REVUE N° 17 | ANNE 2017 / 2

La subjectivation familiale dans le scénario de travail offshore: mise en évidence de la modalité de la coexistence partagée

article_17
Télécharger PDF

La subjectivation familiale dans le scénario de travail offshore: mise en évidence de la modalité de la coexistence partagée

 

Le travail en offshore influence la nouvelle subjectivation des liens familiaux dans le scénario actuel, principalement dans les villes côtières brésiliennes. Nous visons à en analyser les particularités de leurs coexistences, en soulignant la spécificité des familles offshore de la côte de l’état de Rio de Janeiro. Nous défendons un nouveau mode de lien entre les membres de la famille pendant la période d’absence d’un de leur membre qui travaille en haute mer, particulièrement lors de l’accouchement et lors de l’échelle des opérations, en soulignant une particularité de coexistence que nous appelons partagée. La coexistence partagée se caractérise par une manière paradoxale qu’a le groupe de représenter le mouvement de l’absence et de présence du sujet. Nous présentons l’histoire de la famille Silva comme exemple de cette réalité familiale qui manifeste ici la coexistence de deux perspectives: celle du psychique et le réel. Nous ajoutons à cette réflexion la nouvelle signification qui est ici donnée au temps et à l’espace de la maison, au travail avant le cycle d’embarquement, ainsi que sa permanence dans les palettes d’huile et le débarquement. Nous concluons que le mode de coexistence montre un ensemble probable, mais pas complet, et la famille trouve des lors de nouvelles formes de soutien psychique, assurant par là une intersubjectivité et une transformation durable.

Mots-clés: famille, travaux offshore, subjectivation, absence/présence, le paradoxe, partager.


Subjectivation processes in families challenged by offshore work: a focus on modalities of shared coexistence

 

The experience of working offshore can have a unique influence on family links. The current article aims to analyse the experience of families in the coastal region of the state of Rio de Janeiro who have a family member who periodically works offshore. The authors argue that a new type of relationship between family members develops during the period of absence of the family member who works in confinement on an oil rig. They argue that a type of shared coexistence develops in such families. Shared coexistence in this context describes a paradoxical way in which the family group represents the movement of absence and presence of the family member (subject) who works offshore. The case example demonstrates how the family manifests the coexistence of two perspectives: the psychic and concrete as means of adapting to their situation. The discussion of their family dynamics also includes the new meaning given to the time and space of the house and the work environment before the departure, as well as the experience of the permanence of life on both the oil rig and on the land. The authors conclude that such modes of coexistence constitute a way of living. Together, under such circumstances, the family finds new forms of psychic support guaranteed by an intersubjectivity that is in permanent transformation.

Keywords: family, offshore work, subjectivation, links, paradox, shared coexistence.


Subjetivación familiar en el escenario de trabajo offshoreen destaque la modalidad de convivencia compartida

 

El trabajo offshore influye en la nueva subjetivación de los vínculos familiares en el escenario actual, principalmente en las ciudades costeras brasileñas. Tenemos por objetivo analizar las particularidades de convivencia, destacando la realidad de familias en el litoral del estado de Río de Janeiro. Proponemos el surgimiento de una nueva modalidad de lazo entre los miembros de la familia durante el período de ausencia de la persona que trabaja en altamar en régimen de confinamiento y de escala de operaciones, apuntando a una particularidad de convivencia que llamamos compartida. La convivencia compartida se caracteriza por una manera paradójica con la que el grupo representa el movimiento de ausencia y presencia de la persona. Presentamos la historia de la familia Silva como ejemplo de esta realidad familiar que manifiesta la convivencia, desde dos perspectivas: una psíquica y otra concreta. Añadimos a la discusión el nuevo significado dado al tiempo y al espacio de la casa y del trabajo ante el ciclo embarque, permanencia en plataformas de petróleo y desembarque. Concluimos que el tipo de convivencia muestra un estar juntos posible aunque incompleto y la familia encuentra nuevas formas psíquicas de sustentación, garantizadas por una intersubjetividad en permanente transformación.

Palabras clave: familia, trabajo offshore, ausencia/presencia, la paradoja, subjetividad, compartir.


ARTICLE

En un contexto político y económico del Brasil actual, destacamos la extracción del petróleo como parte de la actividad laboral de algunas ciudades del litoral, más detalladamente la costa sudeste brasileña. En este contexto, el grupo familiar y el trabajador han pasado, concomitantemente, por transformaciones intensas y rápidas para influir en las propias relaciones intrafamiliares y laborales. Ante este escenario, se observa una faceta de convivencia, cuya modalidad apunta nueva forma de subjetivación de los lazos construidos en las últimas tres décadas en esta región. Al investigar la relación trabajo offshore y familiar, observamos pocos estudios en Brasil enfatizando la manera de convivencia de ambos (Leite, 2009; Pena, 2002; Souza, 1996) y poca atención se da al modo de subjetivación de esta convivencia, al evidenciar las dinámicas intersubjetiva y plurisubjetiva, atravesadas por el tiempo y el espacio. La relación familia y trabajo offshore viene siendo atravesada por el tiempo y el espacio de manera descontinuada e interrumpida, mostrando una faceta peculiar de subjetivación de los lazos basada en un posicionamiento paradójico de la persona ante a la otra, o de un grupo delante del otro, así como evidencia defensas psíquicas de inhibición y evitación como intentos de control del sufrimiento. Aquí, no enfatizamos la paradoja en el sentido aristotélico de refutar una realidad y valorar sus contradicciones, sino sus alternativas posibles a través del mecanismo de la inhibición por excelencia que, ante todo, revela un intento de evitar un peligro, una amenaza o ataque contra el objeto amado. Hablamos de esta relación paradójica de convivencia, sin que ésta retrate un contexto disfuncional y patológico. También, decimos de la subjetivación de los lazos como un modo de la familia construir sus relaciones, en su entendimiento de convivencia, a partir de las demandas afectivas. Trabajo y familia apuntan diversidades de relaciones que demandan entendimiento del movimiento pulsional, de las defensas psíquicas y de la inversión afectiva en los lazos. Es en esa dirección que pretendemos contribuir con algunas reflexiones acerca del movimiento intersubjetivo de la familia y el trabajo.

En el primer momento, el trabajo ha adquirido nuevas influencias socioeconómicas y culturales con el advenimiento de la explotación de petróleo en Brasil desde los años ’80, y la acción laboral viene constituyendo bajo un inmediatismo y pragmatismo, sirviendo de indicador de un nuevo orden de convivencia en red. El trabajo offshore aparece como un imperativo de una convivencia extrema e intensa y el trabajador se destaca por la actividad en plataformas o barcos de petróleo con régimen de confinamiento y permanencia en el lugar y con base en escalas intercaladas entre actividad en la base y en el mar. En esa laguna entre mar y tierra, entre confinamiento y libertad, cuestionamos el lugar de la familia y las modalidades de comunicación y vínculo. Al mismo tiempo que impone exigencias extremas, la dinámica laboral indica una representación entre presencia y ausencia de un miembro en la familia fuera de patrones tradicionales de trabajos con horarios fijos de expediente. En este universo offshore, la familia se expone a un cotidiano, cuya realidad se configura en un juego de experiencias compartidas, interrumpidas e impedidas, presentando un modo de participación peculiar del trabajador en la vida del familiar, sea esposo/esposa o hijos. Se pregunta la capacidad de los miembros de participar en la vida del otro, aunque uno no esté presente. En un segundo momento, pensamos que la subjetivación de esa relación nos conduce a la reflexión acerca del contexto sociocultural actual, cuya característica está en una gran interconexión entre dos extremos, como caracteriza Giddens (2002). Si por un lado existe una exigencia para que la persona se adapte constantemente a las demandas del mundo globalizado, como a las del trabajo, por otro la persona debe tener una disposición personal y emocional para esta adaptación. En este interjuego, la familia comprende un adenda de las relaciones personales y su dinámica es influenciada por las adaptaciones necesarias y defensas psíquicas de base que, en este caso, son constituyentes de una construcción vinculante familia y trabajo. Se levanta la hipótesis de que la subjetivación de los lazos de la familia del trabajador offshore se configura con base en un proceso de restricción o hasta ausencia de parte de la función egoica del grupo, revelando comportamientos paradójicos entre estar juntos y presente y entre tiempo y espacio. La nueva modalidad de convivencia muestra que las demandas no sólo materiales como afectivas son atendidas bajo la condición de lo posible, desde el inmediato y al mismo tiempo del aplazamiento. Este artículo, por lo tanto, tiene la intención de comprender la subjetivación de la relación familia y trabajo de manera a considerar una nueva construcción subjetiva de las relaciones de convivencia. Presentamos un diálogo teórico sobre el contexto del trabajo en el mundo actual y el universo laboral de explotación de petróleo, así como el lugar de la familia en la construcción de las modalidades relacionales y las implicaciones subjetivas de los dos universos. Finalizamos con la ilustración de un caso de familia.

El tiempo del extremo y el lugar del trabajo y de las relaciones

Los estudios de Ferraz (1998), la historia del trabajo en la humanidad debe ser observada a través de dos ángulos opuestos: por un lado, como condición de “mal físico”, “acto penoso”, y por otro como acto “productivo” al contrario del ocio, que legitima al sujeto a su propio desarrollo. Como una construcción social permanente de lazos, el trabajo muestra una condición ambivalente de demandas y circunscribe al sujeto en el campo de la diversidad y de la reinvención simbólica. Entendemos estas demandas como aquellas que abarcan no sólo las necesidades materiales y de subsistencia, sino también aquellas ligadas a las condiciones afectivas para dar dirección a la inversión pulsional (Freud, 1915). Freud (1908; 1913; 1930) ya mostraba que la inversión pulsional dirigida al trabajo era una condición sine qua non de sublimación de los impulsos destructivos de los lazos, ya que el trabajo puede representar un campo de creaciones y construcciones para la persona. Reforzamos la concepción freudiana de que el grado de inversión pulsional dado a las relaciones laborales (y familiares) se encuentra en un embate de estados de satisfacción y sufrimiento personal, pero creemos que esta condición va más allá de un embate de pulsiones ambivalentes. En algunas situaciones, podemos observar una combinación de pulsiones que intentará responder por el movimiento posible del sujeto ante alternativas de flujo, o mejor, de destino dado a estas tensiones/pulsiones. Abrimos espacio para una condición paradójica y no ambivalente en el movimiento pulsional, colocando el concepto paradójico como alternativas posibles de destino de la pulsión, pero que no significan movimientos patologizantes o disfuncionales. Pensar sobre el movimiento paradójico de la convivencia en el trabajo y en la familia abre espacio para facetas emergentes de modos subjetivos de conjugar las relaciones. La convivencia interrumpida y compartida, por ejemplo, pasa a ser un modo intermedio de estar juntos y las elecciones y alternativas realizadas por la persona o por el grupo comprenden posibilidades de respuestas probables para las demandas.

La cuestión de la paradoja no es una discusión reciente y Watzlawich (2007) dispone del concepto en las relaciones interpersonales como una necesidad de construcción de caminos variados ante una misma elección. Además, comprende una forma de que el sujeto escoja de la mejor manera posible una respuesta a una demanda, aun sabiendo de la probable pérdida o impedimiento o interrupción ante ella. Hay una superposición de elecciones posibles y no correctas, o mejor, sanas, a fin de garantizar una “ilusión” variada de opciones que atiendan las necesidades del sujeto y que aplanen sus angustias. La superposición de elecciones no garantiza una convivencia satisfactoria, pero el impedimento total de ellas puede generar frustraciones y conflictos en las relaciones. La persona tiene menos pérdida en las relaciones cuando interrumpe y discontinua una posición o condición para tenerla en otro lugar.

En el tiempo acutal, Giddens (2002) revela que la contemporaneidad se configura como el tiempo de los extremos, donde la persona se encuentra en una encrucijada entre trabajo y afecto que están en un proceso constante de cambios, adaptaciones e, incluimos allí alternativas posibles. Hay una exigencia extrema de adaptación al nuevo y de cambio del antiguo, y la persona se intercruza en los extremos con su historia de vida, cultura y afecto. En el marco de esta caracterización del trabajo, Carreteiro (2011) añade que se presenta de un modo bastante poliformo desde el punto de vista de sus demandas, de manera que podemos pensar en la extrema exigencia impuesta al sujeto para responder a las diversidades de las actividades laborales, que conciliar tiempo, espacio y relaciones afectivas. Observamos que el tiempo y el espacio en el trabajo son vividos, o de manera ambivalente o de manera paradójica, en paralelo con las demandas subjetivas, ya que comprenden también fuerzas balizadoras de las relaciones. A partir de este encuentro de fuerzas, las posibilidades se convierten en un modo de subjetivación de las relaciones laborales que legitiman la cultura del riesgo y exigen una inversión afectiva, donde la confianza en sí y en el otro pueda garantizar las alternativas de relaciones. Al levantar la cuestión de la paradoja entre tiempo y espacio en el trabajo, encontramos nuevamente en Giddens (2002) la percepción de que el tiempo es susceptible de dudas y no más de certezas, y el presente no es más vivido sin que el futuro pueda ser continuamente a través de hipótesis y reflexiones. El espacio posee una dialéctica entre el particular y el público y el ambiente de trabajo no tiene un contorno o frontera bien definidos, revelando una extensión o continuidad del ambiente laboral al privado. En el contexto offshore, el espacio del trabajo es mezclado por el doméstico/particular (Lisboa, Oliveira, Maciel, 2013).

Otro punto a ser observado está en el lugar que la persona ocupa en el trabajo, cuya actividad, aunque solitaria y muchas veces de confinamiento, será sometida a otro de algún modo. Esta condición exigirá al sujeto una alta flexibilidad y rápidas adaptaciones, sin contar con una permanente formación y cualificación. Pensamos que el lugar del afecto en el trabajo estará sometido a las emociones y ligado a la capacidad de inversión libidinal y al mismo tempo de control de la persona.

Actualmente, la función del trabajo en la vida de la persona nos permite pensar no sólo en las exigencias impuestas por las organizaciones que “aspiran” toda su capacidad de producción, sino también en la condición que lo permita pensar y expresar acerca de su propio hacer. Las exigencias impuestas por el trabajo promueven una correlación entre necesidad y placer, muchas veces ambigua, de difícil ecuación. La ecuación de condiciones de trabajo, la ganancia de salario, la actividad desarrollada y la vida personal y familiar no comprende una función tan fácil. Aunque se entiende como una gran afirmación de la persona ante sí, del otro y del ambiente, el trabajo puede ocurrir el riesgo de convertirse en una sublimación imposible y una distorsión en la vida de la persona, cuando se percibe una dificultad e incluso una imposibilidad de conciliarlo con la subjetividad (Ferraz, 1998). Tenemos en mente que el trabajo y la subjetividad revelan una condición interpuesta de placer y sufrimiento que, a su vez, se mezcla con el cotidiano de la familia. Es en ese interpuesto de sentimientos que la realidad offshore presenta nuevas subjetivas de vínculo, revelando como uno de los más significativos contextos laborales de los últimos tiempos.

El universo offshore como una parte de la realidad laboral brasileña

El trabajo offshore viene ganando espacio en la sociedad brasileña en los últimos 30 años y con esto una diversidad de demandas y exigencias circunscriben la realidad de las personas involucradas y, consecuentemente, de las relaciones familiares. Una de las exigencias está en la grandiosidad del apoyo logístico necesario para que todo el engranaje de la explotación de petróleo pueda ser consolidada y productiva. Además del apoyo logístico, involucrando a innumerables compañías extranjeras y brasileñas, esta realidad pertenece a un escenario político, económico y cultural complejo, imponiendo a la sociedad una nueva mirada sobre el cotidiano laboral y sus demandas. La importancia del petróleo para la sociedad brasileña comprende una actualidad cada vez más sólida y se estima un aumento de su explotación para los próximos 50 años.

La logística que circunscribe el petróleo representa uno de los mayores y complejos sectores de trabajo y de mercado en el mundo. En la era del pre-sal y de las explotaciones del derivado del oro negro está la figura del trabajador offshore, como agente responsable del mantenimiento y funcionamiento de este engranaje en alta mar, sometiéndose a un movimiento alternado entre confinamiento y libertad, días intensos de trabajo y libres en tierra. Las plataformas de petróleo comprenden instalaciones físicas de ubicación remota y aislada, con un ambiente físico adverso. El trabajo de exploración del petróleo posee una red de apoyo logístico y social que busca satisfacer las necesidades biológicas, psicológicas, económicas y culturales para las comunidades laborales. Las personas embarcados quedan de 14 a 28 días en confinamiento de trabajo y de vivienda. En este tiempo, pasan por falta de privacidad, riesgos calculados y no calculados y por una jornada de trabajo ininterrumpido que puede llegar hasta las 14 horas al día (Leite, 2009; Pena, 2002). La persona offshore desarrolla un trabajo específico, cuya actividad muestra una exigencia de calificación cada vez mayor y requiere de él un potencial psíquico resistente y persistente a una actividad con intensas adversidades. El trabajo en un régimen de 14, 21 o 28 días de confinamiento comprende un ejercicio constante de repensar los otros lazos sociales y de reorientar de los propios problemas.

Las ciudades del interior del Estado de Río de Janeiro de apoyo logístico y de explotación de Petróleo son habitadas por familias que dibujan el cotidiano de ellas, a partir del movimiento de embarque y desembarque de uno de sus miembros. El movimiento de ir y venir de la plataforma, estar fuera y dentro de casa, estar presente y ausente del cotidiano de la familia compone una realidad diferente de la convivencia tradicional de retorno de la persona a su habitación, al final del expediente de trabajo. El cotidiano de esta realidad influenciará en la representación de los lazos, apuntando cuestiones de convivencia de modo compartido, discontinuas, interrumpidas o impedidas diferentemente de una posición patologizante. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya sufrimiento.

Los estudios que involucran trabajo con explotación de petróleo en altamar no son tan desconocidos. Se percibe que se ha prestado mayor atención a los estudios que circunscriben particularidades subjetivas en el área de seguridad, salud y medio ambiente, y las investigaciones de Alvarez, Figueredo y Rotenberg (2010), Bruni, Siqueira y Lucena (2012) sianlizan una cuantidad de comprensiones posibles para la construcción de una subjetividad con el propósito de responder a las demandas diversas del contexto offshore. Aunque se ha prestado mayor atención a los estudios que involucran investigación de riesgos potenciales para la salud del trabajador, así como el ambiente de la organización flotante, la logística relacionada al embarque, al período de confinamiento y al desembarque, Alvarez et al. (2010) apuntan la necesidad de discusión sobre la calidad de vida y las relaciones sociales de este tipo de actividad laboral. A su vez, los estudios sobre la calidad de vida deben ser considerados, ya que apostamos a la necesidad de saber acerca de la capacidad de la persona offshore de mantenerse en un trabajo de riesgo y adverso. Pensamos que hay algo diferenciado en su potencial psíquico y relaciones familiares que lo sustenta en esta dinámica de ir y venir y de confinamiento. En el universo offshore, encontramos un sujeto siendo construido a partir de un movimiento interrumpido de tiempo y espacio, bajo tensión y atención constantes, y en un lugar limítrofe de los espacios públicos y particulares. El espacio gana sentido de un todo, que exige un movimiento contrario al de individualización. El lugar del sujeto en confinamiento es compartido y se confunde con el público en la relación con el otro, como ya advertía DaMatta (1985). El espacio particular no presenta una ruptura con el tiempo y el espacio de trabajo, pues el doméstico casi no existe como lugar de la intimidad. También hay la renuncia de casi todo el espacio particular en favor de la colectividad laboral. Esta renuncia implica la base de las relaciones de trabajo embarcado, imponiendo a la persona una manera de convivir con la otra. Aunque la persona quiera estar solo o individualizarse en la relación de trabajo, el confinamiento muestra que no podrá escapar de cualquier intento de aislamiento y de soledad. Otro punto paradójico está en el tipo de convivencia, ya que confinados y aislados, las personas no pueden aislarse. Tenemos en mente que el confinamiento, la tensión constante de un trabajo de riesgo, la ausencia de casa por un determinado tiempo apuntan a una capacidad de flexibilización, que será la base de una construcción identitaria. El tiempo, el espacio y las tareas pertenecen a un lugar de tránsito ya una condición de interrupción y de discontinuidad de las relaciones. El presente es vivido de manera inmediata y enfocada. El futuro es traído al presente, de forma a adelantar acciones que no podrán ser realizadas posteriormente. El tiempo futuro es incierto y regido por lo posible por hacer y Giddens (2002) resalta la idea de que, en el mundo moderno, el futuro es continuamente traído al presente, como una manera de conocer y organizar un ambiente, aunque anticiparse el futuro traiga un hacer incompleto. Ante estos argumentos, ¿en este universo, la convivencia compartida representaría un estar juntos incompleto?

La familia offshore y la modalidad de convivencia compartida

Entendemos a la familia como espacio de construcción de modalidades relacionales que presenta en su compleja dinámica nuevas facetas de convivencia en la actualidad. Como espacio de base de la intersubjetividad (Ruiz Correa, 2000), la familia offshore revela una particularidad de su cotidiano que sostiene una condición paradójal de las relaciones, considerando el sentido de “estar juntos”. Observamos la existencia de una realidad dual dinamizada por alternativas posibles de presencia del sujeto en el grupo. Las dos realidades corresponden a la presencia física por un lado, cuando está desembarcado y otro en el período de embarque, cuando el grupo vive un sentimiento de presencia. En el período de embarque, las familias viven lo que llamamos una presencia compartida, al traer dentro de casa al miembro ausente por medio de contacto virtual o telefónico. La participación en la vida del hijo o cónyuge ocurre dentro de lo posible y de lo permitido por el discurso. Las providencias y tomas de decisión son delegadas a los cónyuges en tierra, que se encargan de dar continuidad a la rutina de la casa y de los hijos. Los conflictos existentes en el movimiento de ida y venida del padre o madre trabajador aparecen, generalmente, en los días anteriores posteriores al embarque. Hay una sobrecarga de tareas bajo la responsabilidad del cónyuge en tierra. Por otro lado, el cónyuge embarcado sufre por la distancia y por la no participación en decisiones y en eventos importantes, como los escolares de sus hijos. Sin embargo, investigaciones como la de Souza (1996) revelan algunos puntos de impasse en la relación familia y trabajo, durante el período de embarque. La cuestión más importante está en la dificultad de atender las demandas de orden práctico, emocional y social de los familiares en tiempo de ausencia. Fechas conmemorativas, nacimiento y enfermedad de hijo y fiestas familiares siempre son acontecimientos postergados, interrumpidos o vividos en la medida de lo posible. Cuando un hijo se enferma, por ejemplo, el uso del teléfono por satélite se convierte en la única condición y la más cercana al miembro ausente de los hechos. Estas situaciones representan el cotidiano de la familia, como demuestra la investigación de Lisboa, Oliveira y Maciel (2013). Siendo así, estar junto y separado, estar cerca, pero distante, compone el movimiento relacional de las personas insertados en el contexto de embarque y desembarque. Llamamos de convivencia compartida la capacidad de la familia para participar de los acontecimientos del cotidiano con el miembro ausente. De algún modo, con el apoyo de programas de videoconferencia, correo electrónico y teléfono vía satélite, el sujeto “está” con la familia. Este escenario revela que sujeto offshore y familia muestran una nueva faceta de estar juntos, sin que la ausencia física de un miembro, sea cónyuge, sea hijo, produzca impasses o conflictos recurrentes y permanentes.

En la búsqueda de comprensión sobre modos de convivencia familiar, percibimos que el compromiso de estar juntos sostiene la capacidad de los miembros para tolerar la ausencia durante el período de embarque. Esta sustentación nos remite a Winnicott (1958) acerca de la capacidad de la persona para sentirse sola, incluso en la presencia de la otra. Esta postulación winnicottiana nos hace pensar que el sujeto es sostenido por el otro en su momento de soledad. El ser sostenido por el otro se refiere a ser apoyado psíquicamente por el otro. Este apoyo psíquico, como refuerza Kaës (2005), comprende una manera de que el sujeto se sostiene en medio de otros grupos por la vía del afecto. En el período de confinamiento en plataformas, creemos que la persona es sostenida por el afecto familiar, o sea, por la inversión libidinal destinada a ella en todos los tiempos de convivencia. Por la vía del imaginario, la familia desea la vuelta de ella y aguarda su regreso. Este apoyo puede ser comprendido, también, como una manera necesaria de que la persona soportará el período de transición, donde el tiempo y el espacio con la familia puedan ser continuos, al mismo tiempo que están en suspenso. El tiempo y el espacio con la familia se vuelven continuos y presentes en el imaginario de la persona, aunque estén en suspenso por el hecho de que no esté presente físicamente. En el movimiento cíclico y continuo de embarque, confinamiento y desembarque, la transición es apoyada por la representación de apoyo de los miembros. La persona está ligado por los lazos y representación de los lazos, dando a la familia lugar de objeto de apoyo por excelencia, así como representación de un holding extendido. La extensión del holding mantiene a la persona apoyada consigo y con el otro en forma de una ayuda psíquica para que la persona mantengase sujeta del trabajo. Esta capacidad de sostenerse en un confinamiento por el apoyo psíquico familiar ha sido comprendida por nosotros como un modo de subjetivación de la relación trabajo y familia de embarcados (Lisboa et al., 2013). El papel de los parientes de la familia offshore es un punto a ser investigado por percibir que no todas las familias offshore reciben apoyo debido a la ubicación geográfica. Muchas familias migran a ciudades del petróleo en busca de trabajo, dejando a sus familias de origen.

Las relaciones familiares sufren transformaciones a lo largo del tiempo en comunión con las demandas externas y las imposiciones, a menudo crueles, de las cobranzas laborales y sociales. La respuesta de la familia a las transformaciones puede demostrar madurez ante los cambios o una realidad de conflictos intensos y persistentes, de difícil negociación, que puede quedar atrapada por mucho tiempo (Ruiz Correa, 2000). Además del apoyo psíquico, no podemos negar efectos aversivos al modo paradójico de la condición de estar juntos aunque separado. El revés de esta nueva modalidad relacional puede apuntar efectos colaterales devastadores. Como dice Ruiz Correa (2000; 2002), situaciones conflictivas, permanentes o duraderas, pueden llegar a tomar proporciones catastróficas para las relaciones internas familiares culminando, en muchos casos, en el compromiso del grupo en sostener. Además de la familia operar en la estructuración del psiquismo del sujeto y de las relaciones sociales, funcionando como continente de apoyo y poseedora de una historia singular, es preciso pensar que ella se presenta como un grupo que piensa por sí mismo y que construye sus propias leyes, referencias y cultura (Geertz, 1989).

La familia como escenario de acontecimientos significativos colabora para la construcción de la subjetividad e identidad de sus miembros. En todas las fases de vida, los sujetos aparecen como agentes transformadores del grupo, lo que exigirá de los miembros un movimiento constante de acogida y devolución de las diversas demandas, incluso aquellas oriundas de otros medios sociales como el del trabajo. Durante el período de trabajo embarcado, sostenemos la idea de que la capacidad y los recursos utilizados por la familia en los períodos de adquisiciones y de transformaciones de las fases de vida (Cerveny, 2007) se apoyan en su capacidad de holding (Winnicott, 2001). Se cree que la convivencia sana está asociada a la existencia de un holding familiar extenso y continuado en todas sus fases, en la forma de un continente de apoyo psíquico, cuyas funciones de protección y de contención de las demandas subjetivas puedan garantizar el compartir las experiencias (Lisboa, 2011). El campo intersubjetivo familiar se presenta como un espacio de conexión y transformación de herencias, experiencias y acontecimientos que provocan una compleja y extensa inscripción subjetiva, influenciando los lazos sociales y laborales (Ruiz Correa, 2002; Kaës, 1997). A partir de esa perspectiva, pensamos que el cotidiano de la familia de embarcados es vivido de manera inmediata y en la lógica de lo posible, donde la negociación y la planificación se vuelven balizadores de las experiencias y de los acontecimientos. Así, desde el punto de vista de la producción intersubjetiva, podemos decir que la familia se transforma simultáneamente con los problemas domésticos tanto como con las demandas laborales. El movimiento de presencia/ausencia del trabajador offshore contribuye a la formación del campo intersubjetivo familiar, al tiempo que la dinámica de la familia interfiere en la sustentación del trabajo. Sobrevivir a ese movimiento constante de manera más sana comprende, sin duda, una cuestión desafiante. Tenemos a la familia Silva como un ejemplo de ello.

La realidad offshore de la familia Silva

La familia Silva es una típica familia offshore del interior del Estado de Río de Janeiro, que vive el movimiento de ir y venir de un cónyuge, trabajador que se embarca desde hace muchos años, y pasa por momentos significativos a lo largo de su historia de vida. Formada por una pareja heterosexual con dos hijos adultos, toda la historia fue contada a través de una entrevista en línea, en respuesta a un cuestionario electrónico. El cuestionario fue respondido en conjunto, con todos los presentes: padre, madre y dos hijos. En primer lugar, intentamos un encuentro presencial con todos de la familia, pero no hemos tenido éxito. Esto es porque percibimos que la presencia de todos al mismo tiempo comprende una dificultad real en la investigación, por el hecho de que los miembros están involucrados en sus compromisos aplazados durante el período de embarque de un miembro. Ellos aprovechan todo el tiempo juntos para hacer todo lo que no pudieron hacer cuando estaban separados. Así, la opción por el cuestionario electrónico proporcionó la condición de que los miembros respondieran cuando y donde quisieran. Los cónyuges tienen 25 años de casados y el esposo está a 15 años trabajando en altamar, lo que retrata períodos de ausencia en la familia durante la infancia y la adolescencia de los hijos, hoy con 18 y 24 años. La esposa, Clara, trabaja como autónoma y administra las actividades domésticas con los hijos y con la ayuda de una diarista. La rutina de la familia se intensifica cuando Fernando está presente. Ellos buscan estar juntos y hacer juntos las tareas domésticas. Los momentos de ocio se planean con viajes y el descanso es muy respetado. La necesidad de algunos días de descanso se refiere al tiempo de adaptación a la rutina de la casa y del restablecimiento del sueño nocturno y de la alimentación balanceada. Ellos entienden la convivencia entre ellos como un período que oscila entre tensión y armonía, siendo cumplida primero una agenda de asuntos pendientes. Después del período de adaptación, el trabajador restablece la rutina en la familia, dejada anteriormente. Al final del período de desembarque, la tensión aparece nuevamente por la expectativa de embarque. La tensión se genera otra vez por el hecho de que se rompe la rutina de convivencia. Como dice Fernando, “la quiebra de la continuidad genera una constante búsqueda de entendimiento y conocimiento mutuo”, a veces, no tan fácil de conquistar. La relación familiar se construye sobre la base de negociaciones, planificaciones y entendimiento de las cuestiones impuestas por la rutina de estar junto y separado, de estar presente y ausente en determinado período. Un ejemplo de esta rutina está en la organización de una fiesta de cumpleaños de hijo o participación de bodas. La participación de toda la familia va de acuerdo con las fechas previstas dentro de las escalas de desembarque, pero sujetas a cambios, como consecuencia de los posibles imprevistos. A veces, cuando el trabajador está a desembarcar, se le informa de su permanencia en la plataforma durante algunos días más. En otro momento, puede ocurrir el regreso a la plataforma, después de uno, dos días ya desembarcado, rompiendo la secuencia de permanencia por 14 o más días en tierra. Ante estas situaciones, aun sabiendo de la posibilidad de participar en los eventos sociales con la familia, lo inesperado puede suceder. En general, la incertidumbre del tiempo en tierra por el trabajador convoca la esposa e hijos a participar solos de las fiestas. En el caso de la familia Silva, los miembros evitan participar en eventos en ausencia de uno. Se sienten poco a gusto sin la presencia del esposo/padre. Como continúa Fernando: “La familia aguarda mi regreso para vivir el ocio” y, así, casi no vivencian actividades sociales. Podemos suponer que esta realidad comprende una de las mayores dificultades de convivencia de esa familia con otros grupos.

Otro movimiento de tensión en casa se refiere al hecho de que el trabajo es visto por los miembros como de riesgo y, por otro lado, el trabajador “dejar a la familia sin seguridad”. Antes del embarque hay sentimiento de “apagado familiar”, percibido como falta, sensación de pérdida e inseguridad. Durante el período de trabajo, Fernando muestra que se puede apagar un poco de la familia, concentrando su atención en las tareas. En tierra, normalmente, la esposa y los hijos procuran realizar sus actividades de trabajo. Al final del período de confinamiento intentan recuperar el “tiempo perdido”, demostrando que los acontecimientos son sentidos como “perdidos” por no haber sido vivenciados juntos, aunque hayan sido sabidos y compartidos por contactos diarios. La participación en la vida de la esposa y de los hijos se realiza a través de llamadas telefónicas, cuando entonces el trabajador puede opinar y decidir sobre el progreso de las actividades familiares en el tiempo presente. A veces, algunas decisiones se pospone para después del desembarque y otras impedidas de resolver, como en el caso de enfermedad de los hijos. Un momento de impedimento está en los acontecimientos significativos ocurridos en el período de ausencia y que no pueden ser vivenciados presencialmente. Cuando estaba desembarcado, Fernando sufrió la enfermedad y muerte de su madre. Para él, éste fue el momento más significativo en el período de ausencia de la familia. Incluso ausente, Fernando muestra que participó de forma intensa de la vida de los hijos, una vez que trató de atender a sus necesidades “dentro de lo posible”. Cuando en tierra siempre estuvo presente en las actividades escolares y en otras, caracterizando tener poco convivencia fuera de casa. La relación con los hijos muestra ser clara, no dejando asuntos pendientes para después. También la relación conyugal muestra ser armoniosa, con “algunos bordes siempre a ser recortados”, como escribió Clara. Los momentos de conflicto son discutidos de manera a buscar soluciones para que se restablezca la armonía. El estar bien es fundamental para que el trabajador regrese bien al trabajo. En esta situación, el apoyo mutuo muestra que la familia Silva vive intensamente el período presente para que pueda compensar el período de ausencia. Por eso, un gran argumento lanzado por ellos sobre “lidiar con problemas” está en la capacidad de administrar las dificultades del día a día de manera directa, sin que ellas ocupen un espacio en el imaginario.

Consideraciones

En este artículo pudimos ver las querellas presentes en la relación trabajo y familia cuando evidenciamos la articulación entre el espacio intersubjetivo familiar y aquel constituido por la actividad laboral. El trabajo en el contemporáneo ha asumido cada vez más un lugar destacado en la vida de las personas y, por consiguiente, ha interferido de manera única en la psicodinámica familiar. En este caso, el trabajo offshore presenta esta cuestión de manera incuestionable. Se puede decir que hay una cultura offshore en ciudades que tienen gran parte de su economía en torno a la explotación del petróleo. El modo compartido de convivencia revela espacios intermedios entre la intersubjetividad de un grupo, la cultura del medio y el socialmente organizado en las instituciones laborales, que sostienen el lugar de la paradoja del movimiento presencia-ausencia del sujeto en estos espacios. Nuestro propósito fue el de discutir los impactos de esta cultura en las relaciones familiares y de mostrar los puntos de dificultad y de sustentación psíquica de estas familias, señalando el punto más importante entre ellos, el de un espacio intersubjetivo extendido y común a las dos realidades: la familia y el trabajo, lo que exigirá aún nueva agenda de investigación en el tratamiento dado a las nuevas configuraciones relacionales y vinculantes presentadas por los antagonismos continuidad y ruptura, permanencia y transformación. En la última parte destacamos el caso de la familia Silva. Dejemos como agenda de investigación futura la construcción identitaria de la persona ante ese movimiento de ida y venida del padre o madre que trabaja embarcado.

Es importante notar que la influencia offshore también tiene impacto en la forma de recolección de datos para la entrevista que realizamos. Se constituye como ejemplar. Debido a la dinámica que tienen entre relaciones presenciales y virtuales, las familias aprenden a dar gran valor a los recursos digitales y la presencia psíquica gana representación de presencia física, una vez que el trabajador participa del cotidiano familiar. Es por esta vía que conseguimos efectuar la recolección de datos de la investigación que, en cierto modo, mostró una nueva entrada y posibilidad de investigación con la familia contemporánea, por el medio virtual. Sólo de este modo, la mayoría de las familias conectadas se mostraron disponibles para responder a preguntas menos movilizadoras y que exigían respuestas directas. Es importante resaltar que la elaboración escrita es diferente de la expresión oral. La primera es más trabajada por la actividad consciente y elaborativa de comunicación, en la cual la función de espontaneidad existe, pero es atravesada por el crivo super egoico. El acto de escribir remite a una actividad más consciente, una palabra puede siempre ser borrada, sustituida por otra. No hay posibilidad de anular una palabra dicha durante un discurso, pero hay que entender todo el discurso dentro de una palabra escrita. Estas puntuaciones nos conducen, como psicoanalistas, a nuevos créditos a ser dados al lenguaje, asumiendo la expresión escrita de la familia como un dato de su realidad sobre el que tenemos menos posibilidad de atenerse a la forma de comunicación como en la expresión oral.

Hay una conformidad del sujeto offshore, la de disponer de todos los recursos disponibles para participar de la vida familiar y, por otro lado, esta de no negar la ausencia de un miembro, sino de minimizarla, a través de las diversas formas permitidas por los recursos digitales. De este modo, el cotidiano familiar offshore es vivido como compartido que intenta conectar, continuar y mediar a un miembro ausente a la realidad de casa. Podemos considerar dos realidades: la psíquica y la concreta o real que se atravesan por el tempo y ambiente familiar. La realidad psíquica es vivenciada de manera que el imaginario familiar de la persona lo sustente, y la realidad del cotidiano se realiza mientras que haya el retorno. Como un modo de subjetivación de la convivencia compartida, familia y trabajo offshore no representaría un estar juntos incompleto, sino un estar juntos posible. Vemos que las familias buscan continuamente garantizar la comunicación y la convivencia familiar, encontrando un nuevo modo psíquico de sustentación, garantizado por una intersubjetividad en permanente transformación.


Bibliografia

Alvarez, D., Figueiredo, M., Rotenberg, L. (2010). Aspectos do regime de embarque, turnos e gestão do trabalho em plataformas off shore da Bacia de Campos (RJ) e sua relação com a saúde e a segurança dos trabalhadores. Revista Brasileira de Saúde Ocupacional, 35, 122: 201-216. http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=100515726004.

Bruni, M.R.C., Siqueira, S.Z., Lucena, W. (2012). A importância da qualidade de vida em ambientes de confinamento. Revista Gestão Contemporânea, 2, 1: 1-16.

Carreteiro, T.C.O.C. (2011). História de vida laboral familiar em duas gerações: trabalho e contextos sociais. In Féres-Carneiro T., Casal e Família: conjugalidade, parentalidade e psicoterapia, pp. 119-132. São Paulo: Casa do Psicólogo.

Cerveny, C.M.O. (2007). Família em movimento. São Paulo: Casa do psicólogo.

DaMatta, R. (1985). A casa e a rua: espaço, cidadania, mulher e a morte no Brasil. São Paulo: Brasiliense.

Ferraz, F.C. (1998). O mal-estar no trabalho. In Volich R.M., Ferraz F.C., Arantes M.a.de A.C. (org.), Psicossoma II – psicossomática psicanalítica, pp. 163-176. São Paulo: Casa do Psicólogo.

Freud, S. (1908). Moral sexual civilizada e doença nervosa moderna. In Edição eletrônica das Obras psicológicas completas. Editado por J. Strachey, Vol. XIX. Petrópolis: Vozes, 2000.

Freud, S. (1913). Totem e Tabu. In Edição eletrônica das Obras psicológicas completas. Editado por J. Strachey, Vol. XIII. Petrópolis: Vozes, 2000.

Freud, S. (1915). As pulsões e suas vicissitudes. In Edição eletrônica das Obras psicológicas completas. Editado por J. Strachey, Vol. XIV. Petrópolis: Vozes, 2000.

Freud, S. (1930). O mal-estar na civilização. In Edição eletrônica das Obras psicológicas completas. Editado por J. Strachey, Vol. XXI. Petrópolis: Vozes, 2000.

Geertz, C. (1989). A interpretação das culturas. Rio de Janeiro: Livros técnicos e científicos.

Giddens, A. (2002). Modernidade e Identidade. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Ed.

Kaës, R. (1997). O grupo e o sujeito do grupo. São Paulo: Casa do psicólogo.

Kaës, R. (2005). Os espaços comuns e partilhados: transmissão e negatividade. São Paulo: Casa do Psicólogo.

Leite, R.M. dos S.C. (2009). Vida e trabalho na indústria de petróleo em alto mar na Bacia de

Campos.        Ciência e            Saúde    Coletiva,             14-6:     2181-2189.         DOI:      10.1590/S141381232009000600025.

Lisboa, A.V. (2011). A história familiar no processo de adoecimento somático: a violência em destaque. Tese de Doutorado. Programa de Pós-graduação do Departamento de Psicologia – PUC-Rio.

Lisboa, A.V., Oliveira, E.B., Maciel, F. (2013). O Cotidiano do trabalhador off shore e sua relação com o trabalho e com a família. In Anais do V Seminário de Pesquisa da Estácio e I Jornada de Iniciação Científica da UNESA. vol. I. Cd-room.

Pena, A.C. (2002). Relato de pesquisa: a influência do contexto ambiental nos trabalhadores offshore de uma plataforma petrolífera. Psicologia, Ciência e Profissão, 22, 1: 1-9. DOI: 10.1590/S1414-98932002000100012.

Ruiz Correa, O.B. (2000). O legado familiar: a tecelagem grupal da transmissão psíquica. Rio de Janeiro: Contracapa.

Ruiz Correa, O.B. (2002). A intersubjetividade nos processos de transmissão psíquica geracional. Revista Trieb. (Sociedade Brasileira de Psicanálise do Rio de Janeiro), 1: 145-156.

Souza, A.A. (1996). Perfil do homem off shore: aspectos relevantes nas relações de trabalho e familiares. Cadernos de Pesquisa em Administração, 1-3: 1-8.

Watzlawich, P., Beavin, J.H, Jackson, D.D. (2007). Pragmática da comunicação humana: um estudo dos padrões, patologias e paradoxos da interação. São Paulo: Cultrix.

Winnicott, D.W. (1958). O ambiente e os processos de Maturação. Porto Alegre: Artmed editora, 1983.

Winnicott, D.W. (2001). Holding e Interpretação. São Paulo: Martins Fontes.

Revue Internationale de Psychanalyse du Couple et de la Famille

AIPPF

ISSN 2105-1038