REVISTA N° 9 | AÑO 2011 / 1

Revisión de ideas psicoanalíticas acerca del concepto princeps de Vínculo

Revisión de ideas psicoanalíticas acerca del concepto princeps de vínculo

  

En el presente trabajo se plantea el vínculo como soporte de la transmisión y su implicancia en la historia de las generaciones. Los vínculos son constituyentes por investidura, por la realidad psíquica emergente en el grupo de familia, las pulsiones, las alianzas inconscientes, interfantasmatizaciones, significaciones compartidas, representaciones, identificaciones e ideales.

Cada vínculo presenta una base subjetiva e intersubjetiva, la que se perfila en el proceso de apego, las experiencias intersubjetivas, intrapsíquicas y sociales.

Se hace referencia a la movilización narcisista que opera en el vínculo con el objeto transicional.

Finalmente se efectúa una breve referencia a los autores e ideas principales a lo largo de la historia del pensamiento psicoanalítico vincular destacando la organización del aparato psíquico vincular y las posibilidades del trabajo psicoterapéutico psicoanalítico con los vínculos familiares.

Palabras clave: vínculo, transmisión, realidad psíquica grupal, apego, intersubjetividad, objeto transicional, aparato psíquico vincular, psicoterapia psicoanalítica familiar.


Révision d’idées psychanalytiques sur le Concept princeps de lien

  

Dans le présent travail on pose le lien comme support de la transmisiòn et son implication dans l’histoire des générations. Les liens sont des constituants de l’investiture, la réalité psychique émergente dans le groupe familial, les pulsions, les alliances inconscientes, interfantasmatizations, significations partagées, des représentations, identifications et idéaux.

Chaque lien présente une base subjective et intersubjetive, celle qui se profile dans le processus d’attachement, les expériences intersubjetives, intrapsychiques et socials.

On fait référence à la mobiliser fonctionnement narcissique qu’il opère dans le lien avec l’objet transitionnel. Finalement, une brève reference a des auteurs et des idées principales tout au long de l’histoire de la pensée psichoanalìtique a relier incluent l’organizatiòn de l’appareil psìchique du lien et les possibilités du travail psychotherapèutique psicoanalìtique avec les liens familiaux.

Mots-clé: lien, transmission, réalité psychique groupal, attachement, intersubjectivité, objet transicionnel, appareil psìquique du lien, psychothérapie psichoanalìtique familial.


Revision of psychoanalytic ideas about the concept princeps of link  

 

The author discusses the link, which she views as a support for transmission, and its implications in the history of the generations. Links are constitutive by virtue of cathexis: of the psychic reality emerging in the family group, the drives, unconscious alliances, interfantasmatizations and shared meanings, representations, identifications and ideals. Each link has both a subjective and an intersubjective base, which may be observed in the attachment process and in intersubjective, intrapsychic and social experiences. The author refers to the narcissistic mobilization operating in the link with the transitional object.

Finally, the author refers briefly to major authors and ideas in the history of psychoanalytic thinking concerning the link, highlighting the organization of the psychic organization of the link and possibilities for psychoanalytic psychotherapeutic work with family links.

Keywords: link, group psychic reality, attachment, intersubjectivity, transitional object, link psychic apparatus, family psychoanalytic psychotherapy.


ARTÍCULO

Revisión de ideas psicoanalíticas acerca del concepto princeps de vínculo  

IRMA MOROSINI[1]

El vínculo creación y soporte de la transmisión

El vínculo refiere a la ligazón con el otro, de modo tal que los afectos, emociones y fantasías circulantes entre los miembros de una familia, pareja o grupo primario de amigos, generan entre sí una mutua interdependencia.

Los vínculos son implicantes ya que se inician con la historia de los eslabones familiares por lo que conectan con un pasado, un presente y una proyección futura.

Son absolutamente necesarios ya que constituyen el Ser, y son también los que paradógicamente pueden enfermar cuando el peso de lo investido es excesivo.

Es función de la familia, la transmisión de la historia.

Esa transmisión permite acceder a quién es cada uno, a una posición en el contexto socio-histórico-geográfico-cultural-económico-político, desplegando las expectativas y los temores que se imponen y definen desde el clima familiar.

La familia al transmitir sus contenidos funda la base de sustentación. Esta base será más o menos sólida, presentará posibles fisuras, ahondando un excavado de relieves particulares, invistiendo, estancando (a veces paralizando) e impulsando entre unos y otros. Este proceso sucede en el espacio del “entre”.

Siguiendo a Kaës (1989; 1993; 2007; 2009), los puentes de ligazón vincular son las pulsiones, la interfantasmatización, las significaciones compartidas que alimentan las representaciones, las identificaciones, los ideales transmitidos y las alianzas inconscientes.

El vínculo expresa por lo tanto la realidad psíquica que se juega entre los miembros del grupo de origen, dando margen a la posible subjetivación de sus integrantes. Éstos sufren, se alegran, se complementan y difieren en la asonancia, resonancia y disonancia de sus lazos vinculantes determinados por la alianza, la filiación, la afiliación, lo fraterno y lo edípico.

En el ejercicio del vivir el niño cruza la realidad en brazos de la ilusión.  La ilusión se construye en la relación primordial diádica, y deja su marca como sello de lo singular con que se puede interpretar la realidad.

Esta es nuestra base subjetiva e intersubjetiva, puesto que está destinada a crecer o a perecer acorde con las cualidades adaptativas, confiables, seguras de las iniciales figuras de apego.

 

El vínculo prueba del “nosotros” pre-existente

El grupo familiar define desde un a-priori la subjetividad posible del quién es quién, en los tránsitos peripatéticos de las identificaciones en sus procesos proyectivo-introyectivos.

La necesidad de transmitir es la que hace vínculo. Es genitiva y genitora. Opera en las alianzas circulando contenidos, emociones, afectos, historia, significados.

La transmisión modifica su contenido con la experiencia, no modifica su proceso. De allí que la fuerza del vínculo se conserve más allá y a pesar de ciertas situaciones que parecieran debilitarlo.

Un vínculo puede desaparecer si no se lo cuida, pero la energía que lo anima permanece animando otro vínculo.

Kaës (1993) afirma que la transmisión psíquica es una “producción intersubjetiva de la psique”, que opera por la carga del vínculo.

Pero a su vez el vínculo se gesta en ese espacio del entre desde donde se transmite; por lo que son dos procesos indisolublemente imbricados.

Los vínculos tienen cuatro apoyaturas, que son a la vez sus bordes:

  • la experiencia corporal (tiempo formador decisivo: el tiempo del apego fusional inicial, de la danza-diálogo en ese todo de la “constelación maternal”- D. Stern, 1997);
  • la experiencia intersubjetiva, el “nosotros”;
  • la experiencia intrapsíquica (significando y resignificando de modo singular y único los sentimientos, las ideas, dando un sentido a las expresiones, gestos, actos de los otros en el nosotros);
  • la experiencia social (repercusión del tiempo histórico, espacio geográfico, condiciones socio-económicas, culturales, religiosas en cada subjetividad).

 

Si revisamos el modo y proceso de anudamiento de estas bases y bordes, vemos que sostienen y contienen lo mismo que generan. Una lleva a la otra en un camino reversible.

 

Evidencia de vínculo en el objeto transicional (Winnicott, 1971)

Elegir un objeto y posicionarlo como un otro, ya sea para mitigar, alegrar o acompañar, muestra el vínculo que el niño es capaz de desplegar hacia el afuera. Ese objeto-juguete es real, pero va más allá de esa realidad material que lo constituye. No es reemplazable por otro, por lo que tiene una investidura proyectada por quién lo eligió y erigió en ese lugar. Y ese pequeño objeto significativo tiene el poder de lograr lo que antes lograba la madre (con él no se siente solito, puede enfrentar algo que lo asusta, acepta un cambio…)

El hecho de que un objeto se transforme en transicional, evidencia que se inicia un vínculo desde la subjetividad de un niño para con ese objeto, el que está en parte afuera y en parte adentro, objeto especial que encuentra y que a la vez crea.

Cuanto más necesitado de apego afectivo esté el niño, vale decir de vinculación con el sostén, con el apuntalamiento, con las certezas afectivas que lo aseguren, podrá transitar por los momentos de tensión y angustia, apuntalado en el vínculo con su objeto transicional.  El objeto transicional es real pero además es lo que significa, es presencia y ausencia, antecede y acompaña el proceso simbólico. Su existencia, así constituida por elección del niño es un paso en su evolución y modifica su psiquismo por ejercitación de un circuito de ida y vuelta entre proyección y reintroyección. Se complejiza y completa el psiquismo del infans por medio de ese vínculo, el que si bien es generado por el niño, funciona como si fuera en reciprocidad siguiendo el modelo primario – de la manera que le fue transmitido por su madre o figura sustituta.

Dice Winnicott (1971) que el objeto transicional atraviesa tanto el desafío subjetivo, regido por el principio de placer y el juicio de atribución proyectiva; como el desafío objetivo, acorde al principio de realidad y al juicio de existencia. El niño crea, inviste, emplaza, juega y cuando puede pasar a otro depositario lo hace, sin pena, sin trabas, simplemente acomoda y se abre a una actividad creativa, lúdica, artística – científica u otra en el área cultural. Para este tiempo la modalidad vincular está establecida.

Los vínculos tienen una carga afectiva que se inicia con la movilización narcisista extendida hacia el otro, atraviesa los eslabones de la cadena entre generaciones nutriendo los vínculos filiatorios, y se entronca con las elecciones libidinales de los vínculos de alianza, en la sucesión temporal de las historias de familia. El vaivén afectivo siempre opera allí.

Las alianzas y pactos inconscientes tejen las redes cuyos nudos son puntos de tensión y sufrimiento expuestos en palabras, actos, gestos, pensamientos, defensas con que se transmite, incidiendo desde y hacia los vínculos.

 

Historia del pensamiento psicoanalítico respecto a lovincular

Freud en “Psicología de las Masas y Análisis del Yo” (1921) plantea la existencia de una psique colectiva fusional que rige el funcionamiento inconsciente entre los componentes de la masa, dando sentido a lo que se fusiona tanto en el contacto corporal como por la sugestionabilidad que se transmite de unos a otros.

Posteriormente a partir del concepto de fantasía planteado por Melanie Klein, los postkleinianos W.R. Bion y S.H. Foulkes definieron un pensamiento compartido por el grupo por medio de fantasías comunes.  El grupo es visto como organizador y productor de realidad psíquica. Bion (1959) expresa que el grupo ajusta su modo de pensar, sus deseos, su voluntad, creando entre sus integrantes una mentalidad grupal como supraestructura integradora. Esta integración da homogeneidad a la diversidad de cada singularidad.

S.H. Foulkes define al grupo como “matriz psíquica” y ubica al trastorno psíquico en la red afectiva que opera en las interrelaciones marcadas por la pertenencia, debido a la resonancia inconsciente entre los integrantes del grupo, resonancia que Ezriel define como fantasmática (actividad fantasmática inconsciente del grupo).

Paralelamente en Buenos Aires E. Pichon–Rivière (1970) enlaza postulados psicoanalíticos con otros de la psicología social y la filosofía, destacando la constante red de interrelaciones grupales en el campo operacional y dinámico. Formula conceptos como los de grupo interno, grupo externo y vínculo.

La Escuela Francesa con D. Anzieu, Pontalis, Kaës, retoma la linea pichoniana pero si bien comparte la idea de grupos internos, los propone como “organizadores intrapsíquicos”. El grupo retoma su valor de objeto psíquico para el sujeto y el objeto es visto a la luz de su investidura por la pulsión, sus representaciones inconscientes, sus procesos de ligaduras y desligaduras cuyas cargas libidinales o mortíferas definen el curso de las mismas. Para D. Anzieu (1986; 1987; 1993) el niño comparte con su madre una frontera que no es tal, la propia piel y si la madre colabora en que el niño pueda diferenciarse el vínculo no los dejará atrapados en la misma envoltura sino que hará posible que cada uno tenga su propio límite, su propia piel. Lo que primero es envoltura física, luego es además envoltura psíquica. Anzieu trabajando con grupos observa que en ellos se despliega la realización imaginaria de los deseos inconscientes de la infancia: la ilusión grupal. A su vez Kaës investiga sobre los organizadores inconscientes y culturales (1965-68), sus leyes (asociación y permutación), y plantea (1968-69) los efectos de la grupalidad psíquica en el modelo del aparato psíquico grupal, con sus modalidades de acoplamiento (isomórfico y homomórfico), extendiendo la noción de grupo interno con la realidad grupal. Así, la constitución del sujeto del inconsciente se desliza por los puntos de anudamiento dados por: las alianzas, contratos y pactos inconscientes que dan cuenta de la cualidad, firmeza, redes y sentido de los vínculos, sellando sus compromisos.

 

Organización del Aparato Psíquico Vincular

Partiendo de la experiencia de dos cuerpos fusionados en una mente única del período prenatal, seguido de la vivencia oceánica postnatal; la diferenciación paulatina de ambos términos se efectúa desde el narcisismo parento-familiar extendido, ocupado en cumplir la transmisión por la que liga, determina y sella los vínculos.

 

  • El primer organizador del psiquismo es la representación psíquica de la unidad dual (Imre Hermann) que forman la madre y el niño, en la conjunción de la zona de encuentro: boca–pecho (Aulagnier, 1975), fuente de estímulos recíprocos en la que se juegan modalidades, se imprimen experiencias significativas, aflora la pulsión; y de la cualidad de la complementariedad entre ambos en la acción, circula el afecto, surgiendo las primeras representaciones mentales, inicio del aparato psíquico. El niño es necesidad y la madre es provisión, pero además la madre reconoce a ese niño como “suyo”, nacido de su cuerpo, destinatario de toda su ternura y sus sueños. Madre y padre lo invisten de modo tal que ese niño accede a ser especial para la mirada familiar.
  • La simbiosis biológica intrauterina, prosigue en simbiosis psicológica post nacimiento, por prematuración del infans y su estado de natural dependencia. De este sincretismo fusional (Bleger, 1967) queda un fondo representacional (Bernard, 1999) el que se conserva durante toda la vida y puede aflorar en situaciones críticas que desarticulan las adquisiciones posteriores.
  • Desde el aferramiento recíproco de la unidad dual se organizan los vínculos con sus aspectos inconscientes comunes y los específicos para cada vínculo.
  • El vínculo es precedido por el contenido y cargas del narcisismo parental, familiar y social; que moviliza al imaginario para obturar faltas fundantes. El vínculo pone en acción las fantasías, circulando entre lo fusional y la discriminación (desde el narcisismo hacia la identidad), articulando lo intrapsíquico con lo intersubjetivo, con permanentes ajustes entre ambos.

Los organizadores transpsíquicos son los encargados de aportar una articulación constante de los factores que entran en juego en los encuentros de los unos con los otros, combinación diversa y compleja que enriquece el psiquismo en construcción del niño ya alejándose de la unidad dual, transcurriendo la transicionalidad hacia las propuestas variadas del entorno.

El primer vínculo encuadra el espacio al que “el yo puede advenir” (Aulagnier, 1975). Las fallas en el modo de establecer esa relación primera y primordial repercuten en la subjetividad, en el sentimiento de la “confianza básica” (Winnicott, 1965), y en los diversos niveles de sus desarrollos posteriores.

Bion (1959) describe la función “alfa” materna como capacidad de anticipación y procesamiento que da cauce a los pensamientos en busca de un continente para ser “pensados”. La madre es el continente de las ansiedades y temores del bebé, también de sus necesidades que ella procesa para transformar la experiencia del niño en contención y así acceder al contenido: los pensamientos. El proceso de aprender de la experiencia por medio del pensar puede ser obstruido por la incapacidad de tolerar la frustración. Este aporte bioniano muestra cómo la forma de comprensión de la madre, el ajuste a los ritmos del niño y la capacidad de espera hace de ese vínculo temprano una marca que deja huella. Esa es la huella vincular de un modo básico de afecto.

La teoría del vínculo temprano dio lugar a la descripción de fenómenos como los de “segunda piel” que aportó Ester Bick (1970), y a los de la identificación adhesiva, por parte de Meltzer (1992). Estos son ejemplos de patología vincular.

En estos análisis acerca del vínculo temprano se trabajan las condiciones adecuadas en las que puede formarse un Yo en proceso de Subjetivación. Con estos aportes se pautan las bases confiables del afecto seguro y contenedor que abren el camino hacia una identidad: el deseo de los padres acerca del niño, el narcisismo trófico familiar, el orgullo significativo por el acto de filiación, la armazón de representaciones que le permiten acceder a una imagen de sí, con la que integra su propio lugar, sus propias elecciones, sus variantes singulares, en una línea de tiempo con los otros.

Incorporar una lengua que nomine es parte de este hallar y conectar sentido entre los objetos de relación. A medida que adquiere una gradual independencia entre lo que los otros pautaron para él y lo que él mismo anhela, puede conservar el afecto que lo vincula, sin dejar por ello de ser quien aspira a ser.

 

Lógica del Vínculo

Como el vínculo pertenece al área de un “nosotros” requiere de investiduras, representaciones y actos que impliquen recíprocamente a quiénes lo sostienen.

Así el vínculo se construye, crece, y si no se lo nutre puede destruirse o desaparecer por pérdida de los elementos sustentables. Kaës afirma acerca de la necesidad de un trabajo psíquico compartido para sostenerlo, puede ser en el amor o en el odio, en la aceptación o en el rechazo.

La dimensión inconsciente del funcionamiento familiar se pone de manifiesto en el trabajo psicoanalítico con las familias, ya que se puede acceder a situaciones que jugadas entre ellos, revelan los mecanismos y direcciones de las transmisiones entre unos y otros.

El aparato psíquico vincular familiar (Kaës, Bernard) es una realidad del funcionamiento en el nosotros del grupo-familia. Este “nosotros” interno se plasma en los vínculos por el entretejido de las alianzas inconscientes que perfilan las fantasías y representaciones entre unos y otros.

 

Trabajando con los vínculos familiares

Mediante los recursos técnicos que permite el psicodrama psicoanalítico surgen plasmadas escenas entre los protagonistas externos e internos, que ponen a trabajar el sufrimiento vincular, dando forma a las situaciones sentidas por cada uno y abriendo una posibilidad de escenificarlas en el espacio virtual-real del “como sí”. El escenario es así un adecuado espacio transicional, un lugar de lo posible, que despeja el camino hacia otras dimensiones internas e intersubjetivas, las que apuntaladas en el vínculo transferencial con el equipo terapéutico, pueden ser comprendidas, simbolizadas y modificadas de un modo diferente al que traía la familia al inicio de las consultas.

En el trabajo clínico con familias y parejas vemos algunos vínculos más afectados que otros y con ellos hay que construir un vínculo transferencial-intertransferencial y contratransferencial lo suficientemente contenedor como para que se genere ese piso de confianza que permita ir más allá, tejiendo trama donde el tejido está lesionado, tendiendo hilos donde no los hay, reforzando espacios que permitan no perder sentido.

Este trabajo se hace posible no sólo por un manejo adecuado de la teoría y la técnica, y por la formación de un equipo terapéutico que comprenda con facilidad lo que pasa en los diversos niveles, sino también por animarse a transitar los caminos difíciles junto con la familia, manejando los tiempos de espera, flexibilizando la potencialidad de juego y creatividad, metabolizando la angustia.

Se trata de un trabajo complejo pero posible, construido en el marco del encuadre analítico grupo-familiar, donde lo que hace camino es la credibilidad que aporta un esbozo de vínculo que crecerá sostenido por la aceptación y la continencia con respeto y cuidado afectivo entre los terapeutas y la familia.

Por el vínculo se accede a mejorar los puentes, porque el primer puente es el vínculo mismo.

 

 

 


Bibliografía

 

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[1] Lic. En Psicologìa (UBA). Directora de Psicodrama. Especialista en Psicoanálisis de Familia y Pareja (APA). Profesora de Grado y Postgrado en UBA – UCA. Secretaria de Redacción de Revista on–line Psicoanálisis & Intersubjetividad. Miembro Titular y Fundador de AIPCF. Miembro fundador de la Secciòn Psicodrama en AIPPG. Miembro Titular y Fundador de la AAPFyP. irmamorosini@hotmail.com

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ISSN 2105-1038