Introducción al número “Las nuevas fronteras de la transmisión”
El tercer milenio enfrenta al psicoanálisis con su capacidad de adaptación: nuestro mundo actual es muy diferente al que lo vio nacer, al que nos vio nacer. Postulamos que la transmisión y sus modalidades, ya sea en pareja, en familia, en grupos o instituciones, también han cambiado. El propósito de este número es estudiar esta hipótesis explorando múltiples lugares y circunstancias, en dónde y a través de los cuales la transmisión se ve afectada, facilitada u obstaculizada.
La herencia psíquica nunca ha sido el producto puro de una transmisión lineal y descendente, realizada de manera exclusivamente intergeneracional. No se trata de transferir un “objeto” en su totalidad de un individuo a otro, de un grupo a otro. Tampoco se trata de buscar, o incluso obtener, un resultado homogéneo, donde cada miembro de la familia reciba un bagaje idéntico del cual disponer. Al igual que las herencias de bienes que siguen a la muerte de un padre, abuela o hermana, los caminos de la transmisión son variables. Sin embargo, no obedecen a leyes escritas, son el resultado de procesos activos no solo entre los vivos, sino también entre los vivos y los muertos. Siempre es posible renunciar a una sucesión material si se teme que esté llena de deudas, pero no es el caso de las herencias psíquicas: no se puede recurrir a ningún procedimiento conocido para descartarlas, estamos sometidos a procesos que a menudo escapan a la conciencia, tanto de los donantes como de los receptores. Las vías de evitación, como el eludir y olvidar son corolarios de los impactos que tememos y que nuestros antepasados temieron.
La transmisión puede ocurrir a través de diversas vías que pueden superponerse, oponerse, complementarse e incluso solaparse. Cualquiera que sea la vía tomada, siempre involucra procesos psíquicos inconscientes complejos que solo la clínica psicoanalítica puede poner de manifiesto. Incluso cuando la transmisión es un acto voluntario (por ejemplo, redactar un testamento), la voluntad no es el único resorte de ese acto. Este acto responde al mismo tiempo a deseos inconscientes, a veces hostiles o vengativos, independientemente de la racionalización invocada (corregir una injusticia, devolver un beneficio recibido…), con el objetivo de despojar a algunos herederos potenciales. Al legar un diario o escritos íntimos, el objetivo puede ser principalmente seguir vivo y activo entre las personas que se aman o estiman. Cuando la transmisión es a la vez involuntaria y perjudicial, como en casos de enfermedades genéticas, es fuente de intensos sentimientos de culpa que se buscan enterrar o exponer a la luz del día en intentos de redención, por ejemplo, creando instituciones especializadas o distribuyendo generosidades a estas últimas.
Finalmente, la modalidad de transmisión que nos interesa principalmente es inconsciente y no se detecta en el primer contacto, ya sea grupal, familiar, conyugal o individual. Se manifiesta a lo largo de las asociaciones producidas en los intercambios marcados por la transferencia y la contra -transferencia. Sin embargo, a veces sentimos un clima de extrañeza, nos enfrentamos a fallas, agujeros, enigmas que nos llevan a un cuestionamiento cuyas respuestas escapan a nosotros. Estos indicios contra -transferenciales señalan la existencia de obstáculos importantes que se oponen a la transmisión. En este caso, la clínica del fantasma o la clínica de la cripta (Abraham y Torok) pueden venir a la mente, ya que llevar y transmitir un “fantasma” de generaciones anteriores afecta la vida psíquica, afectiva y relacional, dejando huellas.A través de estas modalidades sorprendentes, podemos detectar que las herencias no solo operan de una generación a la siguiente de manera intergeneracional, sino también de manera transgeneracional, y pueden ser obra del trabajo de lo negativo.
En los ejemplos que acabamos de mencionar, la transmisión se lleva a cabo de manera generacional descendente, pero no podemos ignorar las influencias ascendentes: así como los hijos pueden transmitir conocimientos a sus padres sobre nuevas tecnologías o actualizar su vocabulario familiar o de moda, simultáneamente les infunden constantemente, de manera inconsciente, elementos que remodelan su identidad parental según el principio de reciprocidad que anima los vínculos intersubjetivos inconscientes. Dado que las actitudes educativas han evolucionado significativamente a lo largo de las décadas, ¿en qué medida han sido modificadas las transmisiones intergeneracionales bidireccionales? Estas preguntas surgirán en situaciones clínicas frente a inversiones generacionales, difuminación de las posiciones parentales, y la violencia potencial o real dentro de la familia.
Además de estas modalidades “verticales”, debemos considerar los intercambios
“horizontales” que ocurren en las hermanas y hermanos, marcados tanto por los imperativos edípicos como por el complejo fraternal (Kaës).
La transmisión, ya sea horizontal o vertical, no se limita a la familia, también ocurre con sujetos o grupos más allá del ámbito familiar, más allá de los límites del grupo familiar (Anzieu), como sucede en los grupos institucionales, tales como guarderías, escuelas, iglesias o instituciones de atención y empresas. Independientemente del tipo de transmisión, diferentes formaciones y contenidos psíquicos están en juego (contratos narcisistas, alianzas, pactos, fantasías e interfantasmatización, mitos y mitopoyesis…). Los vínculos intersubjetivos inconscientes son sus vehículos por excelencia, mientras que la envoltura psíquica familiar delimita lo íntimo familiar y las áreas de proximidad también implicadas en estos procesos multifacéticos.
Por efectos de acumulación, la herencia, la heredabilidad, el contagión escribir la palabra en su idioma original para poder ver cómo se dice en español) y todo tipo de legados, intercambios conscientes e inconscientes hacen de la transmisión una cuestión compleja que los avances científicos y los cambios sociales tienden a hacer aún más compleja. Por lo tanto, es importante anticipar las vicisitudes de los sentimientos de pertenencia familiar y cultural en situaciones de migración, cuando los conflictos generacionales se superponen a conflictos culturales y el trabajo de la inter-cultura no es homogéneo dentro de una pareja o una familia. Los psicoanalistas de pareja y familia deben ampliar su visión con las contribuciones recientes de disciplinas relacionadas (filosofía, antropología, historia, biología, neurociencias…), no para perder su identidad, sino para enriquecer sus prácticas y reflexiones teóricas.
En este sentido, los artículos presentes en este número buscan ampliar las perspectivas actuales mientras recuerdan los fundamentos teóricos que han fecundado las ideas sobre la transmisión durante varias décadas.
El texto de Christiane Joubert sobre «La transmission psychique inconsciente» revisita las nociones de fantasma, trauma, trabajo de lo negativo y objeto transgeneracional antes de abordar lo transgeneracional en el vínculo de pareja, aspecto que constituye el núcleo de su texto. Un hermoso caso clínico ilustra el impacto de lo transgeneracional en el vínculo de una pareja atrapada en una ideología religiosa rígida con la transgresión de los prohibidos subyacentes a sus problemas sexuales. Vemos emerger el substrato inconsciente de la pareja y lo negativo de la transmisión que alberga.
Alberto Eiguer, en su artículo «L’Énéide, l’exil et l’enracinement», utiliza el personaje de Eneas como ejemplo del brillante desarraigado. La noción de desarraigo asociada al exilio plantea el problema de la transmisión de las raíces culturales. El desarraigado sufre en su identidad: le asaltan la desorientación y la extrañeza. Su psique oscila entre la nostalgia de un mundo que intuye pasado y las exigencias del presente, entre el homenaje que debe a sus antepasados y las tentaciones que le ofrece su juventud. Eneas debe atravesar la muerte (simbólica) para renacer como un ser nuevo. Para Eneas, el descenso a los infiernos representa un viaje iniciático que cambiará su personalidad. Podrá construir un proyecto original al servicio de sus súbditos y de sus deseos.
«The complexity of intergenerational psychic transmission in medically assisted pregnacy (MAP): extraneousness into familiar», de Lucia Balello, Raffaele Fischetti et al, plantea las siguientes preguntas: ¿de qué manera y cómo las distintas técnicas de MAP, las que implican cambios en la transmisión de la vida en sentido biológico, han reforzado la disociación entre sexualidad y procreación? En el centro de este texto, los autores sitúan y hacen hincapié en la experiencia de la extrañeza, que conciben como una experiencia de encuentro basada en una estructura de ausencia/presencia en la que el extraño aparece como lo que no puede integrarse.
Al presentar el caso clínico, se centran en la respuesta contra-transferencial del terapeuta que emerge en la situación actual; entienden la contratransferencia como una formación afín a la ensoñación, en la que la imagen no traduce un pensamiento, sino que introduce la posibilidad de un pensamiento al intentar dar sustancia a elementos indiferenciados, tanto en lo intergeneracional como en lo transgeneracional.
«Destin et avatars dans la fratrie», de Rosa Jaitin, prosigue su investigación sobre los vínculos fraternales. Según ella, el vínculo fraternal organiza el modo de transmisión genealógica según diferentes formas de agrupamiento. Los procesos implicados se activan en función de las fantasías predominantes, actualizadas en la transferencia de la terapia familiar psicoanalítica. Para ello, la autora destaca tres fantasías que considera específicas del vínculo entre hermanos (la fantasía de clonación, la fantasía de muerte y la fantasía de origen). En su opinión, garantizan la organización y la transformación del vínculo que formarán los hermanos. Al mismo tiempo, y reforzados por este vínculo, los hermanos consiguen imaginar a sus padres como una pareja sexual de la que están excluidos. El vínculo entre hermanos contribuye así al reconocimiento de la diferencia generacional, de género e, ipso facto, a la prohibición del incesto.
Hanane Riani presenta «Adolescence and acting out» sobre la terapia en una institución psicoeducativa de M., un chico de 14 años que ha cometido actos de violación y violencia sexual contra su hermana de 5 años.
A través de la situación de internación de M. en la institución, Riani identifica la existencia de una escisión transgeneracional. La institución intenta responder a la necesidad de diferenciación para superar el clivaje iniciado por los antepasados y reafirmado por los actos cometidos por los hermanos. El análisis institucional ha permitido estudiar el pacto negativo y sus fuentes transgeneracionales. En particular, la autora considera que el trabajo psicoeducativo realizado con M. produjo efectos perceptibles en la transferencia y la contratransferencia.
En este número se incluyen dos textos fundamentales.
El primero es el texto de una conferencia pronunciada por René Kaës en Quebec en 2000, que el autor tuvo la amabilidad de confiarnos: «Le problème psychanalytique de la transmission de la vie et de la mort psychique entre les générations». El concepto de vínculo ya sea intergeneracional o transgeneracional, parece apto para describir los principios y modalidades de la transmisión de la vida y la muerte psíquicas entre generaciones y a través de ellas. Una consecuencia de ello es que el sujeto se define principalmente en el espacio y el tiempo generacionales.
Kaës señala que el desarrollo de la investigación sobre la transmisión de la vida psíquica basada en los sistemas psicoanalíticos de grupo implica un nuevo modelo para comprender la formación de los aparatos psíquicos y su articulación inconsciente. Estas investigaciones critican las concepciones estrictamente deterministas de la formación del aparato psíquico, así como las representaciones solipsistas del sujeto. Además, Kaës insiste en la existencia y la importancia de la actividad fantasmática en el proceso de transmisión de la realidad psíquica, lo que corrobora el fantasma de transmisión.
En «Du retour du forclos généalogique aux retrouvailles avec l’ancêtre transférentiel», Evelyn Granjon (1998) plantea la hipótesis de que la familia hereda experiencias psíquicas que han sido elaboradas y pueden ser integradas, pero también experiencias compuestas de elementos brutos que no han sido elaborados o no pueden serlo. Lo que se deposita y/o se pone en juego en el espacio psíquico del «neogrupo» podrá beneficiarse de los procesos psíquicos grupales y, en particular, de los procesos de transformación. Estos favorecen la elaboración y la circulación fantasmática en el seno del grupo y son necesarios para los procesos de individuación.
En la última parte de su texto, Evelyn Granjon señala la importancia de la contratransferencia como base de los procesos mutativos. La receptividad contratransferencial implica una permeabilidad del psiquismo del terapeuta, una puesta entre paréntesis de los puntos de referencia individuales y de la barrera de excitación que proporciona la teoría. La historia indecible de la familia se expresa en la historia familiar del psicoanalista. Sólo un análisis riguroso de estos elementos contra- transferenciales permite la palabra del terapeuta, que adquiere entonces todo su sentido y alcance.
Concluye este número 29 una nota de lectura de Naomi Segal sobre el libro de Eugene Ellis The Race Conversation: An Essential Guide to Creating LifeChanging Dialogue.