REVUE N° 28 | ANÉE 2023 / 1

Grands-parents et petits-enfants aujourd’hui. La “grand-parentalité”

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Grands-parents et petits-enfants aujourd’hui. La “grand-parentalité”

La psychanalyste argentine Paulina Redler a formulé le concept de grand-parentalité pour désigner la relation et la fonction des grands-parents vis-à-vis de leurs petits-enfants et les effets psychologiques des liens qui les unissent. Le concept de grand-parentalité est lié à la fonction de transmission du savoir générationnel du passé à la génération des petits-enfants. Nous énumérons diverses situations de la vie familiale qui font obstacle à une bonne communication intergénérationnelle entre les grands-parents, les parents et les petits-enfants, par exemple lorsque les petits-enfants sont considérés par les autres générations comme un trophée à se disputer, lorsqu’il y a des problèmes de jalousie ou lorsque le narcissisme excessif des grands-parents interfère avec la possibilité de se rapprocher des petits-enfants. D’autres circonstances le favorisent, lorsqu’il y a un bon contact entre les grands-parents et les petitsenfants. Les deux générations s’en trouvent enrichies: les grands-parents jouent le rôle de « conteurs » de la saga familiale et sont porteurs des messages trophiques des origines et des mythes « nourriciers ». Face aux défis du présent social, les petits-enfants peuvent se charger de fournir les forces vitales opposées aux forces destructrices du présent. Enfin, nous mentionnons que l’approche tri-générationnelle dans la clinique peut aider à traiter de nombreux conflits entre générations.

Mots-clés : grands-parents, petits-enfants, grand-parentalité, messages trophiques, mythes nourriciers, transmission intergénérationnelle, approche tri-générationnelle.


Abuelos y nietos hoy: la “abuelidad”

La psicoanalista argentina Paulina Redler formuló el concepto de abuelidad para denominar la relación y función de los abuelos hacia sus nietos y los efectos psicológicos de los vínculos entre ellos. El concepto de abuelidad tiene que ver con la función de transmisión del conocimiento generacional del pasado a la generación de los nietos. Enumeramos diversas situaciones de la vida familiar que dificultan una buena comunicación intergeneracional entre abuelos, padres y nietos, como cuando los nietos se encuentran entre las otras generaciones como un trofeo que se disputan, cuando hay problemas de celos o cuando el excesivo narcisismo de los abuelos interfiere en la posibilidad de acercamiento a los nietos. Otras circunstancias lo favorecen, cuando hay un buen contacto entre abuelos y nietos. Esto enriquece a ambas generaciones: los abuelos funcionan como « relatores » de la saga familiar y portadores de los mensajes tróficos de los orígenes y los mitos « nutricios ». Ante los retos del presente social, los nietos pueden asumir la tarea de aportar las fuerzas vitales opuestas a las destructivas que propone la actualidad. Por último, mencionamos que el enfoque trigeneracional en la clínica puede ayudar a procesar muchos de los conflictos entre generaciones.

 

Palabras clave: abuelos, nietos, abuelidad, mensajes tróficos, mitos nutricios, transmisión intergeneracional, enfoque trigeneracional.


Grandparents and grandchildren today. “Grandparenthood »

The Argentinean psychoanalyst Paulina Redler formulated the concept of grandparenthood to refer to the relationship and function of grandparents to their grandchildren and the psychological effects of the ties that bind them. The concept of grandparenthood is related to the function of transmitting generational knowledge from the past to the generation of grandchildren. We list various situations in family life that hinder good intergenerational communication between grandparents, parents and grandchildren, for example when the grandchildren are seen by the other generations as a trophy to be fought over, when there are problems of jealousy, or when excessive narcissism on the part of the grandparents interferes with the possibility of getting closer to the grandchildren. Other circumstances favour it, when there is good contact between grandparents and grandchildren. Both generations are enriched: the grandparents play the role of « storytellers » of the family saga and are the bearers of the trophic messages of origins and « nourishing » myths. Faced with the challenges of the social present, grandchildren can take on the task of providing the vital forces opposed to the destructive forces of the present. Finally, we mention that the tri-generational approach in the clinic can help to deal with many intergenerational conflicts.

 Keywords: grandparents, grandchildren, grandparenting, trophic messages, nurturing myths, intergenerational transmission, tri-generational approach.


ARTICLE

“Habremos pues de admitir que ninguna generación posee la capacidad de ocultar a la que le sigue hechos psíquicos de alguna sustantividad” (Freud, 1912)

En los años ‘80 una psicoanalista argentina, Paulina Redler (1980,1986) formuló el concepto de abuelidad (o abuelitud), para denominar la relación y función de los abuelos con respecto a los nietos y los efectos psicológicos de los vínculos entre ellos. El concepto de abuelidad se vincula, entre otras cosas, con la función de la transmisión del conocimiento generacional del pasado, de los orígenes, proceso necesario y fundamental para la construcción de la identidad.

Como ha sido señalado en numerosos trabajos (Kaës y otros, 1993; Losso y Packciarz Losso, 2004, 2005, 2010) creemos que esta función es de gran importancia, por lo que es necesario tenerla presente en la clínica, para poder ayudar a las familias y a sus integrantes. En nuestra experiencia, encontramos con frecuencia estructuras familiares que presentan serios obstáculos para el adecuado desarrollo de esta función.  En algunos casos, abuelos cuyo narcisismo no les permite aceptar el paso del tiempo, intentan convertirse en una suerte de “padres buenos” de sus nietos, los que pueden pasar entonces a ser sus “nuevos hijos”, “borrando” así una generación. En muchos de estos casos, las dificultades y malentendidos que marcaron la vida de la familia y no fueron ni aclarados ni elaborados (lucha generacional entre abuelos y padres) condiciona también las relaciones con los nietos. Se desencadena una “lucha por los nietos”, donde en vez de integrar las tres generaciones, se da una “lucha por el poder intrafamiliar”, quedando entonces los nietos como “trofeo” y como “arma” para predominar sobre los otros. Por supuesto que en este caso, no hay amor verdadero por los nietos: son un trofeo en disputa.

Otras veces los padres se vengan de sus propios padres, obstaculizando las posibilidades de encuentro entre abuelos y nietos, con pretextos varios. Con frecuencia, por rivalidad, temen que los nietos prefieran los abuelos a los padres en casos de progenitores que se sienten inseguros de sus vínculos con los hijos. Cuando este vínculo con los abuelos es intenso, pueden aparecer celos de los padres, que temen ser desplazados en el afecto de sus hijos por los abuelos.

Por otro lado, también los hijos pueden usar el vínculo con los abuelos para provocar a los padres: “mi abuelo/a es mejor que tú o mejor que ustedes, más comprensivo, me escucha más, etc.”

En otros casos, la falta de desarrollo de vínculos suficientemente buenos a lo largo de la historia familiar, puede hacer a los abuelos desconfiados y esto puede interferir en su vínculo con los nietos, que son englobados con los padres “en un solo paquete”, con quienes se tiene mala relación. Y a veces entonces pueden convertirse en viejos antipáticos, “que molestan”, “viejos gruñones”, o que recriminan, con un discurso culpógeno, con lo que pueden pasar a tomar un liderazgo regresivo en la familia.

En muchos casos, los padres, ocupados con sus obligaciones, dejan a sus hijos con los abuelos, quienes se hacen cargo de ellos, pero cobrando un precio, la lealtad de los nietos, los que entonces prefieren los abuelos a los padres. Estos comienzan a sentirse celosos de este vínculo, como terceros excluidos. Por su parte, los nietos pueden contribuir a incrementar esta rivalidad. Como comenta Dolto (1979) en algunos casos “el chico se divierte sembrando cizaña entre las dos mujeres” (la madre y la abuela). “Es tan divertido tirar de la cuerda y comprobar que la campana suena”. Pero también en otros, los nietos sufren y se sienten culpables cuando consideran que ellos son los causantes de conflictos entre los abuelos y los padres. Por otro lado, en ocasiones se observa que para algunos nietos el abuelo (o abuela) es o ha sido la única persona por quien se han sentido realmente amados.  

Sabemos que la vejez, como la niñez, aumenta la dependencia del grupo familiar. El anciano comienza a depender de quienes habían dependido de él, dependencia emocional, a veces económica e incluso física (problemas de salud varios). Situación que es difícil de tolerar en particular para personalidades narcisistas. Aquí aparece la importancia de la historia familiar, de cómo fueron anudados los vínculos a través de dicha historia. Hombres y mujeres habituados a dominar hasta edades muy avanzadas, pueden sentir amenazado su lugar de poder (real o ilusorio), una herida narcisista intolerable que los hace retraerse y aislarse, lo que por supuesto los hace sentir cada vez peor. En estos casos, no les queda mucha libido para conectarse con los nietos, con lo que están impedidos de gozar de la enriquecedora relación con ellos[1].  En cambio, cuando estos obstáculos no existen, o cuando pueden ser removidos, a través de una ayuda terapéutica (ver luego), y los abuelos pueden acceder a sus nietos, pueden cumplir una función de “puente”, o de buffer con los padres y hacerse cargo de la transmisión de mensajes de los orígenes, es decir hacerse cargo del no menor rol de “relatores” de la saga familiar.

Una ventaja importante del vínculo abuelo-nieto es que está menos perturbado por la conflictiva edípica que la de padres e hijos, lo que permite que se establezca una relación con mucha menos ambivalencia. Así, entre otras cosas, los abuelos pueden encontrar en los nietos recursos y comprensión frente a conflictos con los hijos. “Cuando el nieto se hace mayor los abuelos pueden aceptar complacidos los nuevos aspectos que van estableciéndose, especialmente cuando éstos les acercan conexiones con una parte del mundo por la cual ellos ya no transitan o nunca han transitado” (Redler, 1980).

Los abuelos funcionan entonces como un hilo conductor que conecta la generación de los nietos con los mensajes de las generaciones anteriores, de la transmisión intergeneracional (Kaës y ostros, 1993) muchas veces de contenidos que habían quedado “mudos” para la generación de los padres, o les dan otra significación, otra versión de historias familiares. Son introductores del linaje, enriqueciendo a los nietos con sus relatos de la historia de las anteriores generaciones.

Como dijimos, en relación con el vínculo parento-filial, el vínculo abuelos-nietos es más libre: hay una mayor aceptación de las diferencias y menores expectativas sobre “lo que debe ser”. No se exigen ni se les exige tanta incondicionalidad ni tanta responsabilidad. Para abuelos y nietos, la relación está a mitad de camino entre la imposición y la elección, es un vector de afirmación y emblema de la propia perdurabilidad, de la vida que renace, del eterno retorno, de la continuidad de la línea de las generaciones en el futuro inmediato.

Los nietos introducen algo así como una nueva vida, “revitalizando” a la familia en general y a los abuelos en particular. Los abuelos que pueden jugar con sus nietos, divertirse con ellos, muchas veces no habían podido hacerlo con sus propios hijos. El vínculo abuelos-nietos enriquece a ambas generaciones. Los nietos encarnan el futuro, el proyecto familiar, la prospectiva familiar.

La introducción de nuevas tecnologías, los cambios en los medios de informacióncomunicación, en la institución escolar, en la infancia, las nuevas organizaciones familiares, las llamadas “familias ensambladas”, las “familias homoparentales” y las “familias uniparentales”, cambios en el rol de la mujer en la sociedad (y del varón), cambios en las cuestiones de género etc., deben ser también incluidos en la comprensión de la problemática de la abuelidad.

Debemos tener en cuenta –y esto es importante – que el incremento de los años útiles en los adultos mayores hace que hoy cada vez sean más comunes los abuelos que trabajan (profesionales, empresarios, comerciantes), que están aún activos más allá de los 75 u 80 años.

Es sabido además que hoy, por lo menos en ciertas clases sociales, las maternidades son más tardías. Va de suyo entonces que los abuelos, serán abuelos de más edad.

Por otra parte, en la actualidad a muchos jóvenes les cuesta dejar el nido, tener pareja, conseguir un buen trabajo con un ingreso que les permita el acceso a tener su hábitat. Entonces, los hijos arriban después y por lo tanto los abuelos pueden ser mayores en edad que antes, lo cual no significa que esto sea un obstáculo, gracias a que como dijimos, la vejez real es más tardía.

Muchos de estos cambios producen transformaciones en la subjetividad y en cómo se configuran los vínculos intrafamiliares, ampliando y complejizando la constitución de la familia nuclear y las respectivas funciones tradicionales de sus miembros. No es poco común hoy que, ante la cantidad de adultos jóvenes sin pareja y sin hijos, muchos padres con deseos de abuelidad, encuentren truncos sus anhelos.

Así las cosas el ser que envejece se ve entonces enfrentado a un plus de trabajo, que se agrega al que normalmente implica el envejecimiento.

Los abuelos son de hecho, los encargados de la transmisión de los mitos familiares a los padres y estos a sus hijos. Pero muchas veces deben ser los abuelos los trasmisores de esos mitos (por omisión de los padres) o de dar versiones diferentes de los mismos mitos. Sabemos que hay dos calidades de mitos: los que uno de nosotros ha llamado nutricios (Losso, 2001) o estructurantes, que dan lugar a una calidad de transmisión que es trófica, pues permite que los sujetos adquieran identificaciones que les permiten aprovechar esos elementos para ir desarrollando su propia identidad, diferente (y también parecida) de la de sus progenitores y antepasados. Otros mitos, en cambio, son mitos alienantes, paralizantes, casos en que los sujetos quedan ligados a lealtades invisibles (Boszormenyi-Nagy, Spark, 1973) con los personajes míticos. Son los mitos que interfieren en los vínculos entre abuelos, padres y nietos. También se transmiten mitos sociales. Si bien  lo social, como no podía ser de otro modo, y en todas las épocas, siempre ha influido en la subjetividad de los individuos y las familias[2], pensamos que en las sociedades contemporáneas se producen ciertos fenómenos que consideramos nuevos. En los últimos tiempos, en la clínica observamos que en un gran número de familias y parejas existe un mayor o menor déficit de la transmisión estructurante -como un déficit del contrato narcisista (Aulagnier,1975)-, un empobrecimiento de la transmisión de los mitos, una falta de los mensajes culturales nutricios, provenientes de otras generaciones, y al mismo tiempo, una tendencia a minimizar la importancia de los mensajes tróficos recibidos, a despreciar los modelos y devaluar las tradiciones. Pensamos que en la actualidad asistimos a un “debilitamiento” de los mitos familiares tradicionales nutricios transmitidos transgeneracionalmente y simultáneamente a una mayor influencia de los mitos sociales en las familias (Losso y Packciarz Losso, 2011) En muchas ocasiones los abuelos son los encargados de la transmisión de esos mitos

“obviados” o reprimidos por los padres, demasiado inmersos en la fuerza de los mitos sociales “actuales”, Este debilitamiento está también ligado a los efectos de las mutaciones sociales “por los ataques radicales contra la identificación con lo humano y contra lo simbólico que los genocidios han perpetrado, por las catástrofes, las angustias y las promesas que suscita la mundialización” (Kaës, 2012). La falta de garantes metapsíquicos lleva a una crisis de lo que se transmite a las generaciones de los nietos. ¿Cuál será su futuro y la de sus hijos y nietos? Dudas, interrogantes, inseguridades…De todos modos diremos que, siguiendo en parte a Kaës, podemos confiar en las posibilidades y capacidades del sujeto humano, en lo que con todo ha recibido de las generaciones anteriores y en sus recursos creativos. Los nietos pueden llevar a cabo esa tarea.

Los abuelos y el psicoanálisis familiar

¿Se puede incluir a los abuelos en las sesiones familiares? Por supuesto que sí. Varios autores (Boszormenyi-Nagy y Spark, 1973, Framo, 1992, Canevaro, 1982) han puesto el foco en lo trigeneracional en terapia familiar. Son muchas las ocasiones que ameritan ese enfoque. Por ejemplo, cuando los padres están excesivamente ligados a una o a las dos familias de origen. Y por supuesto cuando se plantean conflictos en que los nietos están involucrados. El enfoque trigeneracional permite muchas veces aclarar muchos de los malentendidos[3] surgidos alrededor de los vínculos entre padres, hijos y nietos, ayuda a liberar a unos y otros de los sentimientos de culpa. Los nietos cuando se encuentran en situaciones donde tienen que tomar partido por los padres, e inhibir, o más aun, reprimir, sus sentimientos positivos hacia los abuelos, están ansiosos por reconciliarse con ellos y pueden lograrlo en el curso de sesiones trigeneracionales.

Muchas veces los nietos cumplen una función de “intermediarios” o árbitros entre sus abuelos y sus padres, funcionando en las sesiones como una suerte de “coterapeutas”  Nosotros en varias ocasiones hemos incluido a los abuelos en sesiones familiares, a veces logrando buenos resultados, aunque otras veces los rencores y los resentimientos de larga data persisten y es muy difícil lograr que las dos generaciones los superen.


Abuelos y nietos hoy: la “abuelidad”
Roberto Losso, Ana Packciarz Losso
https://doi.org/10.69093/AIPCF.2023.28.01


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[1] Ya Platón señalaba en La República:Con respecto a las quejas de los viejos y a sus pesares domésticos, no es en la vejez sino en el carácter de los hombres donde debemos buscarla”.

[2] Ya Freud (1921) había afirmado que “desde el mismo comienzo la psicología individual […] es al mismo tiempo psicología social”. También Pichon Rivière (1976) subrayó la importancia del ambiente social en la constitución del sujeto, afirmando: “El individuo humano es un ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente, en relaciones que lo determinan. El sujeto no es sólo un sujeto relacionado: es un sujeto producido, o sea la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases”.

[3] Pichon Rivière (1971) consideraba el malentendido como “la enfermedad básica del grupo familiar”.

Revue Internationale de Psychanalyse du Couple et de la Famille

AIPPF

ISSN 2105-1038