REVIEW N° 21 | YEAR 2019 / 2
Summary
From the incestuous family body to subjective singularity: via action or somatic presentation as a route to subjective recovery of the core singular identity
Based on families in which incest predominates, this article focuses on the articulation between a “tyrannical perverse solution” and an “anti-narcissistic adhesive solution”. This solution “à deux” thus constitutes a necessary synergy for the effectiveness of masochism that functions as a guardian of splitting (Grinspon, 2017b) and the guarantor of non-return of the repressed. In this pathogenic alliance, there is a compulsion towards intrusive activity in the perverse tyrannical agent and a progressive loss of vitality in the agent of the adhesive solution. An equivalent of essential depression in which a psycho-somatic and drive related dislocation (Marty & de M’Uzan, 1963; Marty, 1976) is initiated, a process of deobjectifying (Green, 1986) thus affects the “singular” ego as an object. In our clinical experience, it was in the context of an organic lesion that recovery of the particular traumatic value was found. Access to a biological solution involved an appeal to capacities for regression towards the subject’s vestiges of primitive will to survive and allowed the subject to access the redistribution of ego libido and object libido. This movement in turn involved a vacillation in the drive economy of the pathological family relationship.
Keywords: incestuous family body, solution “à deux”, adhesive anti-narcissistic solution, essential depression in the couple, erotic subversion, biological solution.
Résumé
Du corps familial incestuel à la singularité subjective. Passage par l’acte ou par le soma comme cheminement vers la ré-appropriation subjective du noyau identitaire singulier
À partir de familles dans lesquelles règne l’incestualité, nous nous centrerons sur l’articulation d’une “solution perverse tyrannique” avec une “solution adhésive antinarcissique”. Cette solution “à deux” constitue alors une synergie qui soutient l’efficacité d’un masochisme gardien du clivage (Grinspon, 2017b) et garant du non-retour du clivé. Dans cette alliance pathogène, il y a une compulsion à l’activité intrusive chez l’agent pervers tyrannique et une dévitalisation progressive de l’agent de la solution adhésive. Un équivalent de dépression essentiel au cours de laquelle débute une déliaison psychosomatique et pulsionnelle (Marty et de M’Uzan, 1963; Marty, 1976), un processus de désobjectalisation (Green, 1986) qui affecte alors le moi “singulier” comme objet. Dans nos données cliniques, ce sont les effets d’un cadre organique lésionnel qui ont permis de récupérer la valeur traumatique singulière. Accéder à une solution bio-logique a impliqué de faire appel à sa capacité régrédiente vers sa trace d’endurance primaire de survie et d’accéder à la redistribution de la libido du moi-libido de l’objet, ce qui à son tour a impliqué un vacillement dans l’économie pulsionnelle relationnelle familiale pathogène.
Mots-clés: corps familial incestuel, solution à deux, solution adhésive anti-narcissique, dépression essentielle dans la couple, subversion érotique, solution bio-logique.
Resumen
Del cuerpo familiar incestual a la singularidad subjetiva. Pasajes por el acto o por el soma como tránsito a la reapropiación subjetiva del núcleo identitario singular
A partir de familias en las que impera la incestualidad, nos centraremos en la articulación de una “solución perversiva tiránica” con una “solución adhesiva antinarcisista”. Esta solución “a deux” constituye una sinergia sostenedora de la eficacia de un masoquismo guardián del clivaje (Grinspon, 2017b) y garante del no retorno de lo clivado. Hemos comprobado en esta alianza patógena, una compulsión a la actividad intrusiva en el agente perversivo tiránico y una desvitalización progresiva en el agente de la soluciona adhesiva.
Un equivalente de depresión esencial en la que se inicia una desintrincación psicosomática y pulsional (Marty y de M’Uzan, 1963; Marty, 1976), un proceso de desobjetalización (Green, 1986) que afecta al yo “singular” como objeto..
En nuestra data fueron los efectos de un cuadro orgánico lesional lo que posibilitó recuperar el valor traumático singular. Acceder a una solución bio-lógica implicó apelar a su capacidad regrediente hacia su marca de resistencia primaria de sobrevida y acceder a la redistribución de la libido del yo-libido de objeto, lo que a su vez implicó una vacilación en la economía pulsional vincular familiar patógena.
Palabras clave: cuerpo común incestual, solución a deux, solución adhesiva anti narcisista, depresión esencial en la pareja, subversión erótica, solución bio-lógica.
ARTICLE
Acerca del cuerpo familiar incestual
En una familia, se configuró de inicio una alianza, un determinado contrato afiliativo o un contrato filiativo de formación de una pareja (Eiguer, 1984), que en el mejor de los casos fue amoroso, trófico y sostenido a través del tiempo. Otra posibilidad que esta en la base de nuestra investigación clínica, es aquella en la que a partir del sufrimiento ya padecido por cada uno de los miembros de la pareja “alguna vez hijo”, se haya co-construido un pacto narcisista “a deux”. Este pacto les posibilitó a su vez configurar una “neo continuidad narcisista identitaria” sostenedora de una ilusión de auto-engendramiento. Para sostener la vigencia de esta solución a deux (Grinspon, 2019) cada uno le aporta a su partenaire el personaje necesario que garantice la eficacia de sus propias corrientes defensivas. Se genera un reforzamiento recíproco de sus trazas identitarias, habitualmente enunciadas como rasgos de carácter y derivadas a su vez de sus “singulares” soluciones narcisistas (Roussillon, 1999a). Es decir los agentes de estas soluciones de sobrevida psiquica (Roussillon, 2009) tienen una singularidad subjetiva, producto del modo de haber resistido frente a su necesario llegar a ser alguien para alguien.
Fue el modo de sobrevivir a los climas abusivos por exceso o por defecto y sin salida, lo que forjó el sentimiento de sí.
Nuestra investigación acerca de la solución perversiva narcisista[1] y sus derivaciones en TPFP, nos enfrentó con familias en las que el cuerpo familiar se transformaba en un “cuerpo común incestual” al devenir como plantea Racamier, las alianzas defensivas en preventivas-ofensivas. Estas ultimas sostienen un pacto sobre un negativo particular (Kaës, 1997), que es la necesidad de expulsar al testigo intrasubjetivo (Grinspon, 2018a) del sufrimiento padecido y producir a su vez la desvitalizacion del depositario para que no haya posibilidad de retorno de los restos expulsados. Se despliega una violencia incestual sostenedora de una tension fusional “a costa” de la subjetividad de un otro. El contrato posible deviene un pacto patógeno en el que prevalece una asignación inmodificable a un emplazamiento de perfecta coincidencia narcisista entre el conjunto y el sujeto (Kaës, 2012; 2014). Son consecuencias patógenas dadas por el equilibrio sostenido por la articulación de estas soluciones frente al singular sufrimiento narcisista identitario (Roussillon,
1999b). Este equilibrio inter-defensivo e inter-generacional familiar por ser pluripsíquico es un cuasi equilibrio dinámico y en permanente readecuación, adaptándose sin cesar a situaciones internas y/o externas, pudiendo acceder paulatinamente a un grado más elevado de libertad. Este matiz es una base en nuestra posición clínica en sesión.
En estas “soluciones a deux”, la dimensión abusiva “a costa del otro” se complementa con la dimensión autoabusiva “a costa de lo propio”.
¿A que nos referimos al enunciar lo propio? ¿Está constituida la dimensión de lo propio? A esto nos referiremos al enunciar la solución bio-lógica para alguien.
El concepto de antinarcisismo (Pasche, 1975), o el clivaje posible del narcisismo singular, nos ayuda a pensar que en la violencia incestual el balance económico entre el narcisismo y la posibilidad del yo singular a deshacerse de su propia sustancia en beneficio del objeto, queda al servicio del organizador incestual sostenido por el agente perversivo narcisista junto a la vigencia del superanti-yo familiar (surantimoi) (Racamier, 2001).
En la data clínica en que se basa esta presentación, primaba un eje tiranía-sumisión (Ciccone, 2012) sostenido por la articulación de una solución perversiva en su derivación tiránica y una solución adhesiva anti-narcisista. La primera poniendo en juego el componente de dominio para evacuar las angustias intolerables y la segunda logrando ser único para alguien a partir de la desmentida exitosa de la posibilidad de su nadificacion en el deseo del otro.
El agente perversivo tiránico (Grinspon, 2017a) destruye en su partenaire a su objeto interno y notablemente a su superyo para tomar su lugar. Impera el dominio desubjetivante, expresado en un hacer actuar o impedir pensar, transformando al “otro” en un “otro no otro”, un utensilio (Racamier, 1995). A partir de un pacto basado en la comunión de desmentida de la autonomía narcisista, de la diferencia generacional y de la interdicción a la intercambiabilidad de seres, se puede sostener la vigencia patógena de esta “solución a deux” a través de generaciones. Son familias en las que impera la co-excitación fusional y el sufrimiento como organizador, junto a la imperiosidad de aplacar al agente tiránico para evitar un desenlace catastrófico. Esta imperiosidad termina por constituir un imperativo dentro del accionar intrafamiliar que perpetúa la presencia “paradojal” del componente tiránico por ser a su vez “organizador y devastador”.
Este clima de alivio y calma emerge al primar dentro del equilibrio interpulsional familiar, la posibilidad de un movimiento desobjetalizante[2]. Dejo planteada la necesariedad que diferenciemos estos agentes tiránicos que operan de un modo “tumoral” dentro de la economía pulsional familiar[3], de los tumores orgánicos y sus consecuencias muchas veces tróficas en términos singulares.
Posibilidades del movimiento perversivo tiránico dentro de la intersubjetividad familiar
Si pensamos a la tiranía como dice Ciccone (2012; 2014) en búsqueda de un objeto, la solución tiránica fuerza a su modo la disponibilidad del objeto. Pensamos que su tendencia natural a extrapolarse fuera de las relaciones íntimas es muchas veces la expresión de un movimiento con la esperanza (“en espoir”) de encontrar ¿en su familia?, un objeto que resista su destructividad, constituyéndose un objeto destruido-encontrado-creado (Roussillon, 2009), que le posibilite una salida para su singular “sin salida”.
Habitualmente referimos a estas personas a partir de las consecuencias de su destructividad, pero queda velada al servicio del circuito de complicidad su “marca” del desvalimiento padecido. Sufrimiento psíquico subyacente a su seducción narcisista venenosa, junto a su dependencia hacia aquél ubicado en posición de partenaire ya sea cómplice y/o víctima.
El campo de operación del agente perversivo narcisista es la realidad (Eiguer, 1989), sus movimientos perversivos involucran tanto al sentido de la realidad, como a la instancia superyoica transformada en un Super-anti-yo familiar (Surantimoi). Recordemos que para Racamier esta última amenaza en beneficio de un narcisismo privado insondable. No es una ley, es una tiranía, presenta la verdad como falta, el pensamiento como un crimen y los secretos como intocables. ¿Podemos pensar al pacto patógeno vigente, como el garante de este narcisismo insondable en términos familiares?
Desplegamos el trabajo actual considerando que el corrimiento posicional del “cómplice-victima” durante el proceso terapéutico, es lo que dio opción al cambio clínico. Así mismo revisitando nuestras evoluciones clínicas registramos que en varios procesos en un momento estancados (Grinspon, 2018b), se había relanzado el proceso terapéutico a partir de un cuadro orgánico que puso en riesgo la vida del partenaire de la solución tiránica.
Valor de la solución somática.
¿Cuál es la vacilación posible de este entramado vincular? ¿Hay alguna marca posible en “nuestros pacientes” a la cual pueden apelar para sustraerse del magma incestual y acceder a la singularidad subjetiva? Enuncio “nuestros pacientes”, pensando esta posibilidad desde nuestra posición implicativa en sesión, es decir dentro de los pliegues dados en todo espacio intersubjetivo transferencial.
¿Cómo conceptualizar dentro del andamiaje tóxico dado por la articulación de una “solución tiránica expoliadora de libido de un otro”, con una “solución adhesiva antinarcisista”, los efectos “tróficos y resubjetivantes”en este último, dados a partir de la presencia de un cuadro orgánico durante el proceso que nos implica? Pensamos el tránsito del dolor orgánico en términos cuantitativos hasta su transformación en expresión somática (Debray, 1996) de alguien para alguien como una solución bio-lógica (Roussillon, 1995) que puede posibilitar una salida a su solución adhesiva y al impasse relacional.
En un intento de pensar este tránsito.
La solución adhesiva sostiene una sobre adaptación al ritmo y a un ideal ajeno. En sesión presenciamos que desde la desesperación subyacente, el agente tiránico enuncia afirmaciones convocantes de un otro “no otro” a determinada escena. Este último se adhiere a la realidad perceptiva, atrapado en una rumiación concéntrica junto a su aferramiento contestatario en acto y a partir de lo actual. Esta derivación en el agente adhesivo es un sustituto pervertido de actividad que opera a partir de su efecto des-vitalizante y des-subjetivante como un proceso autocalmante (Szwec, 1996). Como plantea Claude Smadja, es un pensamiento paulatinamente huérfano y privado de su autor. Retomando lo ya planteado, esta solución “a deux” construida sinérgicamente con el agente tiránico le garantiza ser un objeto único para “alguien”. Una solución preventiva eficaz ante la posibilidad del retorno en ambos de los restos aun clivados del traumatismo primario. Es un sostenimiento pervertizante del “otro no otro” necesario para la eficacia del equilibrio interdefensivo, expresión de la vigencia de un masoquismo guardián del clivaje (Grinspon, 2017b) ante la posibilidad del retorno de lo expulsado.
Esta conceptualización nos posibilitó dar matices a lo que describíamos como la transformación de este “otro” en un utensilio manipulable en quien evacuar el sufrimiento sin posibilidad de retorno. Es pertinente la metáfora “utensilio” ya que en estas personas “su” marca identitaria los posiciona en “ser una función” tanto fallida como eficaz para la necesidad imperiosa del otro. Esta dimensión autoabusiva y sacrificial es narcisistamente significativa al operar como variable de ajuste dentro de los movimientos perversivos intrafamilares. Esta lógica funcional diferente a la vincular, prima en quienes se les torna imposible imaginar y pensar al límite del otro fuera de la eficacia de su adaptabilidad funcional.
En nuestro tránsito partimos de:
− aquellos procesos en los cuales hemos funcionado como testigos transferenciales, que posibilitábamos la recuperación del testigo del sufrimiento padecido por nuestros pacientes ante climas abusivos tanto sexuales como narcisistas,
A pensar que ante el fracaso de esta posibilidad,
− fue a partir de un cuadro orgánico y sus consecuencias no desvitalizadas que se pudo llegar por medio de un pasaje por el soma a una expresión somática. Un pasaje hacia la experiencia de dolor (Debray, Dejours, Fédida, 2002) de alguien y para alguien.
Respecto a la solución bio-lógica
La clínica que estamos encarando en el pasaje de su dimensión familiar incestual a la singular, nos enfrenta con un límite dentro de la articulación de las soluciones de sobrevida psíquica con el masoquismo guardián de la vida (Rosemberg, 1991), como marca originaria de resistencia primaria singular. Recordemos que Rosemberg define al masoquismo primario erógeno guardián de la vida, como el lugar donde se crea un espacio tiempo psíquico en el cual el sujeto nace a sí mismo en su primer esbozo de vida psíquica, asegurando la primer continuidad interna. Soportar toda la forma de excitación viniendo tanto de la realidad interna como externa para acceder a su transformación. Pensamos que esta posibilidad de nacimiento subjetivo subyace en estado potencial en las configuraciones familiares a las que estamos refiriendo y que los pasajes por el soma de alguno de sus miembros son la expresión de esta posibilidad.
Articular el concepto de pulsionalidad y monismo psicosomático (Marty y de M’Uzan, 1963; Swzec, 1998; Smadja, 1996; 2008) en términos de economía pulsional vincular familiar (Maldavsky, 2010), nos posibilitó repensar la capacidad transformacional de la pulsión, que articula su capacidad progrediente hacia la representación y su capacidad regrediente hacia lo perceptivo alucinatorio en búsqueda del otro necesario, para acceder al trabajo de figurabilidad (Botella y Botella, 2001) y a la representación. Esta es la última posibilidad de recurso psíquico, previo a precipitarse hacia el propio soma como espacialidad posible para lograr una solución bio-lógica, lo que a su vez muestra la no reversibilidad del movimiento pulsional.
Cae entonces la posibilidad de sostener el clivaje psique-soma, para pensar que la línea de clivaje se transfiere al interior del dualismo pulsional. El efecto somato↔psíquico o psico↔somático, es producto de la construcción o deconstrucción del juego pulsional, y sus consecuencias dependen de la posibilidad singular de mantener dentro del equilibrio dinámico interpulsional familiar, un nivel adecuado del masoquismo erógeno guardián de la vida como nivel de resistencia primaria (Rose, 2000), una puerta abierta a la objetalización necesaria, que nos implica en nuestros espacios intersubjetivo transferenciales.
Esta marca singular adquiere importancia en el movimiento autosustractivo renarcisizante ya que refiere a un egoísmo necesario del sujeto y para el sujeto, opuesto al egoísmo mezquino “a costa de otro”, prevalente hasta ahora dentro del masoquismo guardián del clivaje “a deux”.
Si no hubiera habido una falla en el modo de presencia del objeto y la terceridad en ambos agentes, no estaría presente la “línea traumática por fallas en el investimiento necesario”, pero el modo singular de haber “vivido” o “sobrevivido” frente a la amenaza de nadificacion, abre la posibilidad para este movimiento regrediente singular.
Haciendo una derivación familiar a lo descripto en el funcionamiento operatorio, hemos notado en la alianza patógena, una compulsión a la actividad intrusiva en el agente perversivo tiránico y un agotamiento psicosomático en el agente de la soluciona adhesiva. Pensamos a esta desvitalización progresiva, como un equivalente de depresión esencial, en la que se inicia progresivamente una desintrincación psico-somática y pulsional (Marty y de M’Uzan, 1963; Marty, 1976) en un proceso de desobjetalización (Green, 1986) que afecta ahora al yo singular como objeto .
En nuestra data clínica, en los agentes de la solución adhesiva no alcanzó el empobrecimiento hemorrágico toxico de libido narcisista para acceder a un equivalente de angustia señal, sino que fueron los efectos de su cuadro orgánico lesional lo que le posibilitó recuperar el valor traumático singular . Un recurso a la vía somática (Smadja, 2008) que operó como un pasaje por el soma mensajero dentro de nuestro espacio terapéutico tanto de pareja como familiar.
El sufrimiento singular al no ser desvitalizado se hizo presente a partir del cuerpo de alguien. Las consecuencias de la no desestimación de la traza intrasomatica presubjetiva del dolor puso en evidencia al testigo intrasubjetivo del sufrimiento padecido (Grinspon, 2018b), lo que a su vez nos enfrentó con lo propio singular irreductible. Este registro transferencial inauguró matices en nuestra escucha. Por ejemplo en un proceso recorrido, fue a partir de la presencia de “su cáncer”, que una madre en una primer entrevista domiciliaria, pudo imponer entrevistas familiares hasta ese momento imposible de imaginar. Al vacilar su posición cómplice y víctima de su marido perversivo y dejar de sostener una identificación desde lo sufriente con uno de sus hijos atrapado en esta solución fetichizante, se pudo relanzar un proceso estancado hacía varios años.
¿Cómo pensamos este hallazgo clínico?
Ante la emergencia inesperada de un cuadro orgánico grave, frente al riesgo de perder la “propia” vida, hasta entonces una vida “propia-ajena” dentro de la trans-subjetividad familiar, el agente de la solución adhesiva pudo recuperar su egoísmo necesario, el valor traumático singular y llegar a un límite en su desvitalización progresiva. Acceder a una solución bio-lógica implicó poder apelar a su capacidad regrediente hacia su marca de resistencia primaria, modo singular de supervivencia, que es lo más propio en cada sujeto vivo. Se sostuvo la retracción necesaria que le permitió rescatarse del atractor centrípeto incestual y acceder a la redistribución de la “libido del yo-libido de objeto”, lo que a su vez implicó una vacilación en la economía pulsional vincular familiar patógena.
Esta marca singular de resistencia primaria, funciona como un atractor trófico al operar la pulsión de sanar (Freud, 1933), en su función de regresar hacia un estado de armonía anterior. La memoria en estos casos no es lo traumático, sino aquella huella presubjetiva y atópica que opera como patrimonio singular a la cual podemos recurrir ante situaciones límites del desequilibrio psico-somático. Estos movimientos regredientes[4] en búsqueda de una “re-apropiación somato psíquica de lo propio”, acceden a este representante de la ligadura pulsional “alguna vez” lograda, aun como recurso de sobrevida psíquica” frente al “tipo de presencia” del objeto “alguna vez habida”.
El modo singular de haber resistido a las fallas en la presencia del objeto primario y la terceridad necesaria, quedó plasmado en este núcleo masóquico primario (Rosemberg, 1991) en el cual también quedan, dentro de un más acá del masoquismo, las trazas cuantitativas y pre-subjetivas de un dolor “aun sin consciencia”. Trazas o restos que no cesaran en su insistencia en búsqueda del trabajo de representancia posible (Roussillon, 2001).
En estos sistemas perversivos este signo de “endurance” (Grinspon, 2018c) (resistencia) subjetiva singular al entrar en resonancia con la presencia subjetiva de la persona del analista, genera una alianza trófica que posibilita acceder a su función mensajera y sus consecuencias resubjetivantes.
Pensar al pasaje por el soma como un “nuevo acto somato psíquico hacia la recuperación del narcisismo singular, nos llevó a enunciar que la vacilación posible de aquella “marca identitaria” que expresaba la eficacia de la solución narcisista de sobrevida lograda, pudo apoyarse en su “marca originaria” de resistencia singular.
Así como enunciamos dentro del cuerpo común familiar, un atractor centrípeto incestual patógeno, describimos al pasaje, cuadro orgánico–solución bio-lógica– expresión somática, como una posibilidad de acceso a un aspirador narcisista trófico y necesario para el proceso de resubjetivación y una apertura hacia la dimensión intergeneracional.
La solución bio-logica expone al sujeto vivo a un dominio trófico que inevitablemente le impone su “cuerpo propio”, y que a su vez lo defiende de un modo autoconservatriz del dominio patógeno ejercido por el agente perversivo tiránico. Ya pensado como una solución posible, este dominio trófico resubjetivante es lo que le posibilita acceder finalmente a ser sujeto del propio sufrimiento (Szwec, 1998). Si pensamos el pasaje de dolor en términos cuantitativos somáticos a vivencia de dolor, no olvidemos que no hay sufrimiento sin un cuerpo para sentirlo, cuerpo afectivo habitado por la subjetividad. El cuerpo se torna exigencia de trabajo para el psiquismo[5] y el síntoma es el punto de partida en la reapropiacion subjetiva y renarcisizante. Si la solución adhesiva sostenía un equivalente de proceso autocalmante, la recuperación de la singularidad a través de la expresión somática es un tipo de subversión erótica (Swzec, 1996).
Para que esto haya sido posible, fue necesario recuperar restos de una posición presubjetiva “en espoir”, es decir una apertura prospectiva y “en búsqueda de alguna diferencia” para sostener el llamado a la presencia de un “objeto otro sujeto disponible”, tanto medico como analista, que posibilite recuperar el “yo singular” sustraído del magma incestual.
Dentro del equilibrio interdefensivo que nos implica, nuestra presencia subjetiva como testigo transferencial y “un objeto otro sujeto posible que resista (Grinspon, 2018c) la destructividad”, facilitó el tránsito en el que se pudo recuperar el valor traumático para el yo singular de uno de los miembros.
Conclusión
Frente al estado de fascinación desubjetivante que sostenía la seducción narcisista patógena y venenosa en términos familiares, fue el cuerpo singular y su relación con un sujeto singular lo que sostuvo la vacilación posible y extensiva a los diferentes miembros de la familia, a poder acceder al trabajo de subjetivación historizante. En el proceso que intentamos delinear, al vacilar el aferramiento adhesivo se dio un movimiento pulsional “re-narcisizante”. Fue a partir de la presencia de lo orgánico que se pudo relanzar “lo conservador de la pulsión”, recuperar su tendencia objetalizante y acceder al movimiento narcisista de vida o “trófico”. A partir de esta expresión somática en su derivación familiar se revitalizó una diferencia en el motivo de consulta posible. Dentro del tránsito recorrido, si partimos de una concepción causalista no se pudo evitar el recurso a lo somático, pero a partir de una dimensión estructural de continencia se pudo inaugurar una posibilidad resubjetivante. Como lo plantea Christophe Dejours, lo que intentamos plantear no es el origen de las enfermedades psicosomáticas sino el impacto de un cuerpo “propio” enfermo sobre la exigencia de la capacidad de trabajo impuesto al psiquismo, esta vez planteado dentro del equilibrio interdefensivo familiar incestual.
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[1] Neoconcepto surgido a partir de la articulación del concepto de: a) Roussillon, solución narcisista: esfuerzo y posibilidad del psiquismo, de ligar las experiencias de dolor que retornan compulsivamente “evitando el “encuentro con la necesidad” del objeto (“otro sujeto”), con el de b) Racamier, perversión narcisista, enunciada como “la manera organizada de defenderse de todo dolor y contradicción interna expulsándolos en otro”. También Roussillon, enuncia la posibilidad de pervertir las funciones de autoconservación para asegurarse la descarga de lo que no puede integrarse y significarse en la propia economía pulsional.
[2] En este terreno se podría llegar a satisfacer la tendencia entrópica de la pulsión e ir a la descarga en un empecinamiento químico, llevando, en última instancia, a la muerte de la pulsión, es decir, a la muerte de lo vivo,
[3] Cfr. articulo David Maldavsky, presentadas en UCES, La desvitalización y la economía pulsional vincular.
[4] El repudio de esta posibilidad es “un tipo de roca biológica que lo enunciamos como factor antiregrediente”.
[5] Segun Christophe Dejours.