REVUE N° 18 | ANNE 2018 / 1

Dès agirs à l’élaboration, un parcours difficile

art_18_fr
Télécharger PDF

Dès agirs à l’élaboration, un parcours difficile

 

A partir d’une thérapie de couple conduite selon l’optique psychanalytique à Ushuaia (Terre du Feu), l’auteur décrit l’entrelacement défensif construit par les deux partenaires pour essayer de se soustraire à la douleur psychique implicite dans le travail du deuil lié aux multiples et successives pertes qui se sont succédées dans leurs respectifs parcours de vie, qui présentent, en outre, singuliers aspects de similarité. Cette dimension d’évitement, avec des notes de répétition et de mise en acte, est également liée aux caractéristiques particulières d’isolement et de manque de stabilité de la société à laquelle ils appartiennent.

 

Mots-clés: entrelacement défensif inconsciente, deuil évité, mise en acte, répétition


From actings to elaboration, a difficult path

Based on a psychoanalytic couple psychotherapy leaded in Ushuaia (Land of Fire), the author describes the defensive interlacing built by both partners to try to escape the psychic pain implicit in the work of mourning, linked to the multiple and successive losses that have followed one another in their respective life paths, which, moreover, present singular aspects of similarity. This dimension of avoidance, with notes of repetition and enactment, is also related to the particular characteristics of isolation and lack of stability of the society to which they belong.

 

Keywords: unconscious defensive interlacing, avoided mourning, enactment, repetition.


De la actuación a la elaboración: un recorrido difícil

 

A partir de una terapia de pareja realizada desde la óptica psicoanalítica en Ushuaia (Tierra del Fuego), la autora describe el complejo entramado defensivo inconsciente construido por ambos partenaires para intentar substraerse al dolor psíquico implícito en el trabajo de duelo por las múltiples y sucesivas pérdidas que se han ido dando en sus respectivos recorridos vitales, los cuales por otra parte presentan singulares aspectos de similitud. Esta dimensión evitativa con rasgos de actuación y repetición se relaciona asimismo con las particulares características de aislamiento y falta de estabilidad de la sociedad en la que están insertos.

Palabras clave: entramado defensivo inconsciente, duelo evitado, actuación, repetición.


ARTICLE

Como es bien sabido, es Freud en su memorable escrito sobre “Duelo y melancolía” (1917 [1915]) quien pone las bases para la comprensión no sólo de la manifestación depresiva melancólica “clásica”, con su acompañamiento de autocríticas, reproches y acusaciones dirigidas al propio yo, que eventualmente hasta puede llevar al suicidio, sino también de todas las otras múltiples y variadas expresiones de duelos patológicos no elaborados consiguientes al conflicto de ambivalencia que el sujeto ha establecido con el objeto perdido.

A partir de estos conceptos freudianos, Racamier (1992), cuyo aporte al estudio de las dinámicas inconscientes ligadas a los duelos considero invalorable, reflexiona sobre algunas características del psiquismo que pueden o no permitir que advenga un luto e introduce el concepto de “duelo originario”, entendiendo por ello un proceso psíquico esencial que implica, ya desde la primera infancia, la renuncia a la posesión total del objeto y a la unión narcisística absoluta con él. La travesía y superación del duelo que corresponde a esta renuncia es condición necesaria para que un sujeto se constituya como tal y pueda gozar de una “buena salud psíquica”.

Dice Racamier (1992): «Podemos en efecto formular un principio fundamental: la capacidad de amor objetal, la capacidad de gozar del placer y la capacidad de soportar el sentimiento del luto constituyen – todas juntas – las condiciones de cualquier salud psíquica» (p. 61)[1]. Hay sujetos, continúa sosteniendo Racamier, que no pueden hacer un duelo porque caerían en la depresión. Pero algunos ni siquiera pueden estructurar una real depresión así como hay pacientes que logran evitar la depresión descargándola sobre otros.

Se abre a partir de aquí, entonces, el amplio campo de las dinámicas familiares, entre las que obviamente cabe tomar en cuenta la particularidad de la dinámica de pareja. Y es en base a estas conceptualizaciones teóricas[2] que me propongo considerar el caso clínico que paso a exponer, donde “la pareja”, al brindarle a cada uno de sus miembros la posibilidad de descargar sobre el otro los reproches melancólicos consiguientes a la inicial falta de los básicos aportes narcisísticos indispensables en edad temprana para un normal desarrollo yoico parece haber sido funcional a la defensa (en particular a la negación) con la que individualmente ambos partenaires han intentado enfrentar los muchos y sucesivos lutos que se han ido acumulando en sus respectivos recorridos vitales.

La pareja Lorenzo – Natasha[3]

Su terapia empezó hace tres años, con frecuencia semanal, debido a fuertes peleas causadas (en lo que aparece como contenido manifiesto) porque “Lorenzo no quería tener más hijos” mientras Natasha sostenía que ésa era una actitud muy egoísta dado que ella no tenía chicos y quería ser mamá. Antes del inicio del tratamiento Natasha había quedado embarazada dos veces; perdió el primer embarazo espontáneamente y abortó luego a instancias de Lorenzo.

Buscaron ayuda terapéutica aproximadamente un año después de haber empezado a vivir juntos. Lorenzo había dejado a su pareja anterior cuando conoció a Natasha, que estaba de paso por Ushuaia en una gira con un grupo de actores. Ella por otra parte acababa de separarse de un compañero, también actor, que la había dejado por otra colega. Con el apoyo financiero y logístico de Lorenzo, Natasha ha puesto en marcha un taller de expresión corporal para niños de edad escolar.

Lorenzo tiene dos hijas mellizas que cuando comenzó la relación tenían 6 años. Su mamá, originaria de Jujuy, en el extremo norte de la Argentina, había llegado a Ushuaia en busca de trabajo y se había empleado en la empresa de Lorenzo, con quien luego había empezado a convivir. Al iniciar éste una nueva convivencia con Natasha, ella decidió regresar a su ciudad de origen llevándose consigo a las niñas. Lorenzo se hace cargo del mantenimiento de sus hijas y de su ex-pareja, les ha comprado una casa y, para no perder el contacto con las chicas, ha empezado una rutina de viajes aéreos muy frecuentes a Jujuy.

Antecedentes familiares

De la historia de la familia de origen de Lorenzo surge que su abuela materna se suicidó, ahorcándose cuando su mamá tenía sólo 12 años. Nunca se supo cuál había sido la causa de ese gesto y desde el vamos se trató de silenciar esa muerte. A los 15 años, la adolescente quedó embarazada de un compañero de escuela de su misma edad; los padres del muchacho, muy religiosos, los obligaron a casarse y se hicieron cargo del niño. Lorenzo fue criado entonces por los abuelos paternos. Sucesivamente sus padres tuvieron otros tres hijos, siguen juntos aunque se llevaron y siguen llevándose muy mal. Cuando la familia se trasladó desde Corrientes a Ushuaia, en busca de trabajo, Lorenzo tenía 11 años. Tuvo que separarse de los abuelos, a quienes quería mucho y que por muchos años no pudo volver a ver. Con sus padres (y en particular, con su madre) la relación ha sido siempre muy fría; nunca se sintió parte de su grupo familiar aunque los ha ayudado financieramente más de una vez, dado que en su actividad comercial independiente ha tenido mucho éxito, a diferencia de sus hermanos cuya situación económica es modesta. En la historia de la familia de origen de Natasha se destacan varios aspectos similares, en particular en lo que se refiere a la poca valoración que ella recibió. Sus padres, ambos hijos únicos, se conocieron siendo aún niños: vivían en departamentos contiguos, en una zona humilde de la periferia de Rosario. Los dos quedaron huérfanos de padre desde muy chicos y constituyeron muy tempranamente una familia que incluyó a las respectivas madres, bastante mayores de edad y amigas entre sí. La llegada de Natasha, ocho años después de la primera hija, fue inesperada y poco festejada; “siempre soy el último orejón del tarro” manifiesta Natasha con bronca. Las abuelas, cuya actitud cariñosa suplió en parte tal escasa presencia afectiva, tuvieron graves problemas de salud cuando Natasha era pequeña y fallecieron a breve distancia la una de la otra. Su padre, único varón en un grupo familiar de solas mujeres, ha tenido actitudes desparejas ya sea en su humor, cambiante e imprevisible, ya sea en lo que se refiere a empleos saltuarios y precarios, que no brindaban seguridad ni estabilidad económica. Actualmente, su hermana no trabaja, ha tenido un hijo de una relación casual y sigue viviendo en casa de los padres, que se ocupan de ella y del niño. Natasha siempre se ha sentido “sin lugar” en el ámbito de su familia. Estudiar teatro y unirse a una Compañía de actores aparece como un intento de hallar una pertenencia que no encontraba en su contexto familiar.

Desarrollo de la terapia

Durante el primer año de terapia, Lorenzo y Natasha se atacan y descalifican recíprocamente todo el tiempo, con un lenguaje extremadamente crudo y agresivo. A veces las voces son tan altas que es necesario pedirles un poco de recato para evitar que otros pacientes los oigan desde el pasillo. Lorenzo considera que ella es interesada y sólo espera de él un provecho económico, Natasha le retruca que él es incapaz de tener en cuenta a otra persona, piensa siempre y sólo en sí mismo (…y, aunque no lo dice expresamente, son muy evidentes los sentimientos de enojo y de celos que los viajes de Lorenzo a Jujuy le provocan: de hecho en comparación con sus hijas y con su ex-pareja, ella continúa siendo ¡“el último orejón del tarro”!).

En lo que se refiere a las condiciones del encuadre son puntuales y muy cumplidores. En las sesiones compiten claramente frente a mí, cada uno a la espera continua de obtener una aprobación que le dé la razón frente al otro: “…vos me tendrías que haber dicho que no querías tener hijos” le dice Natasha a los gritos “si te metés con una mujer soltera que no tiene chicos se te tendría que haber ocurrido que en algún momento iba a querer quedar embarazada ¿no te parece? sos un pelotudo, un inútil! ¿No es cierto, doctora, que lo tendría que haber pensado antes?” Y Lorenzo, también a los gritos: “…la inútil sos vos, siempre andás gritando y jodiendo… mirá si voy a querer tener un hijo con una mina como vos! Para que se críe en este quilombo!!! (a mí) seguro que Ud. me entiende… vos sos una loca total! Te viene bien mi guita, eso sí, lo demás te importa un carajo!”

En lo que no manifiestan tener problemas es en el plano sexual. La proximidad de los cuerpos parece ser la única garantía posible de relación, la palabra sólo vehicula reclamos, acusaciones e insultos. A pesar de lo cual, ellos dicen que se aman.  Es también muy evidente que no se conocen, nada saben el uno del otro y se van descubriendo poco a poco – a veces con sincero asombro – durante las sesiones.

Durante el curso de la terapia, Natasha queda encinta. El clima en la pareja mejora lentamente, aparecen algunas expresiones tiernas, hay algunos esbozos de diálogo y un comienzo de reflexión. Nace un bebé y ambos se muestran padres solícitos y cariñosos. Pero los compromisos laborales y familiares de Lorenzo (y sus continuos viajes al norte) dejan a Natasha muchas veces sola, en un ámbito precario y poco conocido, que le provoca miedo y angustia: “nunca hay nada de estable aquí, en esta ciudad de m.… siempre todos van y vienen…me siento tan mal!”, grita llorando. Por su parte Lorenzo se queja por el estrés que le causa atender los múltiples requerimientos de sus distintos grupos familiares: “…todo el mundo siempre me anda pidiendo cosas, nunca les alcanza y nadie es capaz de reconocer lo que hago… Y vos sos como todos, nada te viene bien…”.

Contexto social

Quizás no esté de más agregar aquí una breve descripción del contexto social de Ushuaia ya que considero que puede permitir una mejor comprensión de la profundidad de la dimensión defensiva, mezcla de negación y actuación, con la que Lorenzo y Natasha han estado funcionando[4]. La ciudad está ubicada en una isla, es conocida por ser la “más austral del mundo”, su fundación es reciente (130 años) y la población indígena autóctona quedó totalmente exterminada con la llegada de los primeros colonos europeos que introdujeron enfermedades desconocidas y alcoholismo. El primer núcleo poblacional de dimensiones reducidas, sede de un presidio que se cerró a mediados del siglo pasado, ha tenido en las últimas dos o tres décadas un rapidísimo crecimiento pasando de ser casi una aldea a contar con alrededor de 70.000 habitantes. Pero la movilidad es extrema: como dice Natasha, “todos van y vienen” continuamente, llegan en busca de trabajo pero a menudo a los dos o tres años se vuelven a ir porque a pesar de la belleza del paisaje no se adaptan a las rudas condiciones climáticas y a un ambiente carente de tradiciones, donde aunque se hable el mismo idioma que en el resto de la Argentina van surgiendo en el día a día inesperados aspectos de otredad. Faltan espacios de reconocimiento y elaboración de los duelos ligados a la migración (ver Grinberg y Grinberg, 1984) y la construcción de esta nueva sociedad se está realizando sobre una base en movimiento que tiene la cualidad de “arena movediza”; todos los referentes humanos que podrían garantizan continuidad son precarios: los médicos, los maestros, el bar de la esquina, la farmacia, etc.[5] Es, en síntesis, una ciudad con muy escasa y fluctuante representación social, donde las pérdidas se suceden y repiten cotidianamente… bien se podría decir que se trata de un “no lugar”(ver Del Guerra, 2000; Del Guerra y otros, 1999; 2017).

Consideraciones analíticas

En este sentido, creo interesante tomar en cuenta el particular entrecruzamiento que se evidencia entre las dinámicas intrapsíquicas transgeneracionales de Lorenzo y Natasha (ver Kaës, Faimberg, Enriquez y Baranes, 1993; Faimberg, 2005) y la falta de representación y de estabilidad del “lugar” (interno/externo) donde están intentando construir su relación y su hogar. En esta búsqueda, de resultado  incierto y que tiene rasgos de repetición, es como si ya desde hace mucho, mucho tiempo tanto ellos mismos como sus mayores no hubiesen encontrado “lugar”. Desde la abuela que se ahorcó por oscuros motivos, dejando desamparada a su propia hija aun niña que luego tuvo mucha dificultad en poder alojar a Lorenzo, hasta la pareja casi adolescente de los padres de Natasha, que al quedar huérfanos se refugiaron en un vínculo de características endogámicas con el que quizás intentaron mantener a raya el miedo a la indefensión, la fantasía de orfandad y de soledad parece haberlos acompañado constantemente.

Es así como a la vez que cada uno de ellos manifiesta no haber hallado “lugar” en su propia familia de origen, la carencia de apoyo y de reconocimiento que ambos sufrieron desde la infancia (ver Winnicott, 1964) parece no haber podido ser pensada nunca sino tan sólo proyectada y actuada, con dolor y con rabia, ya sea a través de violentos reclamos e insultos recíprocos ya sea con el rechazo a una tierra vivenciada como extraña y hostil y en la que la realidad conlleva una continua movilidad.

Por otra parte, al ahondar en los recorridos vitales de ambos, surgen inmediatamente muchas semejanzas: los dos han sido niños no deseados (y para Lorenzo es lícito suponer que la fantasía de un aborto haya amenazado el inicio de su propia existencia). En ese sentido, el deseo/no deseo de tener un hijo se correspondería a la necesidad de vivir la experiencia reparadora de un “niño deseado”, para el cual, por fin, “haya lugar”… de hecho, es a raíz del embarazo que comienza a mejorar la relación entre ellos. Ambos también han tenido padres muy jóvenes, prácticamente adolescentes y han recibido cuidados y cariños de la generación de los abuelos. Y ambos han perdido muy tempranamente esa única fuente de sustentación narcisística (ver Green, 1983).

Parece como si el espacio de análisis, con su presencia constante y segura en términos de escucha y de encuadre, les ha permitido y sigue permitiéndoles dar lentamente palabra y pensamiento a sus experiencias de falta y de pérdida: en tanto terapeuta (representante en la transferencia de las abuelas de la infancia) me he encontrado ejerciendo una función de contención (los he “tenido adentro”) que ha ido habilitando la posibilidad de reducir en parte sus emociones disruptivas de rabia y de miedo. En la contratransferencia son precisamente estas emociones las que son percibidas, junto con un atribulado pedido de aprobación, estabilidad y acogida, que manifiestan sin embargo en forma individual, exigiendo infantilmente exclusividad.

En el transcurso de la terapia, además, ha sido posible lentamente ponerle palabras a algunos de sus múltiples miedos… dado que vale la pena subrayar que existe en esta pareja un marcado fantasma de pérdida, de muerte[6] (la abuela materna de Lorenzo se suicidó, los padres de Natasha perdieron a sus propios padres siendo niños, las abuelas de Natasha murieron cuando ella era pequeña, Lorenzo perdió el contacto con sus abuelos paternos, Natasha abortó espontáneamente su primer embarazo, ambos – aun estando en desacuerdo – terminaron decidiendo un segundo aborto, y por supuesto los dos al migrar han perdido los escenarios habituales donde se habían criado). Tal vez sea por todo ello que sólo la muda cercanía de los cuerpos ha podido brindar reaseguro recíproco a las tantas experiencias de pérdida que hasta ahora les ha resultado difícil nombrar…

A medida que la terapia avanza, la muerte, el miedo a la muerte, comienza a poder ser expresado. Dice Lorenzo, enojado, dirigiéndose a Natasha: “… siempre te andás quejando de que yo viaje, de que me vaya a ver a las chicas… ¿no se te ocurre que me puedo morir, que el avión se puede venir abajo? Yo me muero de miedo cada vez! Y tengo que pensar en los que dejo, aquí y allá (se refiere a Jujuy)… por eso trabajo tanto, si yo me muero todos tienen que estar acomodados, tener casa, tener dinero…”. Le responde Natasha, con el mismo tono: “… yo también me puedo morir, no hace falta que se caiga el avión… y la otra noche el nene lloraba porque le dolería la panza ¿qué sé yo? pero vos no estabas y yo no sabía qué hacer… y el Dr. X también había viajado y no había a quien preguntarle! ¿Y si se muere? ¿Si se muere el nene? …Y vos nunca estás… sos un maldito hdp”.

Es fácil reconocer en el intercambio de acusaciones y reclamos recíprocos, como en esta pareja cada uno representa para el otro un “alguien ausente” que en la realidad psíquica individual es fuente y causa de sufrimiento y de odio, puesto que no proporciona ningún reaseguro contra los miedos terroríficos ligados al desamparo. Así como también es audible, en la preocupación de Lorenzo por dejar a todos “acomodados” frente a su eventual y temida desaparición, el eco lejano del ahorcamiento de su abuela materna que no pudo pensar en su hija cuando se quitó la vida. Y si nos remitimos al significado etimológico del término colusión[7] (jugar de a dos) está claro que Lorenzo y Natasha, a través de identificaciones proyectivas cruzadas han ido estructurando un vínculo defensivo que a la vez que les evita el sano pero difícil y doloroso trabajo de duelo, les permite “jugar” a presentificar constantemente ese “alguien ausente” cargándolo de reproches y de pedidos. También les facilita, por supuesto, el no entrar en contacto con sus vivencias de profunda inseguridad ligadas a la escasa valoración de sí mismo que son las características propias de los estados melancólicos descriptos por Freud y que en el caso particular de Lorenzo y de Natasha parecen tener origen en la inicial escasez de investidura libídica que ha acompañado su nacimiento y su primera infancia. Dice Freud: «Si nos fuera lícito suponer que nuestras deducciones coincidan con los resultados de observaciones, no vacilaríamos en integrar entre las características de la melancolía la regresión de la carga de objeto a la fase oral de la libido, perteneciente aun al narcisismo» (Freud, 1915, p. 2095).

Por otra parte, Kaës (1989; 1993; 2009) habla de pacto denegativo para referirse precisamente a una formación psíquica inconsciente bifase, una construcción compartida por dos o más sujetos, dada por sus estructuras y trabajada por su historia, tendiente a mantener activa una eficaz defensa a través de, según los casos, la represión, la negación o la re-negación (y sus varias combinaciones). En la pareja que hemos venido considerando, la negación y la puesta en acto surgen como los mecanismos más usados que, sin embargo, parecen en los últimos tiempos estar cediendo de a poco, a medida que se van permitiendo recordar, nombrar, significar… (ver Freud, 1914; 1915). No hay que hacerse demasiadas ilusiones, desde ya: el camino hacia lo que Racamier (1992) llama “salud psíquica” es aún largo y sin duda sumamente difícil de recorrer. Pero la constancia con la que ambos mantienen la terapia a lo largo de los años, la lenta mejoría en su forma de relacionarse, la mayor capacidad para expresar cada uno su malestar pero también para escuchar un poco más el malestar del otro sin atacarlo de inmediato, junto con la nueva aptitud para asociar algo de lo que les pasa actualmente con experiencias “olvidadas” de su pasado, hablan del trecho recorrido desde la constante y pura actuación hacia una actitud que parece reflejar por lo menos el comienzo de un esbozo de elaboración…

Dice Lorenzo, en una de las últimas sesiones “… bueno, sí, no hace falta que me lo repitas… sé que muchas veces te sentís sola… y ya sé cómo es… a mí también me pasaba, al principio, cuando vine de chico: era todo tan distinto en Corrientes… en el norte hace calor, hay más verde, hay más luz…”. Y Natasha agrega: “…sí…. ¿no es cierto?  y además… lo que pasa es que aquí  faltan personas…”.

Norsa y Zavattini (1996) al poner en evidencia el tema del “uso del otro” como una dimensión fundamental que siempre hay que considerar al estudiar las relaciones humanas,  distinguen entre un uso defensivo y un uso reparativo, “curativo” del otro que puede aparecer en las relaciones de pareja cuando a través de un “monitoreo afectivo recíproco” hay un intento de resolver aspectos dañados del mundo interno de cada uno de los partenaires, según una modalidad que ellos denominan complementariedad inconsciente. En la secuencia de diálogo que acabo de transcribir, junto con un evidente cambio en el tono con el que Lorenzo y Natasha se relacionan, se puede vislumbrar el posible surgimiento entre ellos de esta dimensión. Quedará por verse si y en qué medida lograrán afianzarla  y desarrollarla…

Por último, una reflexión: Lorenzo y Natasha, cuyas vidas tienen tantos y tan relevantes puntos comunes, se han encontrado y se han unido muy rápidamente, sin conocerse, durante una situación “de paso”… Ha sido significativo e impactante al mismo tiempo constatar muchas veces en el curso de las sesiones cómo iban descubriendo hechos y situaciones parecidas, que de pronto, en medio de una pelea, sorpresivamente los volvía a acercar. Al respecto podríamos formular y volver a dejar planteada una pregunta más general que a lo largo de los años ha sido tratada ya en múltiples sedes[8] – comenzando por el mismo Freud en “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905) y en “Introducción al narcisismo” (1914) – pero cuyo meollo sigue teniendo muchos aspectos inexplorados y que por eso mismo merece, a mi entender, que se la continúe pensando: ¿cuál es el lugar del inconsciente en la elección de pareja?


Bibliografía

Abraham, N., Torok, M. (1978). La corteza y el núcleo. Buenos Aires: Amorrortu, 2005.

Bollas, C. (1987). La sombra del objeto. Psicoanálisis de lo sabido no pensado. Buenos Aires: Amorrortu, 1991.

Bowlby, J. (1982). La pérdida afectiva. Buenos Aires: Paidos.

Del Guerra, R. (2000). Vicende migratorie e dinamiche psichiche transgenerazionali. En Losi N., (comp.), Vite altrove, pp. 265-285. Milano: Feltrinelli.

Del Guerra, R., Lucarelli, D., Strusberg, S. (1999). Emigrazione, crisi d’identità e ambiguità. Quaderni di psicoterapia infantile, 40: 117-128.

Del Guerra, R., Piechenstainer, V., Sartini, A. (2017). La constancia de lo transitorio. Psicoanálisis, 39, 3: 427-443.

Dicks, H.V. (1967). Tensiones matrimoniales. Buenos Aires: Hormé, 1970.

Eiguer, A. (1986). L’organisation inconsciente du couple. En Eiguer, A. y otros, Le couple: organisation fantasmatique et crises d’identité. Toulouse: GRECE.

El diario del fin del mundo (editorial) (2015). El desarraigo como eje transversal de la sociedad fueguina. Ushuaia, 08/10/2015.

Faimberg, H. (2005). El telescopaje de generaciones. Buenos Aires: Amorrortu, 2006.

Freud, S. (1905). Tres ensayos para una teoría sexual. Obras Completas, vol. II, pp. 1160-1237. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973.

Freud, S. (1914). Recuerdo, repetición y elaboración. Obras Completas, vol. II, pp. 1683-1688. Madrid: Biblioteca Nueva.

Freud, S. (1914). Introducción al narcisismo. Obras Completas, vol. II, pp. 2017-2033. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973.

Freud, S. (1915). La represión. Obras Completas, vol. II, pp. 2053-2060. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973.

Freud, S. (1917 [1915]). Duelo y melancolía. Obras Completas, vol. II, pp. 2091-2100. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973.

Green, A. (1983). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires: Amorrortu, 1986.

Grinberg, L., Grinberg, R. (1984). Psicoanálisis de la migración y del exilio. Madrid: Alianza.

Kaës, R. (1989). El pacto denegativo en los conjuntos trans-subjetivos. En A. Missenard y otros, Lo negativo, figuras y modalidades, pp.130-169. Buenos Aires: Amorrortu, 1991.

Kaës, R. (1993). El grupo y el sujeto del grupo. Buenos Aires: Amorrortu, 1995.

Kaës, R., Faimberg, H., Enriquez, M., Baranes, J-J. (1993). Trasmissione della vita psichica tra generazioni. Roma: Borla, 1995.

Kaës, R. (2009). Les alliances inconscientes. Paris: Dunod.

Kernberg, O. (1982). Mondo interno e realtà esterna. Torino: Boringhieri, 1985.

Lacan, J. (1956-57). El Seminario, libro 4: “La relación de objeto”. Buenos Aires: Paidos, 1994.

Laing, R. (1961). El yo y los otros. México: Fondo de Cultura Económica, 1977.

Lemaire, J.-G. (1979). Le couple, sa vie, sa mort. Paris: Payot.

Nicolò, A.M. (1996). Essere in coppia: funzione mentale e costruzione relazionale. En Nicolò A.M. (comp.), Curare la relazione: saggi sulla psicoanalisi e la coppia, pp. 13-25. Milano: FrancoAngeli.

Nicolò, A.M., Lucarelli, D. (2015). Introduzione. En Nicolò A.M., Benghozi P., Lucarelli D. (comp.), Famiglie in trasformazione, pp.17-38. Milano: FrancoAngeli.

Norsa, D., Zavattini, G.C. (1996). L’uso dell’altro e l’uso della relazione: la “coppia interna” e il “figlio interno”. En Nicoló A.M. (comp.), Curare la relazione. Saggi sulla psicoanalisi e la coppia, pp. 45-62. Milano: FrancoAngeli.

Pichon-Rivière, E. (1984). Teoría del vínculo. Buenos Aires: Nueva Visión.

Racamier, P.-C. (1992). Il genio delle origini. Milano: Raffaello Cortina, 1993.

Willi, J. (1978). La pareja humana, Relación y conflicto. Madrid: Morata.

Winnicott, D.W. (1964). La familia y el desarrollo del individuo. Buenos Aires: Lumen-Hormé.


[1] Libre traducción de la edición italiana.

[2] En el desarrollo de este trabajo dejo de lado muchos otros valiosos aportes sobre el tema. Entre ellos: Bowlby (1982), Pichon Rivière (1984), Bollas (1987), etc.

[3] Parte de este material clínico fue presentado en el Congreso Internacional de la AIPPF de Sao Paulo 2016 en el trabajo del Grupo de investigación sobre “Límites”. En esa ocasión se privilegió el punto de vista antropológico y social en el análisis del mismo.

[4] La importancia del contexto ha sido recientemente revalorizada (véase Nicolò y Lucarelli, 2015).

[5] La problemática del desarraigo ha sido tratada por distintos medios de prensa fueguinos (véase “Diario del fin del mundo”, 2015).

[6] Refiriéndose al concepto de Abraham y Torok (1978), Racamier (1992) dice que «un fantasma es el residuo perpetuo de un duelo no realizado» (p. 88).

[7] Le debemos a Laing (1961) y luego a Dicks (1967) la utilización de este término para describir una modalidad de interacción inconsciente que se establece entre los miembros de una pareja. Ver también Willi (1978).

[8] Son numerosísimos los autores psicoanalíticos que han discutido sobre el tema. Para citar sólo algunos recordamos los aportes de Eiguer (1986), Kernberg (1982), Lacan (1956-57), Lemaire (1979), Nicoló (1996), Norsa y Zavattini (1996).

Revue Internationale de Psychanalyse du Couple et de la Famille

AIPPF

ISSN 2105-1038