjunto?

Los secretos que se mantienen para ocultar hechos vergonzosos ejercen su influencia, aunque luego de un tiempo sean conocidos por los descendientes.  Aquellas experiencias no elaboradas en las generaciones precedentes, se mudan en situaciones traumáticas. Algo se convierte en indecible para ocultar hechos que avergüenzan. Están presentes pero no se pueden hablar. Quien sigue este proceder se torna en  portador de una cripta. La generación siguiente debe tratar con el clivaje del o de  los padres, de los que depende psíquicamente. Se convierte en portador de un fantasma; los acontecimientos de “indecibles” se transforman en “innombrables”.  De innombrables, en “impensables”. Luego aparecen conductas en las sucesivas generaciones que, aunque su origen se haya perdido, tienen el sello de pertenencia al conjunto. Cabe aclarar que también existe la posibilidad de que los traumatismos no elaborados puedan tener una salida creadora.

Así como, en el origen, cuando los ancestros de Luis quisieron autonomizarse y osaron sublevarse al poder del Inca, fueron vencidos, desterrados y transformados en innombrables, también Luis y María temen correr el mismo destino. El grupo originario “pretendió” elegir su propio destino, emanciparse del “padre Inca”, lo que les costó la exclusión. Esta población rompió el contrato narcisista al no ser continuador de los mandatos ancestrales y el resultado fue el retiro de investidura por parte del Imperio, condenados a peregrinar miles de kilómetros niños, mujeres y hombres en busca de un destino. En ese largo camino, seguramente, hubo muchas pérdidas para la comunidad.

  • María: Creo que esto es lo que no nos permite disfrutar lo que tenemos. Me da miedo por mis hijos…, sobre todo por la nena. Las mujeres de la familia de Luis no tienen lugar… Luego, María agrega:
  • Las mujeres de esta familia sólo estamos para apoyar las “cruzadas” de los hombres. Yo siento que Luis no me escucha o no le da importancia a lo que me pasa.
  • Luis: Yo no quiero más de todo esto. Quiero que, en familia, disfrutemos

Las palabras de Luis y María manifiestan un alto contenido de sufrimiento que se siente a nivel contratransferencial:

  • Querer salir de la trama y sentir que no pueden, como si el salir estuviera significado como una forma de destierro.
  • Vivir la sensación de que las mujeres están silenciadas y no poder aportar “la diferencia”.

Relatan una historia que parece lejana, pero que sin embargo impregna sus intercambios. Siguen sin poder encontrar una forma propia, al punto de ser colonizados por estos mandatos  que dan lugar a exclusiones, comprometiendo la propia existencia. Se interfiere el proceso de constituirse en sujeto singular en la intersubjetividad.  Esto ocurre cuando “…los acoplamientos psíquicos grupales que potencian transmisiones transpsíquicas (el APG a predominio isomórfico) pueden favorecer procesos de desubjetivación y de pérdida de la singularidad de cada uno…”[7]

María relata algunos hechos significativos de su historia personal que permiten comprender el acople de esta pareja. Su padre, si bien es recordado como contenedor y afectivo, siempre le marcó que su principal obligación era el estudio y que no podía permitirse “ser del montón”. Nunca le fue posible cuestionar nada ni preguntar nada, sólo debía responder al modelo establecido.

Lo que no pudo hacer en su familia de origen, intenta revertirlo en su relación de pareja. María expresa que quiere y necesita ser escuchada por Luis. Este tema aparece en el espacio del vínculo de alianza y en del contexto familiar, referido al reconocimiento de la mujer.

Ivonne Bordelois (2005), en su libro “La palabra amenazada”[8] analiza esta dificultad de escuchar, anclada a un modelo sociocultural. Ella dice que, en diversas manifestaciones de nuestra cultura se pone de manifiesto el silenciamiento de la mujer. Lo relaciona con el mito de Orfeo, creador de la música: Él no puede escuchar, sólo puede ser escuchado. En la tragedia, luego que Eurídice muere por la mordedura de una serpiente, Orfeo trata de resucitarla negociando con los dioses del submundo. Para que esto se concrete, hasta que no lleguen a la superficie y Eurídice esté iluminada por el sol, él no la puede mirar. Orfeo desoye la prohibición de girar la cabeza para mirarla, condenándola a la muerte definitiva. En última instancia el drama se desencadena por la imposibilidad de aprender a oírla, lo que  implicaría el abandono de la necesidad narcisista de ser escuchado. Si predomina el narcisismo, la comunicación se transforma en un monólogo, condenando al otro al silencio. María reclama y Luis reconoce que tiene dificultad para hacerlo. Pero “es superior a mí”, dice. Lo que indicaría que “lo superior” es algo que está por “arriba” de él, ¿lo ancestral? Es la trampa del mandato: salir es traicionar lo esperado de él, dar lugar a la palabra de la mujer es algo no posible en esta organización, estructurada a partir de las dos familias.

El mito de Orfeo habla de pérdidas, de intentos de reconstrucción, de la condena que surge al mirar hacia atrás.  Mirar hacia el pasado ¿será lo que impide la visión de la luz del futuro? Podríamos agregar que para la construcción de un nuevo espacio de pareja, el reubicarse en otro lugar, implicaría tolerar la desestructuración de lo anterior y la renuncia a detenerse en el pasado para poder seguir hacia adelante. La imposición de significaciones, de un modo unilateral, en los vínculos de pareja, de familia y también  en la cultura, supone el silenciamiento de los demás, y a veces de sí mismo, obstaculizando un diálogo abierto. Esto caracteriza a una cultura masificante que impone modelos y empobrece el propio modo de hablar. Así se tiende a destruir la intimidad,  promoviendo respuestas mecánicas que desdibuja la identidad de cada cual. Con la afirmación de Luis, “Yo no quiero más de todo esto”, aparece la posibilidad de dar cabida a otra forma de intercambio que dé lugar a nuevas opciones.

Un cambio significativo se puede observar en un relato que traen a sesión: junto a sus hijos han ido a comprar un equipo de música. Dicen estar muy sorprendidos porque no se habían dado cuenta que, a pesar de que a todos les gusta mucho la música, nunca tuvieron un aparato para escucharla. Posiblemente, la exclusión de lo sonoro estaría relacionada con cualidades intrusivas e impositivas pero, además evidencia la proscripción de escuchar (los secretos familiares). En relación con este tema Anzieu (1987) afirma que las sensaciones auditivas en un comienzo de la vida colaboran en la estructuración del si mismo. Pero pueden presentarse dificultades que le hacen perder a la envoltura sonora su cualidad de envolvente. Esto se manifiesta  por un déficit del entorno en cuanto a comprender lo que el bebé siente y necesita al tiempo que es descalificado en lo que expresa. Pero las alteraciones también se manifiestan como exceso en tanto que los estímulos que le llegan al pequeño no pueden ser procesados, pudiendo construirse a modo de protección verdaderas “murallas sonoras”[9]

En el caso clínico que estamos analizando, vemos que en la estructuración del entorno familiar y en el afán de protegerse de una forma de comunicación dolorosa, a través del impedimento o control de los sonidos penetrantes o indeseados, construyeron una especie de muralla que les permitió aislarse. Así se condenan al silencio que los deja, como familia, sin la posibilidad de una envoltura sonora que los pueda contener y acercar.

Para Janine Puget (2006), los acontecimientos traumáticos pueden seguir caminos divergentes. Sin embargo, dice, se puede disponer de puntos de referencia para percibir sus efectos. Es posible que uno o varios integrantes de la familia se adhieran de manera remarcada al pasado. Menciona como un ejemplo de esta modalidad el mantenimiento de un secreto familiar. En este caso dice que “…será posible transmitir la trama, el silencio o aquello silenciado…” También agrega que ante temas silenciados “… el analista comienza a percatarse que algunos temas de la vida cotidiana de las personas no aparecen…”[10] .

Un cambio fue posible en el caso de esta pareja, con la adquisición de un equipo de música, que facilita la escucha simultánea de varios sonidos o de varias voces, ayuda a generar la construcción polifónica de una forma de intercambio compartido como grupo familiar.

Conclusiones

Para concluir, transcribimos textualmente, un cuento que escribe la hija de 9 años, como tarea escolar, a fin de seguir pensando.

María trae el texto a sesión y lo lee, muy emocionada:

La Leyenda del bicho bolita

Hace mucho tiempo atrás, en una isla lejana, con mucha población y un lago, nació un niño llamado Mita.

Creció y lo eligieron como rey de la isla y cada vez iba tomando más y más poder. Lo único que hacía era estar con el dinero, no le importaba su pueblo, sólo pensaba en la plata. Se fue haciendo muy malo y trataba mal a su gente.

Un día, vio un bicho raro, desconocido que se hacía bolita y lo miró como muy insignificante y lo pisó.

Al día siguiente se había convertido en un bicho bolita.

El dios de la naturaleza lo transformó en el bicho que mató y nunca más se supo de él.

Es por eso que desde ese día empezaron a nacer los bichos bolitas


Bibliografía

Abraham N., Torok M. (1987), L′ecorce et noyau, Flammarion, Paris. Trad. Al español, La corteza y el Núcleo, Amorrortu Ed., Bs. As, 2005. Anzieu D. (1987), El Yo Piel, Biblioteca Nueva, Madrid.

Aulagnier P. (1975), La violencia de la Interpretación, Amorrortu Ed., Bs. As., 1991

Bordelois I. (2005), La palabra amenazada, Libros del Zorzal, Buenos Aires.

Consoli G. y otros (2008), Nuevas producciones de desobjetivación, II Congreso de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares Bs. As., Acta Nº2.

Eiguer A. (2007), El parentesco desconcertado o El parentesco sin brújula, Revista Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia, Nº 2007/1.

Eiguer A. (2007), El Narcisismo familiar, sus orígenes y su destino, Revista Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia, Nº 2007/2. Kaës R. (2009),Les alliances inconscientes, Dunod èditeur, Paris; trad. al español E. Jaroslavsky (pág. 99)

Packciarz Losso A., Losso R. (2007), La violencia transgeneracional como parte de la violencia familiar latente, Revista Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia, Nº 2007/1.

Puget J. (2006), La transmisión, un concepto polivalente, Conferencia en el Dpto. de Familia y Pareja de APdeBA: Bs. As.

Tisseron S. (1997), El psiquismo ante la prueba de las generaciones, Amorrortu Ed, Bs. As.


[1] Licenciada en Psicología, Miembro Titular de la Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo de Mendoza(Argentina) sofdeboc@hotmail.com

[2] Licenciada en Psicología, Miembro Titular de la Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo de Mendoza, Egresada de la Carrera Psicoanalítica de la Sociedad Psicoanalítica de Mendoza isabellavalla@yahoo.com.ar

[4] (2001) Diccionario de la Real Academia Española; 22º Edición;

[5] Hacer entendido como componente motor del símbolo.

[6] El destierro de la tribu a la que pertenece la familia de Luis, determinó que dejara de existir toda la comunidad, en el Imperio Inca, y ese territorio que quedó sin nombre, fue incorporado al territorio vecino. Al parecer, por información bibliográfica recolectada a los fines de este trabajo y que no es mencionada por la pareja, esta cultura fue vencida luego de una insurrección, que tenía por objeto autonomizarse del Imperio, alrededor de 1490, a partir de lo cual no hay más registro histórico, no se la nombra más.

[7] Consoli, Graciela y otros, “Nuevas producciones de desobjetivación”, II Congreso de

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Buenos Aires, mayo 2008, Acta Nº 2, Pág. 575- 576

[8] Bordelois, Ivonne, “La palabra amenazada”, Libros del Zorzal, Buenos Aires 2005, Cap 2: Eurídice la no escuchada, Pág. 17.

[9] Concepto creado por Roland Gori, mencionado por Didier Anzieu en su libro “El Yo Piel”

[10] Puget, Janine, “La transmisión: un concepto polivalente”, Trabajo presentado en el Departamento de familia y pareja de Apdeba el 12 de octubre de 2006, ficha, Pág. 2

Revista Internacional de Psicoanálisis de Familia y Pareja

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ISSN 2105-1038